MARIBEL SÁNCHEZ
KARINÉS SABINO
LEIDA OLIVEROS
CARMEN TERÁN
Este domingo 16 de julio se celebra el Día del Niño, en esta fecha se resalta el papel de la primera infancia en la sociedad, estimulando sus derechos. Avance conversó con cuatro chamitos, quienes brillan por su talento y disciplina en distintas áreas y se perfilan para ser grandes en un futuro no muy lejano.
“Me hace muy feliz ser parte de la Iglesia de Fátima, mis padres me cuentan que estoy arraigado al Templo desde mucho antes de nacer y creo que eso se quedó en mí para siempre. Muchos me preguntan que si voy a ser sacerdote, yo no lo sé y no me niego, pero todavía me falta mucho por conocer; entretanto, disfruto mucho estar en medio de todo este bonito mundo”, señala Anthony Goncalves.
Es un simpático e inteligente niño que con una interesante mezcla de dulzura, carisma y madurez le roba el corazón a todo el que tiene el privilegio de conocerlo.
En la entrevista a la cual acudió en compañía de sus orgullosísimos padres, revela cómo es su vida en el Santuario y qué es lo que más disfruta de cada uno de sus días en todos los aspectos; es allí donde descubrimos porqué es un “niño genio”.
Delia Moniz, madre del pequeño, cuenta que él es el menor de sus tres hijos y que cumple años el 25 de febrero. “Cuando cumplí cuarenta años había decidido ligarme, cuando me estaba haciendo los exámenes para ello resulta que estaba en estado y que eran morochos, lastimosamente uno de los bebés no se desarrolló, pero Anthony sí, él representa una bendición desde siempre”.
Al momento de nacer, el joven debió pasar ocho días en incubadora pues había nacido con deficiencia respiratoria; sin embargo de un momento a otro se recuperó y fue dado de alta en perfectas condiciones, sorpresa que le atribuye a la gracia infinita del doctor José Gregorio Hernández e indudablemente de la Virgen de Fátima.
“Desde muy chiquito siempre ha sido muy pila, con dos años y medio de edad manifiesta que quería estudiar, lo inscribí en tareas dirigidas y cuál fue nuestra sorpresa: sale muy bien parado de iniciación a la lectura con solo tres añitos. En el preescolar disfrutaba leer, y todavía le fascina, él siempre ha ido un paso adelante. Hoy en día va para noveno grado con 13 años de edad”.
Al consultarle a Anthony, la razón del por qué estar en la iglesia es para él un equivalente a lo que parta otros niños sería una salida al parque o un videojuego nuevo, responde con entusiasmo y una sonrisa envolvente: “Apenas piso el Santuario me siento feliz, con mucha paz. Es una casa en la que puedo sentir seguridad plena”.
Este encantador chiquillo es capaz de dirigir visitas en el Santuario, hacer de parquero, colaborar en el área del sonido, seguridad, logística y hasta más. Ha capturado de una forma tan natural la atención de la gente que hace poco el ministro de Finanzas de Portugal, José Luis Carneiro, estrechó la mano del pequeño y tras una pequeña entrevista que le hizo lo designó Miembro de la Juventud; es decir, quien se encargaría de guiar a los jóvenes y niños que hacen vida en el templo.
El tumbao de Joseíto
Existen niños que tienen excepcionales aptitudes musicales, que poseen una habilidad innata para el ritmo, para reconocer e imitar melodías, este es el caso de “Joseito” como es llamado cariñosamente desde muy pequeño.
Su madre Dayana Díaz lo describe como un chamo tímido, pero con muchas habilidades y cualidades, entre ellas la música.
“Mi niño tienen habilidades al tocar la guitarra, maracas, cuatro, y piano que es el instrumento que más le cautiva, lo práctica con gran destreza a la hora de improvisar” indica la mamá quien también se desarrolla en el mundo artístico.
A sus 14 años de edad, José Alberto Cabrera, es el alma de la fiesta en las reuniones familiares. “mi mamá me dice que desde muy pequeño me gusta el mundo artístico, observaba a mis padres tocando los instrumentos musicales y yo los imitaba”.
Con sus dotes, cuando ni siquiera sabía leer ni escribir y sin haber recibido clases de música, ya el chiquillo se destacaba con sus innumerables habilidades.
“Aprendí escuchando música, pero mi mamá queriendo mejorar mis destrezas me inscribió en una academia, de verdad no me gustó, no me sentía cómodo en las clases”.
Para José sus habilidades son naturales, relata que no ha tomado clases porque se le complica a la hora de practicar con los instrumentos, uno de ellos fue el tambor.
“El tambor fue mi primer instrumento, en el aula de clases no pude entenderlo, pero cuando veía a mis amigos logré imitarlos y así comprendí y desarrollé los movimientos.”
Con apenas 4 años aprendió a tocar las maracas y desde entonces lo combina con el cuatro; que es uno de sus instrumentos preferidos. “al comienzo fue difícil para mí, pero con constancia y perseverancia aprendí y comencé con el cuatro, poco a poco fue fluyendo”.
