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“Zulyta” Mercado, mujer valiente y luchadora

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Periodistas de Avance

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La fe en Dios, su madre y las ganas de superarse son los pilares de su vida

Alegre, optimista, responsable, humilde, perseverante y trabajadora, son algunas de las palabras que describen a Irma Zulay Mercado Gutiérrez, mejor conocida como “Zulyta”, quien nació un 24 de diciembre en el Policlínico.

Hija de José “Lolo” Mercado y Olga Gutiérrez, es la mayor de sus hermanas por parte de mamá. Su papá, quien falleció hace dos años, fue cultor de la música tuyera en Los Teques. “Era un hombre que todo el tiempo andaba con un koala, sus maracas y el arpa, porque amaba la música venezolana”.

Con lágrimas en los ojos y una sonrisa de orgullo, detalló que su madre ha sido lo más grande que tiene después de Dios. “Es el motor de mi vida, mi fan número 1, es mi amiga, mi compañera. Hoy día está lisiada, fue un momento duro para todos, porque le dio una úlcera varicosa que se convirtió en gangrena y hubo que amputarle la pierna”. La describió como una mujer batalladora que no abandonó nunca a sus hijos.

“Zully”, como también la llaman, estudió primaria en el Manuel Clemente Urbaneja y el bachillerato en el Vicente Salias, donde duró hasta 4º año. No pudo continuar por causas ajenas a su voluntad; sin embargo, en 1992 sacó sus estudios en el colegio Fe y Alegría.

Comenzó a trabajar para ayudar a su mamá a los 18 años, en una empresa de ligas para prendas íntimas en El Tambor, en el Departamento de Facturación y Venta, donde duró ocho años hasta que la industria quebró.

“Para ese tiempo no conseguía empleo en ninguna parte, estaba desesperada, no sabía cómo hacer porque no tenía un buen currículo, era solo bachiller. Entonces pasé por la clínica Ribas, donde solicitaban camarera de noche y comencé a laborar por cuatro meses”.

En el 2000, pasó por un negocio del centro comercial Petrocas, donde requerían cocinera para hacer empanadas, y aunque no sabía, aprendió la misma semana con la ayuda del señor Marcos Pestano y su esposa.

Allí duró varios años, hasta que el 4 de marzo de 2004 le salió una oportunidad para laborar en servicios generales de mantenimiento en el Banco de Venezuela, lo cual aceptó y con todo el dolor de su alma, renunció al otro empleo.

Hoy día lleva casi 13 años trabajando en esta área. “Es el empleo que más satisfacciones me ha dado en la vida, comencé ahí, luego en el Bancrecer y ahora en el BOD de La Hoyada. De verdad me gusta lo que hago”.

Agregó que también se ocupa de mantener limpia las emisoras Panamericana y Época, mientras que en la Torre Construcción ejerce la contabilidad.

Señaló que tiene dos hijos, Yesenia y Alfredo, quienes le han dado cuatro nietos: Harrinson, Valentina, Anderson y Valeska, que es su “clon”. Vive en La Cascarita, lugar donde construyeron un ranchito y actualmente es un caserón hecho con mucho amor y sacrificio.

Un milagro de Dios

“Zulyta” ha llevado una vida muy acelerada. Entre preocupaciones y problemas personales, un 12 de noviembre se encontraba ayudando a su mamá en la limpieza de su casa, cuando de repente le dio un bajón: era un ACV transitorio.

“No le di importancia, pero era un aviso, porque luego que reposé me fui a bañar y cuando abrí la regadera vomité, me quedé torcida, sentí hormigueo y la cara me temblaba”.

Expresó que iba rezando en camino al HVS. Al llegar a la sala hospitalaria, todo cesó y los médicos informaron que su sistema nervioso se había alterado. Tuvo algunos días de reposo y continuó con su vida cotidiana.

