Julio César Morillo, tiene 28 años entregado al impresionante mundo de los títeres
Entrar al mundo de los títeres trae consigo un sin fin de emociones ligadas, donde no existe la maldad y en el que reina siempre el bien por sobre todas las adversidades que contenga una historia, por ello Julio César Morillo Pérez se encarga de investigar, crear y formalizar obras titiriteras de excelente calidad, además de ser educador y subdirector del Liceo Francisco de Miranda.
Su pasión por los títeres inició desde muy pequeño, recuerda, con una sonrisa, que estando en la primaria fue a la escuela un maestro titiritero argentino llamado Javier Villafañe. “Yo quedé tan impresionado cuando vi ese teatrino y esos muñecos que cobraban vida ahí adentro, esa magia que brotaba era extraordinaria y a pesar de que fue hace muchos años aún lo recuerdo”.
Siempre estuvo ligado al mundo de la cultura, pues en la primaria participó en varios actos y cuando ingresó al liceo estuvo en obras de teatro, grupos de danza, música y pare de contar. Al comenzar los estudios universitarios arrancó con el fantástico mundo de los títeres y todo lo que contiene.
“Nací en Ciudad Bolívar, pero siendo pequeño nos mudamos a Caracas y luego a Los Teques. Mi vida estudiantil fue en Caracas, sin embargo mis estudios universitarios fueron en la Universidad de Carabobo donde egresé como Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales”.
Comenta que entre otras cosas al llegar a Valencia, en 1989, comienza a trabajar con títeres y ahí comienza su trayectoria con los muñecos. Arrancó, para ese año, con el teatro experimental de títeres El Vagón, un grupo muy conocido en nuestro país. En la misma época se presentó el primer Festival Mundial de Payasos por la Paz, en el estado Mérida.
“Esa fue mi primera experiencia porque estaba apenas ingresando al grupo y de una vez montamos una serie de obras, así que nos fuimos para Mérida y desde allí iniciaron los viajes presentándonos en una cantidad incontables de festivales que se hacían anteriormente a lo largo y ancho del país, inclusive hasta en Manizales, Colombia estuve presentándome con ellos”.
Estando en la universidad también formó parte del teatro de títeres El Chamito, quien estuvo de directora de cultura, Laura Antillano, una escritora muy famosa a nivel nacional.
“Cuando estuve ahí realizamos una adaptación de dos obras de títeres en nombre de la universidad, trabajamos desde cero y ese grupo participó en el Festival de Teatro de Venezuela en nombre del estado Carabobo, igualmente fuimos representantes del país con esa obra que también se presentó en muchas universidades”.
Después de El Vagón pasó a formar parte de un grupo de títeres que se llamó Morrocoy Azul, luego incursionó por La Media Luna, que hoy por hoy continua siendo parte de ella en Valencia. No obstante, entre 1995 y 1998 fundó el grupo que ahora dirige llamado Los Comediantes del Sol.
Al graduarse, se traslada a Los Teques y aquí es donde dice que no tiene reconocimiento de las personas porque no lo conocen tanto como titiritero a diferencia de Valencia que fue donde hizo vida en ese mundo. Expresó que le ha costado muchísimo trabajo conformar una agrupación de títeres en nuestra ciudad, sin embargo sigue trabajando para lograrlo con formalidad. “Doy talleres, van a buscar información, pero no se quedan”.
Enamorado de su profesión
“A pesar de que me ha costado no me he desligado de este mundo, el títere sigue siendo mi pasión, una forma de vida para mí. Todo lo que pienso es en ellos y por donde esté ando buscando títeres, es algo que no sé como explicar” .
Con entusiasmo reveló que tiene escrita una obra donde hace honores al Parque Los Coquitos y a “Chito” Aguilar como cronista popular conocido en su momento. “Esa obra se llama El Fantasma del Parque y la temática es el abandono de los parques. Por el tema de que existen los centros comerciales, así que estos espacios pasaron a la historia ya no son visitados y es algo de la vida real”.
Mencionó que a ciencia cierta todo lo que implica hacer títeres lleva consigo una serie de investigaciones que se hace con el fin de que la historia tome el rumbo que se quiera. A su vez añadió que es un trabajo arduo donde se debe tener cuidado hasta en el más mínimo detalle.
Afirmó que Villa Teola vino a suplir las actividades culturales que tanta falta le hace a la ciudad, lástima que sigue siendo desconocido, la gente le tiene miedo a la naturaleza y a la paz que se vive ahí, a lo nuevo.
“En esos espacios realizamos talleres, por cierto, quedan abiertas las inscripciones para el próximo taller, que no tengo fecha exacta para cuándo arrancará. Esperamos tener gente, sobretodo que tengan que ver con educación. Los títeres son una herramienta educativa”.
Expresó que este segundo taller tiene como finalidad conformar el grupo de títeres estables de Villa Teola y de alguna manera rescatar y seguir la tradición de Los Comediantes del Sol.
Precisó que en esos talleres las personas salen profesionales en este mundo puesto que se enseña cómo crear una obra desde cero, historia del títere, cómo se trabaja con ellos, se hacen los muñecos y finaliza con la construcción de una obra, además se puede ingresar al mercado laboral.
Una manera de comunicar
Todo el mundo titiritero que está resurgiendo en la actualidad es impresionante, es por esto que hasta se ha mencionado hacer un museo en Caracas. Por otra parte, aseveró que ya está una parte adelantada con la Universidad Central de Venezuela, en la sede de
Aragua, donde tienen un espacio exclusivo para planificar, este año, el movimiento titiritero en esa ciudad.
“Si a mí me mandaran a la universidad, nuevamente, estudiaría educación, pero también haría títeres, nunca dejaré de hacerlo. Ellos son educativos y formativos por eso la responsabilidad del titiritero”.
Reveló que hay cosas que se ven en los medios de comunicación, que pueden transformar los valores que se tiene en la sociedad de hoy. “Los negativos pasaron a ser positivos y han sido factor determinante de todo esto y los títeres tienen una particularidad que no tienen término medio, o son muy buenos o muy malos, porque se confunde”.
Una de las cosas más importantes es que en ellos siempre triunfa el bien, nunca puede haber espacio para que el mal salga victorioso. Es la expresión de un pueblo, de esa parte que va a mostrar sobre un hecho social y la investigación que requiere.
“Esos muñecos, son más formativo que cualquier medio de comunicación, ellos son los únicos que tienen los tres elementos, visuales, auditivos y cinéticos donde los niños aprenden participando”.
Para finalizar, mencionó que a todo los niños le gustan los títeres. “Todos tenemos un niño interior y cuando uno está haciendo las obras es cuando se denota como los padres disfrutan a la par de sus hijos”./Rosangel Rebolledo/no/Foto: Alexander Offerman/