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Dos gigantescos árboles son la pesadilla de seis familias

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Maribel Sánchez

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Cada vez que llueve se tambalean y amenazan con caer en las viviendas

La caída de un árbol en la parte de atrás de la vivienda de la señora Benzelady Huerta, una adulta mayor que reside en el sector El Vivero, en la carretera vieja Las Lomitas, Los Teques; fue tan solo el inicio de una pesadilla que tuvo lugar el 27 de marzo de 2024, miércoles Santo.

“Estaba cayendo un palo de agua fortísimo, eran las 3:00 pm. Si no hubiera estado en la iglesia, hoy sería difunta porque el tronco cayó justo sobre mi cama. Mis vecinos me llamaron muy consternados y al llegar aquí vi con mucha tristeza lo que había ocurrido”, recordó con lágrimas en los ojos.

Pero, su calvario no culminó allí, porque ante la llegada de la nueva temporada de lluvias que por lo general son protagonizadas por fuertes vientos reavivan el terror que siente cada vez que se tambalean las ramas de todos los árboles que rodean su casa.

Sin embargo, ella no es la única afectada ante la situación, porque una casa ubicada antes que la de ella enfrenta la misma amenaza; mientras que otros cuatro inmuebles de la parte más baja del sector viven en constante zozobra, ante la inestabilidad de dos gigantescos árboles, uno de mango y otro de guama.

“Yo vivo solita desde que mi esposo falleció, él era quien con frecuencia le hacía mantenimiento a la vegetación para que no nos afectara, mi nieto a veces me ayuda. Considero necesario que los equipos de Protección Civil o los Bomberos hagan labores de poda con frecuencia, nada gano con intentar levantar mi ranchito de nuevo si cualquier árbol me lo puede echar todo a perder otra vez”, aseguró.

El drama de Aleidi

De las cuatro casas que están en riesgo, una le pertenece a Aleidi Dinis, de 31 años de edad, quien junto a su esposo debieron “mover” su casa a un reducido espacio donde suele llover más dentro que afuera, por el temor de que una de las frondosas especies se les viniera abajo junto con el tendido eléctrico que atraviesa el ramaje.

“Tenemos tres hijos (de 12, 10 y 2 años de edad). Preferimos movernos de donde estábamos porque nadie nos hace caso para podar esos árboles, hicimos reportes ante distintos entes y no pasa nada. Sé que es importante cuidar el ambiente, pero las vidas humanas también valen”, subrayó.

Durante la visita de Avance a la casa de esta joven madre, se pudo constatar las precarias condiciones en las que viven, donde la cama en la que duermen se había mojado por completo y esa noche no sabían cómo se las iban a ingeniar para dormir.

“Con unas 20 láminas de zinc podríamos resolver algo, mientras sale una solución para lo de las matas que nos amenazan. Incluso, podríamos aceptar que nos reubicaran en otra vivienda, pero no en un refugio porque sería mucho peor el remedio que la enfermedad”, aseveró mientras temblaba de frío al amamantar a su nena más pequeña.

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