El 5 de enero de 2010, sintió algo más fuerte que la primera vez; sin embargo, siguió trabajando hasta el 11 de marzo, cuando las manos se le durmieron y fue ingresada al CDI de Los Lagos, donde duró 15 días hospitalizada.

Luego de este susto, se reincorporó a su trabajo y el 11 de abril comenzó el viacrucis. “No podía caminar, fui a una internista de la iglesia del Carmen que me mandó una serie de exámenes y reposo, pasaron los días y cuando vio la resonancia magnética, dijo que tenía un tumor cerebral. Yo no hablaba, me puse a llorar y ella me dijo que me quedara tranquila porque todo iba a pasar, me mandó tres meses de reposo y un tratamiento estricto para recuperarme”.

Llorando contó que en ese momento el mundo se le vino encima. “Mi mamá y una de mis hermanas me abrazaron cuando llegue a la casa. Les dije que tenía miedo y me acuerdo que la noticia se regó como pólvora, pero toda la gente que conozco se portó a la altura conmigo”.

Al siguiente día se levantó y miró una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y de la Misericordia que tiene en su hogar. “Encontré la solución en mis manos. Busque de corazón a Dios y lo encontré, ayunaba todos los días, no solamente por mí, sino por las personas que estaban pasando lo mismo, hasta que llegó un momento en que ya no tenía más miedo porque él escuchó mis ruegos”.

Finalmente, en octubre le dieron los resultados, que arrojaron total recuperación y no quedó rastro alguno de todo lo que pasó. “Ese milagro lo hizo Dios, ese día lloré de felicidad, compré un ramo de rosas y se lo llevé a la Virgen de Coromoto”. En 2011 se reincorporó y comenzó una nueva vida.

Apasionada por el periodismo

“Toda mi vida he sido una amante de la comunicación social, desde pequeña me gustaba la noticia, veía televisión y escuchaba radio, soy una periodista frustrada porque siempre quise estudiar la carrera”.

Mercado relató que en 2007 trabajó en la emisora Ciudad 106.1 FM, donde duró ocho años en mantenimiento, y en 2008 inició como locutora. “Cuando llegué me quedaba viendo los micrófonos, era como un sueño, una magia, mi corazón se llenó de alegría por ser la primera vez que entraba en un estudio y decía ‘algún día me voy a sentar ahí”.

Destacó que se paraba a oír a Luis Alberto Alarcón, pues toda su vida lo ha admirado, así como a Daniel López Méndez, Alexandra Sánchez, Salomón Aponte, Loro Marrero, entre otros, que fueron grandes impulsores en su trayectoria.

Una mañana se sentó al lado de Gustavo Ramírez, actual jefe de Fotografía del diario Avance, y se quedó escuchando su programa. Para su sorpresa, le agarró la mano y la nombró. “Al terminar me propuso que entrara en la sección de cinco minutos al aire en el segmento ‘Qué tiempos aquellos’. Cuando me tocó, el corazón se me iba a salir por la boca, lo que decía eran puras muletillas y baches porque no sabía dónde estaba parada”.

“Para ese entonces, Harold Ledezma impartió un taller de locución y le comenté mi pasión, mi amor hacia el periodismo y la noticia, ellos fueron mis maestros y mis ángeles de la guarda”. Posteriormente, ese segmento pasó a ser de una hora y media en el programa El Despertador.

Con su deseo de superación, realizó un Diplomado de Locución, el cual cursó con muchos locutores de los Altos Mirandinos. “Fueron seis meses de evolución y formación”.

En 2014, hizo su segundo diplomado en la Universidad de Barinas, dictado en San Antonio de los Altos. En esos años las puertas se cerraron en esta vocación, pero el 18 de julio de 2015 comenzó los sábados en RCC 91.5 FM en el programa Amanecer en Miranda, un espacio de música venezolana.

Esta valiosa y carismática mujer tiene como meta estudiar de lleno la profesión, siempre y cuando se haga la voluntad de Dios en su vida./Emelin Torres/ac/Foto: William Sánchez/

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