Periodismo de Soluciones

Reliquias de seis santos se veneran en Santuario de Fátima

WhatsApp Image 2025-11-02 at 4.00.02 PM

Publicidad

Picture of Por:
Por:

Glorimar Fernández

Comparte esta noticia

Las de San José Gregorio, San Antonio, San Pedro, entre otros

El Santuario de Fátima alberga un valioso conjunto de reliquias que incluye a San José Gregorio Hernández, San Antonio de Padua, San Francisco de Asís, San Pedro -con tierra y piedra de su tumba-, los pastorcitos Francisco y Jacinta, y pronto la de San Juan Pablo II, según detalló a Avance el padre Henry Rivero.

El sacerdote aseguró que las piezas fomentan la cercanía entre los devotos, su fe y estos importantes santos de la iglesia católica, que tuvieron vidas excepcionales y predicaron las enseñanzas de Jesús, adaptándolas a tiempos modernos, como el caso de nuestro santo José Gregorio Hernández, quien dedicó su vida al servicio a través de la medicina.

Según explicó Rivero, la reliquia de José Gregorio Hernández es de primer grado, que se refiere a un trozo de hueso o ropa del santo. Mientras que las de segundo grado son prendas u objetos que tocó el cuerpo.  

Y las de tercer grado son elementos que contactó la reliquia, como rosarios o estampitas. Cada reliquia reposa debajo de los vitrales del templo ubicado en Llano Alto, en el municipio Carrizal.

“Estas piezas fomentan la cercanía con los santos a través de la devoción de la feligresía”, refirió el religios quien también detalló que han estado de fiesta durante todo octubre ya que el 13 celebraron la coronación de la Virgen de Fátima y el 19, día de la canonización de José Gregorio y la Madre Carmen Rendiles, coincidió con el tradicional arraial portugués.

Veneración, no adoración

La veneración de las reliquias (del latín reliquiae, “restos”) en la Iglesia Católica es una práctica antigua que honra los restos físicos de santos y mártires.

No se trata de adoración (latria, reservada solo a Dios), sino de veneración (dulia para santos, hyperdulia para María), como un medio para recordar la santidad, invocar intercesión y conectar con la “comunión de los santos”. La práctica surge en el siglo II con el culto a los mártires. Los cristianos recolectaban sus cuerpos tras ejecuciones para enterrarlos dignamente y celebrar la Eucaristía sobre sus tumbas. El Martirio de Policarpo (ca. 155-160 d.C.), uno de los textos cristianos más antiguos post-Nuevo Testamento, describe cómo los fieles de Esmirna recogieron los huesos quemados de San Policarpo “como un tesoro precioso” y los veneraron anualmente, distinguiendo esto de la adoración a Cristo.

Acerca del autor

Noticias relacionadas