Expertos recomiendan a padres llevar sus hijos al psicólogo

ILDER MAESTRE

El mutismo selectivo es un trastorno de la ansiedad, que consiste en que la persona afectada en determinadas circunstancias llega a inhibirse y no habla, en este caso pareciendo muda, a pesar de que pueden hacerlo normalmente en situaciones que se siente cómodo y relajado.

La psiquiatra Sonia Gastello, explicó: “Las edades más frecuente en este trastorno en niños es entre los dos y los siete años, y el diagnóstico se hace por las características. Generalmente es un temor causado persistente por una o más situaciones sociales para actuar o hablar en público. Casi siempre está respuesta de ansiedad ocasiona en el pequeño de angustia y entonces deja de hablar”.

Aseveró que “El niño sabe que es un temor excesivo pero no puede hacer nada, muchas veces hay comportamientos de evitación a situaciones que le pueden causar angustias”.

Manifestó que para el diagnóstico se debe hacer una historia clínica completa en la que se deben reflejas los antecedentes sobre todo el desarrollo desde el momento del nacimiento. “Hay que hacer una buena exploración neurológica y evaluar la parte motora, básicamente para hacer un diagnóstico diferencial con un trastorno del desarrollo como por ejemplo con el autismo”.

“Muchas veces el problema se resuelve solo porque muchas madres no llevan a los niños al psiquiatra o un psicólogo infantojuvenil, sin embargo el apoyo del psicopedagogo, inclusive del terapista ocupacional es muy importante porque ellos tienen que aprender habilidades sociales; cómo comunicarse de manera adecuada y asertiva, además de aprender a manejar la presión de grupo. Con una terapia conductiva-conductual se puede descubrir a que le tiene tanto miedo”, explicó.

Con relación al tratamiento sostuvo que la técnica de modelado es buena, que presuntamente, se basa en la teoría del aprendizaje. “Los chicos observan modelos reales de otros niños haciendo actividades que al le cuesta tanto o uno filmado como por ejemplo hablar en público o que ejecuta alguna otra actividad. Es significativo el entrenamiento en habilidades sociales para que con otros infantes pueda aprender a tener un buen contacto ocular, que converse”.

“También está la desensibilización sistemática que consiste en un entrenamiento en donde le enseñamos a que se relaje y lo vamos a exponer a situaciones que le produzca temor o angustia progresivamente. Son muy pocos quienes necesitan tratamiento farmacológico”, dijo.

Destacó: “Se debe hacer un diagnóstico diferencial a niños que son muy tímidos que casi no han socializado y sobre todo esta prueba conjuntamente con trastornos del desarrollo, por ejemplo un menor con autismo y ver como ha sido el lenguaje y darnos cuenta que este dejar de hablar se produce en determinadas situaciones.