Ni la Iglesia se salva. El lunes 18 de enero el diácono Germán Machado fue recibido a tiros cuando quiso comprobar la denuncia de la profanación del panteón de los sacerdotes canónigos de la Catedral de Caracas, ubicado en el Cementerio General del Sur.
“El fin de semana del 16 y 17 de enero el panteón estaba normal porque así lo constaté cuando hice mi recorrido cotidiano. El lunes 18 un ministro de la iglesia me comentó que el sitio había sido profanado. Me acerqué por la tarde para tomar fotos y elevar la denuncia ante las autoridades eclesiásticas y me echaron plomo desde arriba. El cementerio está rodeado de muchos barrios. Así que tú no sabes de dónde vienen los tiros”, explicó el capellán del camposanto. En total, el daño se cometió contra 80 tumbas.
La violación de las tumbas de los difuntos en el Cementerio General del Sur no es un hecho novedoso. Decenas de artículos y reportajes periodísticos se han escrito denunciando este delito.
El diácono Germán Machado cree que la profanación de las tumbas se incrementa conforme crece la crisis en el país. Comenta que hace cuatro años recibía una o dos quejas mensuales. Ahora tiene que consolar al menos a cuatro familias cada fin de semana. De hecho, afirma que todas las áreas del cementerio, desde las más prominentes hasta las más olvidadas, han sido violentadas.
“Es algo triste, doloroso, vergonzoso, pero ha estado sucediendo desde hace algunos años. También profanaron el panteón de las hermanas franciscanas, que está al lado. Y mucho antes dañaron las de las congregaciones de los jesuitas, de los salesianos y de las religiosas del San José de Tarbes”, añadió.
Machado tiene su propia explicación sobre lo ocurrido. Cree que, además de los grupos delincuenciales conocidos como los mineros, que abren las tumbas para olfatear y extraer metales como el oro en los restos de los difuntos, y de aquellos que las revenden para nuevos entierros estaría funcionando toda una maquinaria organizada que hace profanaciones selectivas.
“Esta dinámica incluye a mujeres, pues simbólicamente ellas están asociadas a lo piadoso. Uno puede creer que están rezando frente a la tumba de un difunto y resulta que están “cantando la zona”, como dicen coloquialmente. Se trata de un mercado, como cualquier otro, que tiene demandas. Son sectas que creen que obtienen una fortaleza particular al contar con el cráneo de un difunto. Si se manejan en la categoría “de lo oscuro” buscarán los restos óseos de los homicidas que están enterrados allí. Si persiguen la protección de lo luminoso, requerirán huesos de religiosas o de sacerdotes”, agregó el capellán.
El panteón de los sacerdotes de la Catedral de Caracas, que fue creado en la misma época cuando se inauguró el Cementerio General del Sur, en 1876, ya fue reparado por la gerencia del camposanto. Pero se trata solo de un símbolo: “Allí no dejaron nada. Más que profanación eso fue un saqueo”, sentencia Machado.
Fuente: http://www.el-nacional.com/