El equipo español venció en la final 4-2 en los penaltis al Benfica portugués tras empate 0-0 en 120 minutos de juego
El Sevilla tuvo de cara la tanda de penaltis y se llevó su tercer título de campeón de la Liga Europa (tenía dos como Copa UEFA) y además prolongó la maldición del Benfica, que perdió su octava final continental consecutiva. El equipo español estuvo a peor nivel en la final en el Juventus Stadium de Turín que el club portugués, que no supo transformar en gol las numerosas ocasiones que tuvo y que lo pagó muy caro en la lotería de la tanda de penaltis. Los pronósticos daban como favorito al equipo que dirige Jorge Jesús, que se presentó en la final e tierras italianas como campeón de la Liga lusa, de la Copa de la Liga y clasificado para jugar también la final de la Copa de Portugal.
El equipo lisboeta tomó el mando del partido y exigió mucho al conjunto que entrena Unai Emery, cuyo portero, el portugués Beto, tuvo que estar muy atento el primer cuarto de hora ante un rival que iba por el partido. La formación andaluza, con un claro esquema de arroparse atrás y de buscar la oportunidad con la visión de juego del croata Ivan Rakitic y la definición del colombiano Carlos Bacca, nunca estuvo a gusto sobre el césped y también pecó en exceso de imprecisiones.
En los últimos minutos de la primera mitad, Beto tuvo que intervenir con acierto en dos ocasiones consecutivas del Benfica que no se tradujeron el gol, además de que en los últimos lances los lusos reclamaron un penalti de Fazio al argentino Nicolás Gaitán que el árbitro alemán Felix Brych no consideró como tal. La segunda parte empezó como acabó la primera, con agobios de los españoles en la defensa ante el empuje de los portugueses, que tuvieron claras ocasiones pero que no supieron traducirlas en goles.
El centro del campo fue del Benfica y el ataque con las bandas constante, pero ese dominio le pudo también costar caro en alguna incursión del adversario, como en un balón que llegó a José Antonio Reyes y que no supo definir ante la salida del meta esloveno Jan Oblak. El tiempo corrió a favor del Sevilla con el 0-0 en la misma medida que las ansias de ganar del Benfica, lo que produjo algunos huecos por donde los andaluces crearon peligro y equilibraron algo la contienda mediado el segundo período.
Así se entró al último cuarto de hora, en el que ya un tanto parecía que podía ser definitivo, como pudo llegar en un remate de Lima con paradón de Beto o un cabezazo de Garay que se le fue fuera en un tramo final de asedio lisboeta que no tuvo éxito y que dio paso a una prórroga con dos equipos muy cansados pero, como en todo el partido, con más intenciones de los portugueses pese a que Bacca tuvo una clarísima que desperdició solo ante Oblak en el minuto 101.
La segunda parte de la prórroga tuvo poca historia, con todos sobre el terreno fundidos por el desgaste, con constantes calambres musculares y también atenazados por el miedo a perder, con lo que se dio paso a la tanda de lanzamientos desde el punto de penalti. El Sevilla entonces hizo un pleno de cuatro transformaciones, con la definitiva del francés Kevin Gameiro y el Benfica logró dos y tuvo los fallos de Rodrigo y el paraguayo Óscar Cardozo ante la buena respuesta de Beto, con lo que el trofeo se lo adjudicó el equipo español.