Algunos en Brasilia acusan a Rousseff de no haberse mostrado mucho en público desde su reelección el 26 de octubre
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, espera que el escándalo de sobornos de la compañía estatal Petrobras se deteriorará en los próximos meses, señalan sus asesores, con posibles arrestos de algunos aliados políticos y un daño potencialmente grave para una economía que ya está en problemas.
Los fiscales alegan que funcionarios corruptos desviaron miles de millones de dólares desde Petróleo Brasileiro SA , como se llama oficialmente la compañía, a las arcas de varias formaciones políticas, incluido el Partido de los Trabajadores de Rousseff.
La investigación ya ha provocado la detención de dos ex funcionarios de Petrobras, al igual que ejecutivos de ocho de las 10 principales constructoras brasileñas relacionados con la trama, según los fiscales. Se esperan más arrestos.
La mandataria encabezó el directorio de Petrobras de 2003 a 2010, pero negó que conociera los sobornos y los partidos de la oposición descartaron buscar un juicio político por ahora. Rousseff está más preocupada de limitar los daños a la economía, que sufrió una ligera recesión a principios de año y se enfrentaba a la posibilidad de una nueva en 2015 incluso antes de que el escándalo saliera a la luz.
Sin embargo, el funcionario dijo que “no hay muchas buenas opciones” y que el balón parece estar sobre todo en la cancha de los fiscales y las compañías implicadas. Según la ley local, las empresas halladas culpables de soborno pueden ser castigadas con la prohibición de hacer negocios con el Gobierno durante dos años.