En su tiempo libre, este pequeño memoriza todas las notas escuchándolas repetidas veces y sortea el tiempo con los estudios, la música y los amigos. “Soy muy buen alumno, siempre me estoy poniendo al día con las actividades, busco tiempo para divertirme con mis amistades, juego futbol para entretenerme también.
Los sueños de José Francisco
En la ciudad de Los Teques, vive un niño que ha crecido rodeado de amor y familiares profesionales, quienes con sus experiencias, vivencias, consejos y buenos ejemplos lo han impulsado hacer un gran niño.
José Francisco Zambrano Coronel, con tan sólo 9 años pasa su día súper ocupado, no pierde tiempo. En su crianza ha intervenido su abuela Hilda de Coronel, quien por más de 35 años se destacó por ser la directora de una excelente escuela en San Pedro, influyó en su aprendizaje en casa.
Acaba de ser promovido para 5to grado con literal “A”, esto es gracias a un trabajo en equipo, porque su mamá Carolina, quien es veterinaria, lo levanta bien temprano para ir a la U.E. Sagrado Corazón, donde se ha desarrollo muy bien entre amigos y profesores.
Al mediodía, lo busca su abuelo, destacado periodista y reportero gráfico Arístides Coronel, quien, durante el recorrido del colegio a la casa, van conversando sobre temas interesantes vivencias y consejos.
Al mediodía come, descansa un poco y luego va a estudiar lenguaje musical, al ensayo o a las clases de taller que son 3 días en la semana, donde practica Violín, instrumento que aprendió a dominar en tan solo unas cuantas clases, en la cuarta clase lo pasaron a la orquesta. Siguiendo los pasos de su tía María Gabriela quien ha crecido en el mundo de la música y perteneció a la Orquesta Sinfónica.
José es muy extrovertido, se comporta como todo un caballero, va narrando con seriedad lo que es su día a día. El deporte al parecer lo heredó de su hermano mayor Luis Eduardo, quien es destacado entrenador de futbol. “En las tardes entreno atletismo en el polideportivo de El Paso, por los momentos sólo puedo ir dos o tres días, dependiendo de las clases de violín”.
“Tengo 3 años en la escuela de música, pero yo comencé a los 4 o 5 años en iniciación musical, luego vino la pandemia y no fuimos más. Ahora lo retomé de nuevo, dentro de poco vamos a presentar un concierto”.
También se destaca en deporte. “El atletismo lo práctico con el profesor José Ángel, es muy estricto y la profesora Milagros Castillo. Ahí tenemos dos horas de entrenamiento. El atletismo es fuerte, pero de a poquito a poquito lo domino. Tengo dos años practicando y mi resistencia es buena, tengo fuerza y velocidad es donde más me destaco”.
La sabrosura de Santy B
Santiago Bolívar, es un niño de 8 años de edad, nacido en la ciudad de Caracas, estudia en la UE Jesús María Sifontes en Los Teques, fue promovido a tercer grado, es apasionado por la música desde que estaba muy pequeño.
Muy entusiasmado junto con sus padres, nos contó que su nombre artístico es Santy B, siempre le ha gustado cantar. Entre risas nos dice que cuando tenía un añito tarareaba las letras de las canciones hasta que se las aprendía.
Comenta que le fascina cantar, “se siente sabroso, la música la llevo en el alma. De hecho, cuando comencé me estrené con una ranchera, luego me dediqué al género de la salsa, ahorita canto de todo un poquito. Con mucho orgullo exclamó “mi inspiración siempre ha sido mi papá”.
“A los 5 años comencé a cantar de la mano de mi padre José Bolívar, con pequeñas participaciones en Los Gaiteros del Cecilio, él junto a mi mamá Imara Perdomo han sido mis guías en todo este bello proceso de aprendizaje musical”, destacó.
Su formación empezó con clases de canto, primero en la Casa de las Artes Tanya Díaz con la profesora Yenni. “Luego me incorporo como alumno a la Academia de Canto Juventud Los Teques (JLT) donde he tenido la oportunidad de presentarme en distintos escenarios de la ciudad, como lo son la Casa de la Cultura y las salas de los teatros Lamas y Emma Soler, interpretando temas como el Bebé salsero, Ariel, Cómo llego a ti, Algo sobrenatural, etc.”
Estuvo en la Academia Elegance Top Model, donde recibió clases de modelaje y actuación. Actualmente sigue en la academia JLT y en el Sistema de Orquesta Nacional, en el Coro Juvenil Alma Llanera. Es uno de los solistas de la agrupación gaitera Proyecto Juventud.
Cuenta que nunca ha descuidado sus estudios, a pesar de dedicarle tiempo al canto. “Me gusta mi escuela y me gusta estudiar, tengo muchos amigos allí. Doy gracias a Dios por el apoyo de mis papás, que con mucha organización me llevan a la escuela, me guían y están pendiente de que cumplan con mis tareas, voy muy bien en el colegio, ya pasé a tercer grado”. Me pueden seguir en mi Instagram @santyb