Ronald, con tan solo 19 años emprende una gran labor
La fe mueve montañas, y por consiguiente muchos corazones, que sin miramiento alguno, disponen lo mejor de sí para realizar importantes cosas en aras del prójimo. Este es el caso de Ronald Ibarra, un joven de corazón noble que, con 19 años de edad, ha sembrado importantes semillas de vida en personas como él: los jóvenes.
En una sociedad tan complicada como en la que estamos envueltos actualmente, pareciera difícil encontrar gente como él que, sin dejar de lado sus actividades normales, promueve bienestar en todos los ámbitos que le rodean. “Soy oriundo de Los Teques, nací en el Victorino Santaella y siempre he vivido en Santa Eduvigis, ubicada hacia San Pedro de los Altos”.
Refirió que es el menor de sus hermanos y el único varón, desde muy pequeño se vio influenciado por los temas religiosos, ya que al ser criado por sus abuelos paternos, Yunilda y Gerardo, quienes llevan 48 años de unión matrimonial y son fieles a las costumbres católicas; estuvo orientado, al igual que sus hermanas, hacia las prácticas de la fe.
“Ellos velaron por cumplir con los dos primeros sacramentos: bautismo y comunión; de allí en adelante las decisiones eran exclusivamente mías, pero antes de que me llegara esa etapa yo sabía de mi vocación”. Aunque Ronald es producto de lo que sus abuelos hicieron de él, explicó que sus padres, padrinos y también los vecinos de su comunidad tuvieron en su vida un papel preponderante.
“Cuando comencé a ver clases de catecismo, en la parroquia San Martín de Porres de El Paso, tenía alrededor de ocho años de edad y desde entonces siento una gran cercanía con Dios. Me apasiona rezar el rosario y precisamente por eso cada vez que llegaba Mayo, el mes de la Virgen, yo me ponía a ayudar a un señor laico que iba a la comunidad a orar de casa en casa”.
Una vez que este señor, José Pereira, no pudo asistir más a Santa Eduvigis, Ronald asumió la responsabilidad por iniciativa propia, con tan solo nueve añitos, de dirigir las oraciones y rosario a la Virgen. Manifestó que hacerlo, con miras de agradar a Dios y al mismo tiempo contribuir con su propia gente, lo hacía sentirse indescriptiblemente feliz, entre risas afirmó “me causa mucha gracia recordar que se referían a mi como el mini cura del barrio”.
Con un fascinante brillo en la mirada, Ibarra señaló que quien lo enseñó a hacerlo, como debía ser, fue la señora Agustina Olivares, “a ella le agradezco infinitamente todo lo que aprendí, me acompañó siempre y aún desde el cielo lo sigue haciendo”. Considera que lo que más disfrutó y aún le place de esta labor es compartir con los demás, agregó que siempre admiró a los monaguillos y hasta que quería ser como ellos.
Una buena causa
“Una vez que le manifesté a mis padres y abuelos que quería prepararme para servir a Dios, desde esa misión, me apoyaron al 100%, la primera vez que me puse un alba y el escapulario para colaborarle al sacerdote como monaguillo me sentí muy nervioso frente al altar, pero a la vez muy feliz. Sin embargo, quise poner un alto porque veía con tristeza la poca receptividad de la gente hacia la iglesia y eso me desmotivó”.
Pero justo cuando terminó su ciclo de primaria, en la unidad educativa Leoncio Martínez, ingresó a estudiar al colegio María Auxiliadora, donde encontró una nueva señal para retomar el camino que había dejado. “Aunque no me aparté de Dios, porque muy personalmente seguía obrando por él, pues es el centro de mi vida; experimenté un giro cuando entré al liceo porque conocí el significado de la congregación salesiana, quedé cautivado por su concepto de trabajo donde la Virgen y Don Bosco son esenciales para marcar la pauta en nuestra premisa de trabajar por y para los jóvenes”.
Para este admirable muchacho, trabajar en función de ello es lo mejor que ha podido experimentar, “esto para mí es lo máximo”; y que aún él, siendo un chamo, ha percibido un sinfín de satisfacciones que alimentan su espíritu y corazón.
“Cuatro años después de conocer a fondo la labor que emprenden en la Parroquia San Juan Bosco, a la que pertenezco, descubrí en 2014 el Oratorio en Vacaciones, que no es más que una especie de plan recreacional para niños y jóvenes en el que se persiguen fines educativos, a través de la siembra de valores como el respeto, compañerismo, crecimiento en la fe, tolerancia; allí me activé como recreador y hacía lo que me apasiona, sembrando buenas semillas en gente como yo, que representamos el futuro”.
Explicó que esa actividad pasó, de un tiempo para acá, a ser sabatina y que los cuatro elementos fundamentales sobre los que giran y que ofrecen, para atraer a nuevos integrantes, es una casa que sentirán como hogar, una escuela para aprender, una parroquia donde misionar y un patio para hacer amigos.
Compromiso y educación
“Es fascinante ver como hay tantos otros chamos en procura de lo que estamos haciendo, aún queda gente buena y productiva con ganas de hacer cosas importantes para sí mismos y para los demás, sin dejar de lado nuestro espíritu aventurero, bochinchero y emprendedor, siempre dentro del marco de la responsabilidad y compromiso”.
La entrega, constancia, respeto y amor con la que Ronald ha ejercido por convicción sus funciones lo llevaron a pasar de recreador a misionero y posteriormente coordinador en 2015, experiencia que calificó de enriquecedora y que desempeñó con mucha entereza.
Actualmente, pertenece al Movimiento Juvenil Salesiano y se prepara para convertirse en asesor dentro de la congregación; simultáneamente cursa primer semestre de Educación en la UCAB, donde de acuerdo a sus propias palabras, ha demostrado un muy buen desempeño, según él una vez que se gradué podrá hacer lo mismo que en la parroquia, educar a la juventud, y es que aspira convertirse en profesor de biología para el ciclo de bachillerato.
Otro de los anhelos de Ibarra es reactivar el trabajo pastoral juvenil de la parroquia San Martín de Porres, en la cual se inició. “Ese llegó a ser uno de los espacios más importantes que existía para que los jóvenes se recrearan sanamente y crecieran en la fe, aspiro lograr que eso vuelva al ruedo y emprender la labor que aquí en San Juan Bosco realizo, si Dios me lo concede pretendo seguir adelante con ambas parroquias”./Maribel Sánchez/no/Foto: Víctor Useche/