Muros a punto de colapsar y aceras destruidas es el panorama del sector
MARIBEL SÁNCHEZ
“Mucho monte, aceras hundidas, muros colapsados y otros que están por caerse, árboles que amenazan importantes edificaciones y pare usted de contar hacen parte del montón de cosas que día tras día vemos con mucha tristeza los que vivimos o trabajamos por aquí. Nuestra calle Ribas está olvidada y eso es doloroso, porque desde la Torre Chocolate hasta Puente Castro es desolador el panorama”.
El testimonio lo dio a Avance Bertha Velásquez, lugareña, quien expresó que cada una de las situaciones descritas se acrecientan ante la mirada indiferente de las autoridades.
“El muro que nos separaba del barranco que da hacia el terminal de pasajeros de la avenida Francisco de Miranda se cayó hace años y nadie ha hecho nada por levantar otro, a pesar que por ese lado camina mucha gente todos los días”.
Transitar por la acera del lado derecho es arriesgarse a chocar de frente con el gamelote que la invade, amén de que al cruzar para evitarlo hay que lidiar con brocales destruidos y sin defensa.
Froilán Rivero, transeúnte, dijo: “Las cuadrillas casi nunca visitan esta zona, uno casi se pincha un ojo con ese monte de lo largo que está; con la llovedera deberían estar atentos porque crece más rápido”.
Otro hecho que llama poderosamente la atención tiene que ver con el deteriorado muro, el cual limita con el del liceo Eduardo Risquez; y que deja la impresión de venirse abajo ante lo gigantesco de las raíces de un árbol centenario, ubicado en el terreno de la institución.
Aroldo Hurtado, residente de la zona hizo alusión al “desahogo” que representa para los delincuentes el barranco. “He oído como los policías se lanzan tras ellos cerro abajo echando tiros”.
Ese mismo talud está socavando y deja la acera literalmente pendiendo de un hilo, lo que se evidencia en el hundimiento de la vía, tal como lo reseñó Avance el pasado mes de julio.
Le temen al súper árbol
Juan Guamán, habitante de una de las tres viviendas amenazadas por el inmenso árbol que está en el Risquez, detalló que en la platabanda de su casa tiene casi dos metros de ramaje invadiendo el espacio y que no lo puede tocar porque requiere el consentimiento del Ministerio del Ambiente.
“Tengo un amigo que es ingeniero ambiental y me aconsejó que tuviera mucha precaución, dado que ese árbol está protegido por su antiquísima data de casi cien años. El punto es que entre tantos ventarrones y lluvias esas ramas pueden caer y malograr las casas o incluso tumbar el tendido eléctrico”.
La directiva del plantel ha efectuado diversos llamados a Protección Civil y Bomberos, para solicitar la poda de algunas ramas en función de que son densas y muy pesadas; pero no han corrido con la suerte de ser escuchados./rp Fotos: Yuliettsha Molina
