“Esta ha sido una temporada difícil, la cantidad de campistas y a su vez de recreadores ha sido mucho más baja. Los adolescentes y adultos jóvenes participaban en este trabajo de vacaciones para generar ingresos mientras participan en una dinámica movida, pero ahora no hay casi niños y por ende, no podemos mantener tanto personal”, declaró Betania Rodríguez, personal de logística de un plan vacacional.
La inversión que representa para un padre costear un campamento vacacional para un niño ha ido en aumento, en consecuencia, cada vez un número menor de infantes participa en este tipo de recreación, que puede superar los $300 por temporada.
“Todo depende de a los lugares a los que van a asistir, si es un campamento abierto o cerrado y si incluye o no las comidas más la hidratación y otros implementos. No solo la inflación, también la pandemia nos ha jugado en contra, tratamos de mantenernos a flote pero todo esto ha sido un golpe duro para quienes planificamos este tipo de actividades”, agregó Rodríguez. /DB/at