A punta de cloro y desinfectante los habitantes de las calles Páez y Ayacucho intentan minimizar el fuerte hedor que se desprende de tres botes de aguas servidas, que vienen ganando terreno desde hace un mes y bañan por completo toda la vía.
Any Escalona, residente de la zona, aseguró a Avance que dos de ellos tienen la forma de grandes grietas, por donde brota el fétido líquido que viene desde la parte de debajo de la capa asfáltica; mientras que el tercero se convirtió en un inmenso cráter donde se empoza el agua.
“La pestilencia invade nuestras casas, a cada rato estoy coleteando y procuro mantener cerradas las puertas y ventanas, se nos hace imposible comer porque vivimos con el estómago revuelto. Yo dicto clases dirigidas y me aterra que los alumnos se enfermen, además mi esposo y mi hijo tienen bronquitis crónica, difícilmente pueden mejorarse”, resaltó.
Cuando calienta con intensidad el sol se evapora el olor, siempre que llega el agua potable a través de las tuberías se multiplica la cantidad que baña toda la vía y terminan salpicados la gran cantidad de niños y adultos que transitan a diario por la zona, dado que se trata de calles en las que hacen vida varias instituciones educativas.
Temen que afecten a la carretera
Nelly Andrade, médico veterinaria que tiene su consultorio en las adyacencias de los referidos botes, indicó que hace una semana recrudeció el problema y se ha vuelto insoportable.
“Causa temor que la carretera ceda, porque la fuga subterránea debe ser de tal magnitud que pudiera estar socavando el terreno que sostiene a la carpeta asfáltica. El consejo comunal de la zona está en pleno conocimiento de este caso que nos agobia a todos”, indicó.