Conquistar el mundo significa apegarse a nuestros valores, sin dejar de ser auténtico, para encontrar el equilibrio entre el trabajo y la vida. Quienes sienten verdadero amor por el género humano y lo manifiestan de una forma desinteresada son sencillamente ángeles en la tierra.
Karla Rincón, nacida en el Pérez Carreño, criada por una año en Caracas y por ocho en Maracay, llegó de la mano de su familia a San Pedro de los Altos para soltar raíces. “Allí viví hasta los 18 años cuando me independicé, estudié en la UCV y me gradué en 2003 como licenciada en Bioanálisis con mención honorífica; luego hice un postgrado y doctorado en Anatomía Patológica en 2005”.
Una importante circunstancia en su vida la llevó a ejercer la docencia en algunos liceos de nuestra localidad. “Debí estudiar Educación en la Unesr de Los Teques, por ello soy profesora en el área de Naturaleza, Ciencia y Tecnología. Motivado a que me convertí en mamá estando muy jovencita, era muy difícil lidiar con las guardias que debía cubrir en el sector salud, ya que era madre soltera con tan solo 21 años de edad”.
Explicó que debió posponer el ejercicio de su profesión y dedicarse a otro oficio, no menos importante porque le ha permitido crecer personal y profesionalmente. Le surgió la posibilidad de brindar apoyo en la cátedra de Ciencias Biológicas en la desparecida unidad educativa Campaña Admirable, que carecía de profesor en esa materia.
“Aún y cuando no tenía el elemento pedagógico para dar clases asumí el reto y quedé enganchada al hecho de transmitir mis conocimientos, inicié con un componente docente; era perfecto por la facilidad en el factor horario para poder trabajar a la par de compartir con mi hijo; por ello saqué también esa otra carrera profesionalmente”. A medida que Luis Ángel fue creciendo, Karla pudo retomar el área de salud e ir trabajando como bionalista y docente en paralelo.
Altruismo nato
Pero no conforme con eso, esta admirable mujer emprendió una brillante y filantrópica labor; de acuerdo a su criterio, evaluando diversos factores y tomando como premisa el bienestar social y humanitario, se enfocó a sumarse como voluntaria a diversas fundaciones.
“Recuerdo que empecé con Senosalud en 2012 y la fundación Amigos del Niño con Cáncer durante distintas jornadas de calle para recaudar fondos en pro del tratamiento de los pacientes. El deseo de ayudar y de poder ser más agradecida con la vida, valorando lo que tengo a nivel de salud, familia y empleo; solemos ser muy superficiales y no valoramos la verdadera esencia del don de la vida, hay muchos que no tienen nada y con los que podemos compartir de corazón cuando menos un abrazo, una sonrisa o tal vez alguna contribución”.
Por si fuera poco, a finales de 2015 se integró a la interesante labor que realiza el equipo de Doctor Yaso en los Altos Mirandinos, donde en el papel de la Doctora Pink se ha encargado de dibujar sonrisas en los rostros de niños y abuelos. Vale mencionar que todo ese voluntariado lo ha alternado con sus trabajos profesionales “nunca he dejado de lado ninguna de mis funciones, todas tienen en mi vida la misma cabida”.
Un acontecimiento que impactó profundamente a Karla fue la primera visita que realizó a la Casa San Onofre, donde pudo interactuar con un grupo de abuelos que tocaron su corazón por las condiciones en las que vivían y el olvido afectivo en el que estaban sumergidos.
“Eso me llevó a tocar muchas puertas, desde mi posición de clown solo podía recrearlos y atenderlos con cariño pero para ir más allá sentía que debía hacer más, así llegué a la fundación Un Sueño de Primera en junio 2016, que tiene en Los Teques 8 años funcionando”.
Labor de hormiguita
Expresó un muy sentido agradecimiento a Rina Sánchez, a quien conoció en esas tantas puertas que tocó en busca de apoyo. Sánchez fungía como sub coordinadora, Karla le presentó su inquietud y emprendieron el proyecto, que casi se vio empañado ante la renuncia de la entonces coordinadora del eje Altos Mirandinos, Patricia González, quien debía por razones personales y laborales salir del país, lo que amenazaba que la fundación siguiera en pie.
“De los 20 voluntarios activos debía surgir un nuevo coordinador, pero nadie se atrevía a asumir el rol porque ante las múltiples actividades que realizaban no podían hacerle frente de lleno a ese cargo. Aunque yo estaba muy nueva, solo tenía dos meses con ellos, conversé con Patricia, le manifesté mis intenciones y me postuló, desde la sede central me dieron el visto bueno y también aprobaron el proyecto de concretar una importante visita al ancianato”.
Desde entonces es la coordinadora por los Altos Mirandinos de la fundación Un Sueño de Primera, llevando adelante junto a un excelente voluntariado una valiosa tarea. No obstante, desde allí trabajan en conjunto con la gobernación de Miranda en el programa Escuelas Solidarias Sabatinas, en el que benefician a 100 niños de instituciones educativas estadales cada fin de semana.
“Los niños que presentan bajo peso y riesgo de desnutrición son atendidos en jornadas especiales donde se les brinda alimentación cedida por el gobierno regional y recreación que corre por nuestra cuenta. A nivel de salud, como contamos con voluntarios que son médicos brindamos también nuestra colaboración con la importante evaluación de rutina. Estoy en la búsqueda de más gente que quiera sumarse a nuestra causa, pueden contactarnos a través de uspaltosmirandinos@gmail.com y por las redes @uspaltosmirandinos”.
Para esta valiosa y brillante mujer, no es necesario que la gente deposite dinero o se desprenda de algún alimento o pertenencia para dársela a otro. “No tienen idea de cuán importante es la presencia y calor humano, más allá de lo material está el afecto; que maravilloso es recibir de los beneficiarios su cariño y agradecimiento sincero; convertirse en el ángel protector y aliados de ellos brinda una satisfacción inigualable porque el objetivo es hacerlos sonreír”.
/MS/ (Alejandra Ávila)