Raúl Aquiles Delgado, con 27 años de edad, chelista y fundador de la Orquesta Sinfónica de los Altos Mirandinos
Chelista, proveniente de una familia de músicos, apasionado y entregado por completo al maravilloso mundo de la música clásica; él es Raúl Aquiles Delgado un joven que desde muy pequeño emprendió este camino, y hoy por hoy, a sus 27 años de edad, es fundador y director de la Orquesta Sinfónica de los Altos Mirandinos y la Orquesta Juvenil de San Antonio de Los Altos.
Su papá es Raúl Delgado Estévez director de coral, compositor y músico de una de las agrupaciones más antiguas de música venezolana que se llama El Cuarteto. Revela que las reuniones familiares se celebran tocando música.
Es el del medio de tres hermanos, que nacieron con venas de músicos. Su hermano mayor estudió canto, él tomó el chelo y su hermana menor escogió la flauta y trabaja actualmente para el sistema de orquestas.
Empezó a estudiar música a los seis años, en el núcleo de Los Teques, dirigida por el maestro, Gregory Carreño y Lourdes Sánchez, a quien recuerda como su primera profesora. Ahí empezó práctica coral y lenguaje musical.
“Desde siempre me gustó el chelo, porque mi papá tocó ese instrumento cuando fue joven. Recuerdo que fui a un concierto en el que estaban tocando unos tíos que son chelistas y me quedé muy impresionado”.
Recuerda con sentimiento, la Obertura de 1812 de Tchaikovsky y de ahí quedó enganchado. “Creo que este instrumento se parece mucho a la voz humana y como desde muy niño cantaba, bueno me enamoré del chelo”.
“Luego de una temporada sin estudiar música, a los 12 años decido retomar clases, en la Escuela de Música Pedro Nolasco Colón, con los profesores Alejandro Sardá y Omaira Naranjo, además de Germán Marcano, Gary Hoffman, Nicolae Sarpe y Franci Vásquez, quienes me han guiado tanto en clases magistrales como en clases regulares”.
A los 17 años empezó a tocar en orquestas, luego se traslada al núcleo de San Antonio para ofrecer servicio como profesor y fue aceptado. Inició como tallerista de la fila de chelo, además de impartir clases individuales.
“Poco a poco el maestro, Antonio Mayorca, me fue dando la responsabilidad de trabajar con más alumnos, con la fila de cuerdas. Después empecé a estudiar dirección coral con mi papá y luego me fui por la dirección con los maestros, Rodolfo Saglimbeni y Alfredo Rugeles, en Unearte”.
Fundador y director
Revela que a los 20 años, gracias a los maestros Antonio Mayorca y José Antonio Abreu tuvo la oportunidad de dirigir por primera vez la orquesta infantil de San Antonio. Luego continuó estudiando dirección con esos tres invaluables de la música clásica.
“Antonio Mayorca para mí ha sido mi guía en el trabajo que ejecuto en el núcleo porque no es solo dirigir la orquesta sino también saber trabajar con los muchachos y conocer lo que es realmente el proyecto social del sistema. Que más allá de la parte musical es sobre todo el rescate de jóvenes que están en las calles, en las drogas, y para mí es una labor muy importante”.
A su vez, cuenta que en ese trayecto realizó cursos con el reconocido maestro, Mario Benzecry, que es un argentino que siempre viene a Venezuela. Luego empezó estudiar con la maestra, Teresa Hernández, quien fue su última maestra de dirección.
Él junto al maestro Antonio Mayorca fundan la Orquesta Sinfónica Juvenil de los Altos Mirandinos en el 2013 y desde ese momento Raúl la dirige, además que es la que abarca los núcleos de San Pedro, San Antonio, Los Teques y Carrizal.
En el 2015, Mayorca asumió responsabilidades en la gerencia de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y Raúl quedó a cargo del núcleo de San Antonio de Los Altos, y a partir de septiembre del 2016 se está desempeñando como coordinador regional de los Altos Mirandinos.
“Entre los estudios, a parte de los maestros y los cursos, tuve la oportunidad de ir a un concurso en Rumania en el 2015. Fue una experiencia muy bonita, conocí a los profesores de allá, intercambié ideas con directores y profesores”.
Expresa que estos últimos dos años han sido los más fuertes en el trabajo debido a que tuvo la oportunidad de dirigir a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, la Orquesta Sinfónica del Teresa Carreño, La Juvenil de Caracas, también fui asistente del maestro Eduardo Marturet, al frente de la grabación de un disco con la Orquesta Sinfónica Teresa Carreño del maestro William Molina.
Constancia y pasión
Desde pequeño siempre quiso estudiar comunicación social, porque su hermano lo estudió, sin embargo entró en la Universidad Central de Venezuela en la carrera de idiomas modernos.
“Creo que entré a esa carrera básicamente por la comunicación, pero solo estudié dos años porque entendí que lo mío era la música y esos dos idiomas que aprendí me han ayudado muchísimo y creo que por medio de la música es la manera que tengo de comunicarme. Pienso que es un medio de comunicación y un medio de acercarse a la gente”.
Con particular énfasis revela que particularmente piensa que en el sistema y en él como director, la música es el medio por el cual puede llegar a esos niños y jóvenes menos atendidos.
Asegura que nunca olvidará a sus maestros, especialmente al maestro Abreu con quien estuvo, por un año y medio, casi todos los días en los ensayos con la Juvenil de Caracas.
“Una anécdota que siempre recuerdo con él es que una vez me robaron el maletín donde tenía mis partituras y le comento muy triste lo que me pasó, y me dice que no me preocupara que existen dos tipos de directores, los que tienen la mente en la partitura y los que tienen la partitura en la mente. Ahí entendí que el director siempre debe tener la música en la cabeza no en una partitura”.
Considera que su pieza favorita como director es la Cantata Criolla de Antonio Estévez, quien es tío de su padre y es una de las obras venezolanas más emblemáticas de todo el repertorio orquestal.
“Una obra para orquesta, coro y dos solistas. Que cuenta la historia de Florentino y el Diablo. Es un poema de Alberto Arvelo Torrealba que Antonio Estévez lo pasó a este formato sinfónico y creo que esa es mi obra favorita, además he tenido la oportunidad de dirigirla varias veces”.
Su sueño es continuar trabajando con su orquesta y poder expandir sus conocimientos dirigiendo fuera del país sin abandonar a Venezuela.
“La música depende mucho de la constancia y la disciplina. El músico debe tocar el instrumento todos los días y ese es el secreto. Y por supuesto la pasión por eso es lo que te va llevará a donde quieras llegar”./Rosangel Rebolledo/no/Foto: William Sánchez/