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Un sello de excelencia envuelve la vida de Lourdes Sánchez

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40 años de trayectoria respaldan a esta noble y emprendedora mujer

“Siempre he vivido en Los Teques, en Quebrada de la Virgen, la casa donde crecí y donde por cosas del destino resido actualmente”. Así lo manifestó Lourdes Sánchez, coordinadora del Sistema de Coros Infantiles y Juveniles de Venezuela, una tequeña de oro que con su extraordinario talento ha dejado siempre el nombre de su terruño bien en alto.

Señaló que desde muy niña, a los 12 años exactamente, comenzó a estudiar música dentro del género popular, en virtud de que su madre es oriunda de Guárico y la motivó a inclinarse hacia el arpa criolla. “Tuve vinculación con cantantes emblemáticos para la época, como Ángel Custodio Loyola. Me inicié de la mano del reconocido Alí Landaeta, un ícono musical de nuestra ciudad, a quien respeto y admiro profundamente”.

Fue en la famosa Academia Monjosé, en la avenida Bermúdez de Los Teques, donde Lourdes dio sus pasos iniciales; recordó que su primera arpa se la confeccionaron artesanalmente en el llano venezolano y que aún la conserva. “También aprendí a tocar cuatro y órgano, fui pionera interpretando el arpa doble que creó en su taller el profesor Landaeta”.

Durante su etapa como liceísta en el Miranda, hizo parte de la estudiantina tocando mandolina. Señaló que el profesor Carlos Grimán se los llevaba al Cultca a tocar junto a los universitarios. Esa enriquecedora experiencia los llevó a conformar una agrupación de música venezolana junto a Eduardo Ramírez, Agustín Vivas y Grimán.

Una vez que Luis Emilio Rondón funda la coral del Ateneo de Los Teques, Lourdes se integra a esa actividad y comienza a cantar a sus 17 años. “Eso sucedió justo cuando comencé la universidad, donde pretendía estudiar Idiomas, pero algo dentro de mí me decía que ese no era mi norte y tomé la decisión de estudiar música a nivel profesional; fue un gran impacto para mi familia, que se oponía a que me entregara de lleno a ello; aún así me propuse demostrarles que ser músico valía la pena”.

Con la mayor determinación del mundo, se inscribió en el Conservatorio José Ángel Lamas para estudiar arpa clásica, pero ya no podía cursar allí esa cátedra, así que debió cambiarse a la Juan José Landaeta. A la par, fungió como maestra de música en primaria y bachillerato de diferentes instituciones educativas en los Altos Mirandinos.

Como una hormiguita

“No conforme con eso, fui desarrollándome como arpista en algunas orquestas y tocaba en la Sinfónica de Miranda, donde también di clases, sin dejar de lado mi faceta de coralista; con los años el profesor Rondón cedió la coral del Ateneo a José Rafael Maldonado, quien hoy es mi esposo, hicimos un ensamble vocal muy interesante y gracias a eso tuvimos una exitosa gira en los años 90’s que incluyó a México; grabamos un casete de música antigua española ejecutada por talento 100% tequeño”.

Desde el Ateneo, estuvo siempre ligada al quehacer vocal de la institución. Participó en los talleres de iniciación musical, hizo parte de la junta directiva desde distintas posiciones. Poco a poco, esta extraordinaria mujer se fue catapultando y fue así como llegó a integrarse a uno de los coros más importantes para la época en Caracas: Los Madrigalistas Vicente Emilio Sojo.

“Una vez que contraje matrimonio, decidí poner un alto al arpa y dedicarme a estudiar dirección coral. Para ese entonces el profesor Rondón dirigía los Niños Cantores de Los Teques, que era uno de los favoritos del maestro José Antonio Abreu y por ello uno de los más importantes del país, pero cuando él se jubila delegó esa responsabilidad en mí”.

Entre las satisfacciones que mencionó Lourdes, está la internacionalización de los Niños Cantores, que llegaron a presentarse en Ecuador, Chile y Perú. La dirección de esa coral, que llevó adelante con mucha entereza y disciplina, la ejerció durante 15 años, hasta que en 2006 tuvo que irse a trabajar para Caracas, donde fundó los Niños Cantores de Venezuela.

Mientras, estaba también involucrada en la creación del Coro Nacional Juvenil Simón Bolívar, el cual coordina desde hace siete años y que la ha llevado a dirigir en escenarios internacionales como Londres, París, Versalles, entre otros, haciendo siempre un gran trabajo llevando en alto la música venezolana.

Superando barreras

Sin embargo, no todo fue color de rosa. Hace 18 años, cuando se encontraba al frente de los Niños Cantores, debió enfrentar un cáncer a nivel de ovarios, que representó un fuerte giro en su vida. “Por lapso de un año debí casi desligarme un poco de mi actividad, aunque caí en cuenta de que todo debía seguir su proceso, tenía a mi hijo con seis añitos de edad; así que por él y por mi pasión salí adelante”.

Considera que el entorno musical resultó para ella sanador. “Cuando me sentía bien me iba al núcleo de la orquesta, mis niños del coro, más allá de rechazarme, se hicieron parte importante de mi experiencia, se acostumbraron a verme sin cabello y hasta jugaban con mi calva, fue algo divertido que me ayudó a enfrentar y superar aquella situación”.

Tras haber vencido ese mal, se dio a la tarea de retomar sus estudios universitarios, pero lo hizo desde las artes y culminó graduándose en la UCV con mención en Música. “Saqué la carrera rápidamente y egresé con el mayor promedio entre mis compañeros, soy de las que piensa que uno debe estar abierto al aprendizaje siempre, hoy día estoy entre las primeras que se sienta a recibir las clases de los maestros internacionales que suelo traer para dictarles talleres a mis muchachos”.

A juicio de esta noble e interesante profesional, a Los Teques hay que devolverle aunque sea un poquito de lo que a nivel cultural dio en sus buenos tiempos. “Debemos rescatar y promover todas aquellas buenas costumbres y excelentes semillas que se sembraron, hay mucha gente brillante que ha salido de esta hermosa ciudad, por eso pienso que debería haber un reencuentro o reorganización de todos esos talentos para ofrecer lo que tenemos a nuestra propia gente porque sencillamente debemos ser agradecidos por haber sido nuestro epicentro”./Maribel Sánchez/ac/Foto: Víctor Useche/

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