Hace 163 años muere el gran maestro de América, Simón Rodríguez, uno de los intelectuales venezolanos que ha destacado en todos los tiempos, especialmente en la educación y cuyo trabajo ha marcado la historia de Latinoamérica, dando los primeros pasos a fomentar una cultura didáctica, y quien abrió a Simón Bolívar, la visión hacia la libertad.
Simón Carreño Rodríguez, quien usó su apellido materno, Rodríguez, por dificultades con su padre, sobresalió del resto de los maestros por su actitud peculiar al enseñar, con un forma pedagógica y creativa, llevó a sus estudiantes un paso más allá de los libros, esto particularmente, atrapa la atención de Bolívar, el entonces joven inquieto que no conseguía adaptarse en ninguna escuela.
“Los tíos de Bolívar, cuando ya era huérfano, no encontraban la forma de que él se comportara con los maestros, como todo niño inteligente era inquieto, y decidieron ponerlo en esa escuela que tenía a este gran maestro, que por su manera de enseñar creó en él una forma distinta de ver el estudio, buscándole los intereses y lo que más le gustaba para adiestrarlo en esos temas”, cuenta la presidenta de la Sociedad Bolivariana del Estado Miranda, la profesora Olga Millán de Suárez.
Comentó que el intelectual resaltó entre los educadores de la época no solo por sus amplios conocimientos y genuina inteligencia, sino por ser un maestro muy especial, “no solo se paraba frente a los alumnos y enseñaba, sino que buscaba maneras de sacarlos del salón y hacer mucho más creativa la enseñanza, mostrándoles las plantas y los animales, algo totalmente nuevo para la época y de esa manera dominó a Bolívar”, aseguró Millán de Suárez.
“Tengo dudas de que se le hayan dado los méritos que merece este eminente pensador, escritor y educador venezolano, reconocido como maestro de América, tomando en cuenta lo que significó en la vida de Bolívar, reflexión que es válida recordar este 28 de febrero cuando se conmemora su muerte”, enfatizó la educadora.
Fue así como el maestro se gana el corazón de su mentor, “Bolívar lo veía como un padre y se vuelve su profesor predilecto, era tanta la conexión y compromiso que el 15 de agosto de 1805, Simón Rodríguez acompañó a Bolívar en el Juramento del Monte Sacro en Roma, pronunciamiento en el que el Libertador ratificó su compromiso con la causa independentista”, recordó la profesora.
Hoy, cuando se conmemoran 163 años de su muerte, habrá quienes recuerden a este ilustre maestro que ha sido ícono para tantos otros que dejaron enseñanzas y valores sembrados en Venezuela, maestros que han servido de guía, de pilotos, de conductores de vida, “es importante llamar al encuentro, al estudio y al aprendizaje constante”, puntualizó.
Aires de libertar
Olga Millán de Suárez, afirmó que “es este gigante quien inculcó en Simón Bolívar los valores de libertad y justicia, que además influyó en su formación académica, humana, política y filosófica. Fueron las ideas de Rodríguez las que llevaron al Libertador a empeñarse en esa idea emancipadora”.
“Usted maestro mío, cuánto debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota distancia, con qué avidez habrá seguido usted mis pasos dirigidos muy anticipadamente por usted mismo. Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido por el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto”, expresó Bolívar.
Fomentó la educación por 20 años en Europa.
Para 1824, Rodríguez volvió luego de 20 años de vivir en Europa, donde llevó su pensamiento enfocado en la construcción de nuevas escuelas que enseñaron a trabajar y producir, formaron niños pensantes, autónomos y comprometidos con el bienestar de todos.
“Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el porqué de lo que se les manda hacer, se acostumbren a obedecer a la razón; no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre, como los estúpidos”, recordó la maestra las palabras de Rodríguez.
Entre tanto, la presidenta de la Sociedad Bolivariana, recalcó que el gran maestro enseñó de una manera innovadora en una época difícil pero pesar de esto, Rodríguez bregó hasta el final de sus días por una educación propia, original y popular.
Con sus escritos defendió ideológicamente la obra de Bolívar, ejemplo de los cuales “El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de Armas” obra que salió a la luz en el año 1830.
Hacia el final de su vida ejerció la docencia en Quito y Guayaquil, donde un incendio destruyó gran parte de su obra escrita.
Finalmente, murió en 1854 en el pueblo de Amotape. Setenta años después, sus restos fueron trasladados al panteón de Perú, y luego a su Caracas natal, hallándose desde 1954 en el Panteón Nacional./lb
Fotógrafo: Gabriel Ordóñez
Defendió la obra del Libertador en gran parte de sus escritos
Olga Millán de Suárez, profesora y presidenta de la Sociedad Bolivariana de Miranda
Fomentó una educación para niños pensantes, autónomos y comprometidos con el bienestar
BETTY ALEJANDRA NAVAS
rrdiarioavance@gmail.com
Hace 163 años muere el gran maestro de América, Simón Rodríguez, uno de los intelectuales venezolanos que ha destacado en todos los tiempos, especialmente en la educación y cuyo trabajo ha marcado la historia de Latinoamérica, dando los primeros pasos a fomentar una cultura didáctica, y quien abrió a Simón Bolívar, la visión hacia la libertad.
