Thea Segall vino a Venezuela para tomar fotografías con la luz del trópico y terminó por plasmar la cultura ancestral del país en imágenes. La artista rumana, que recibió el Premio Nacional de Fotografía en 2003, comprendió la importancia de preservar una memoria para la nación, gracias a lo cual ocho años después de su fallecimiento se puede mostrar una exposición como Thea Segall. Tiempo, memoria e imagen, que se exhibe en la Sala TAC del Trasnocho Cultural hasta enero de 2018 y que reúne cientos de documentos que dan cuenta de sus intereses estéticos.
“Thea supo enmarcar los modos de vida una cultura a través de imágenes concentradas, como por ejemplo el transporte o la alimentación en una comunidad indígena”, asegura el fotógrafo e investigador de arte venezolano Yuri Liscano, curador de la exposición. “Ella desarrolló un tema muy amplio con los pueblos indígenas, pero luego se centró en situaciones específicas e hizo suyos unos subtemas que la llevaron a encontrar su norte: recoger el país en fotografías”, agrega.
Thea Segall. Tiempo, memoria e imagen se divide en tres núcleos particulares: las secuencias fotográficas, los instrumentos de trabajo y la producción editorial. En cada segmento del montaje, con los mismos documentos que Segall recopiló durante su vida, se describe un proceso creativo que inmortalizó costumbres, modos de vida y rostros de Venezuela.
Las secuencias sobre el casabe, el tambor y la curiara, que fueron publicadas en varios libros diseñados por Sigfredo Chacón, dan la bienvenida al público en la sala. Son fotografías que revelan cómo la artista se sumergía en el sistema de vida de las poblaciones indígenas venezolanas y permiten comprender el origen de una nación a través de sus costumbres.
En esta muestra el espectador tendrá la oportunidad de leer, revisar u hojear las diversas publicaciones que Segall realizó. Cada una de las series fotográficas que se exhiben cuenta con la añadidura de un libro en el que se recogen las imágenes que perduran en el tiempo gracias a la actividad editorial tan cara a la artista. “Con las publicaciones que logró hacer de la mano de tantas empresas, Segall comprendió la trascendencia de la publicación. Ella tenía muy clara la importancia de resguardar el trabajo del fotógrafo”, indica Liscano.
En el marco de la exposición se proyecta una entrevista que le hizo la periodista Margarita D’Amico -recientemente fallecida- en la que Segall asegura que entre una exposición y un libro, prefiere la segunda opción por la trascendencia que tiene y añade que el esfuerzo que se pone en organizar una exposición no equivale al tiempo que se puede disfrutar con el trabajo realizado.
Thea Segall. Tiempo, memoria e imagen brinda la oportunidad al espectador de entrar en contacto con más de una docena de los 40 fotolibros que la fotógrafa publicó durante su vida. “En este momento se vive un boom de fotolibros y hay muchos artistas haciéndolos. Sin embargo, para la época en que Thea los concibe -el primero data del año 1971- era un trabajo innovador. Pocos artistas han llegado a publicar tanto libros como ella, se podría decir que fue una pionera en ese aspecto. También hay que destacar que se hizo acompañar por grandes diseñadores. Sigfredo Chacón, Nedo y Álvaro Sotillo son algunos de los artistas que trabajaron con ella”, dice Liscano.
Las imágenes y los libros que se presentan son ejemplares originales que la propia fotógrafa utilizaba para llevar a cabo el proceso de edición. Sobre cada fotografía, que da cuenta de un proceso histórico y cultural en la conformación de una identidad colectiva, se pueden leer las anotaciones de la pluma de Segall y sus precisiones en cuanto a encuadre, tamaño, coloración y disposición dentro de cada publicación.
También algunos recuerdos de la vida de de la fotógrafa forman parte de la muestra. Imágenes y folletos de una exposición individual en el Museo de Bellas Artes en 1978, el veredicto del Premio Nacional de Fotografía que Segall recibió en 2003, medallas, cartas, su pasaporte y carnets de asociaciones culturales a las que perteneció se muestran junto con su trabajo editorial. “Esta exposición es una deuda que el país tenía con una mujer que fue Premio Nacional de Fotografía, una figura pionera de la historia del arte nacional”, refiere Liscano.
Vía: El Nacional