La muchedumbre, que partió el pasado 13 de octubre de San Pedro Sula (Honduras) en dirección a Estados Unidos, según estimaciones de la ONU, está formada actualmente por más de 7.000 personas (niños, mujeres y ancianos).
Una verdadera catástrofe humanitaria, pues lo que se vive en Honduras después del derrocamiento, del presidente Zelaya, por la vía de un golpe militar orquestado por EEUU, sustituyó la justicia socialista, por el cruento y salvaje neoliberalismo del “sálvese quien pueda”.
La hipócrita y descarada posición del imperio, pretende desentenderse del problema, chantajeando a los gobiernos de Guatemala, Honduras y El Salvador, haciéndolos responsables, para obligarlos a confinar en sus territorios respectivos, sus connacionales.
Donald Trump, trata a los presidentes de estos países como lacayos que están puestos, con la sola misión de defender los intereses de EEUU. Los ha amenazado con recortar sustancialmente el bozal de arepa que les asigna anualmente, como represalia por el avance de los migrantes.
Dinero que obviamente no llega a los pueblos, sino que se reparte en la corrupción de esos gobiernos. El monaguillo de Trump, Mike Pence, en repique de campanas, dice que los caminantes que se dirigen hacia EEUU, han sido financiados por Maduro.
Es obvio que se trata de un falso positivo para justificar un ataque o invasión a Venezuela. Por lo pronto Trump, ha mandado tropas de su Ejército a la frontera y ha asegurado que no pasarán. ¿Será que los va a fusilar?