Simón Carreño Rodríguez, quien usó su apellido materno, Rodríguez, por dificultades con su padre, sobresalió del resto de los maestros por su actitud peculiar al enseñar, con un forma pedagógica y creativa, llevó a sus estudiantes un paso más allá de los libros, esto particularmente, atrapa la atención de Bolívar, el entonces joven inquieto que no conseguía adaptarse en ninguna escuela.
“Los tíos de Bolívar, cuando ya era huérfano, no encontraban la forma de que él se comportara con los maestros, como todo niño inteligente era inquieto, y decidieron ponerlo en esa escuela que tenía a este gran maestro, que por su manera de enseñar creó en él una forma distinta de ver el estudio, buscándole los intereses y lo que más le gustaba para adiestrarlo en esos temas”, cuenta la presidenta de la Sociedad Bolivariana del Estado Miranda, la profesora Olga Millán de Suárez.
Comentó que el intelectual resaltó entre los educadores de la época no solo por sus amplios conocimientos y genuina inteligencia, sino por ser un maestro muy especial, “no solo se paraba frente a los alumnos y enseñaba, sino que buscaba maneras de sacarlos del salón y hacer mucho más creativa la enseñanza, mostrándoles las plantas y los animales, algo totalmente nuevo para la época y de esa manera dominó a Bolívar”, aseguró Millán de Suárez.
“Tengo dudas de que se le hayan dado los méritos que merece este eminente pensador, escritor y educador venezolano, reconocido como maestro de América, tomando en cuenta lo que significó en la vida de Bolívar, reflexión que es válida recordar este 28 de febrero cuando se conmemora su muerte”, enfatizó la educadora.
Fue así como el maestro se gana el corazón de su mentor, “Bolívar lo veía como un padre y se vuelve su profesor predilecto, era tanta la conexión y compromiso que el 15 de agosto de 1805, Simón Rodríguez acompañó a Bolívar en el Juramento del Monte Sacro en Roma, pronunciamiento en el que el Libertador ratificó su compromiso con la causa independentista”, recordó la profesora.
Hoy, cuando se conmemoran 163 años de su muerte, habrá quienes recuerden a este ilustre maestro que ha sido ícono para tantos otros que dejaron enseñanzas y valores sembrados en Venezuela, maestros que han servido de guía, de pilotos, de conductores de vida, “es importante llamar al encuentro, al estudio y al aprendizaje constante”, puntualizó.
Aires de libertar
Olga Millán de Suárez, afirmó que “es este gigante quien inculcó en Simón Bolívar los valores de libertad y justicia, que además influyó en su formación académica, humana, política y filosófica. Fueron las ideas de Rodríguez las que llevaron al Libertador a empeñarse en esa idea emancipadora”.
“Usted maestro mío, cuánto debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota distancia, con qué avidez habrá seguido usted mis pasos dirigidos muy anticipadamente por usted mismo. Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido por el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto”, expresó Bolívar.
Fomentó la educación por 20 años en Europa.
Para 1824, Rodríguez volvió luego de 20 años de vivir en Europa, donde llevó su pensamiento enfocado en la construcción de nuevas escuelas que enseñaron a trabajar y producir, formaron niños pensantes, autónomos y comprometidos con el bienestar de todos.
“Enseñen a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el porqué de lo que se les manda hacer, se acostumbren a obedecer a la razón; no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre, como los estúpidos”, recordó la maestra las palabras de Rodríguez.
Entre tanto, la presidenta de la Sociedad Bolivariana, recalcó que el gran maestro enseñó de una manera innovadora en una época difícil pero pesar de esto, Rodríguez bregó hasta el final de sus días por una educación propia, original y popular.
Con sus escritos defendió ideológicamente la obra de Bolívar, ejemplo de los cuales “El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de Armas” obra que salió a la luz en el año 1830.
Hacia el final de su vida ejerció la docencia en Quito y Guayaquil, donde un incendio destruyó gran parte de su obra escrita.
Finalmente, murió en 1854 en el pueblo de Amotape. Setenta años después, sus restos fueron trasladados al panteón de Perú, y luego a su Caracas natal, hallándose desde 1954 en el Panteón Nacional./lb
Fotógrafo: Gabriel Ordóñez
Fomentó una educación para niños pensantes, autónomos y comprometidos con el bienestar
BETTY ALEJANDRA NAVAS
rrdiarioavance@gmail.com