Willian ha dedicado 55 años de su vida a la carpintería
Un 24 de diciembre, el caraqueño Willian Sarabia con tan solo seis años de edad recibió una cajita con herramientas como una segueta pequeña, un serrucho, un martillo, clavos, un cepillo, taco para ligar, entre otros accesorios, que lo motivaron a continuar aprendiendo de la hermosa labor de carpintería.
“En esa época fue lo que mi papá me pudo comprar, eran todas pequeñitas pero reales, no como las de ahorita que todo es de plástico, con esos materiales pude armar casitas, carros y así fui obteniendo conocimientos”.
A los 10 años consiguió un libro en la biblioteca de la escuela donde estudiaba, que explicaba cómo armar cornetas y otras cosas más, “lo hacía en los ratos libres”.
Para ese tiempo sus padres estaban complicados de salud y no pudieron tenerlo consigo, tomaron la decisión de mandarlo donde su abuela, que vivía en Biscucuy, estado Portuguesa. Cuando cumplió 12 años comenzó un curso de carpintería en el Instituto Nacional de Capacitación y Educación (INCE), donde también dictaban de herrería y repostería. “Me inscribí y aprendí este oficio, duré 148 horas y me pagaban cada tres meses Bs. 23, estuve entre los tres mejores de la clase”.
Así fue cuando a los 16 años se fue a estudiar a la Marina, se juntó con carpinteros civiles y en los momentos libres obtuvo más conocimientos, ahí duró tres años formándose como Grumete y prestando servicio militar.
A los 20 años entró a trabajar en una fábrica de cocinas muy famosa donde aprendió mucho más. Asimismo continuó en el instituto, donde realizó durante seis meses, otro curso de seguridad y aritmética aplicada y se graduó como grado tres en carpintería.
Después de dos años, se fue a Barquisimeto como instructor, pero tenía el deseo de regresar a Biscucuy y logró conseguir una vacante. “Al llegar al lugar me dijeron que era de herrero y renuncié, me quedé en el pueblo y me enamoré”.
Viaje a Los Teques
Sarabia contó que un hermano mayor lo trajo al estado Miranda a los 28 años de edad y entró directamente en una compañía llamada Industria Nene, donde fabricaba la madera de las cunas. “El dueño me dio chance, así como también hice trabajos en su casa y con el tiempo registró otra empresa donde pasé a ser socio minoritario”.
Con el tiempo quebró, pero logró quedarse con algunas herramientas y así emprendió su rumbo. “En el INCE de Los Teques di instrucciones a personas mayores, mujeres profesionales, maestros y doctores, teníamos de siete a ocho alumnos, dábamos conocimientos de como utilizar herramientas, les daba una teoría y tomaba la calificación, que no era importante, lo que más importaba era el trabajo, tuve la oportunidad de orientar a 33 personas entre hombres y mujeres”.
Trabajos resaltantes y experiencias amargas
Sarabia contó que ha remodelado cualquier cantidad de bares, discotecas, consultorios odontológicos y oficinas generales. “Me cambió porque todo era con madera, ahora me moví hacia la fórmica y tuve que cambiar mi estilo, pues todo el que trabaja carpintería debe tener conocimiento de medidas y dibujo para tomar la dirección del plano”.
Aseguró que hay muchas personas que hablan mal de esta profesión, pues los califican de irresponsables. “En un determinado tiempo me pasó, no pude entregar un trabajo a tiempo y mi familia estaba creciendo, tenía muchos gastos y la plata no me alcanzaba. Pasé por ratos amargos, pero siempre di mi cara, pedí que me dieran otro chance y pude concretarlo, porque me dieron un voto de confianza y hasta ahora son amigos confidenciales”.
A su vez, relató que otra experiencia mala, fue un contrato millonario para un bufete de abogados, “si me atrasaba en el trabajo iban a demandarme, pero al final cumplí, sin embargo, ellos fueron quienes no me pagaron, en ese momento pensé en mi familia y no cometí un error, existen altas y bajas”.
La responsabilidad es su fuerte
A sus 61 años Willian aún continúa ejerciendo esta labor tan bonita. Comentó con gran satisfacción que “lo que motiva a actuar con responsabilidad es la familia, cuando se le da valor a tus hijos y tienes que cumplirlo, siempre hay que dar la cara y responder, no se puede agarrar el dinero y dejar el trabajo a medias, por eso mis clientes vienen y me felicitan, me dan besos, están pendiente de mi y de mi familia, tengo infinidades de gente de todo el país y le he trabajado a muchos políticos”.
Contó con orgullo que tiene cuatro hijos que también continuaron sus pasos. “Tengo un ingeniero mecánico, otro contador, un periodista y un abogado que es la hembra, todos tienen su profesión pero desde chiquitos siguieron mi ejemplo, tienen su compañía y trabajamos todos juntos en unión”./Emelin Torres/lb/Foto: William Sánchez/