Salvar vidas y capacitar con responsabilidad son su bandera
Disciplina, mística y abnegación. Así como este lema que representa una de las instituciones más emblemáticas de nuestra entidad, Bomberos de Miranda; es el norte que enrumba al Coronel Javier Mendoza, un funcionario que tras 36 años de servicio ha destacado en cada una de las funciones que le ha tocado desempeñar.
“A los 13 años de edad mi familia se mudó para Los Teques, antes de eso viví en el Guarataro y estudié hasta quinto grado de primaria en el Colegio la Salle que estaba en Capuchinos, nací en la Concepción Palacios. Una vez que llegamos aquí a la calle Páez de El Trigo, donde residí por 25 años aproximadamente, me inscribieron en la unidad educativa Francisco Espejo, luego en el Julio Rosales y el liceo Miranda”.
Señaló que por ser el segundo de seis hermanos, recayó en él la responsabilidad de ayudar con el sustento de su hogar ya que su padre había quedado desempleado por razones de salud; fue entonces cuando decidió buscar una oportunidad en el viejo cuartel de Bomberos que estaba ubicado para ese entonces al final de la avenida La Hoyada.
“Ya había incursionado en la experiencia de ser scouts, pertenecí al Grupo Mil, que se concentraba en el parque Los Coquitos; después pasé a ser parte de la red de emergencia de Defensa Civil que funcionaba en Lagunetica, estuve con ellos por tres años desde que tenía 15. Allí me llamó la atención el hecho de andar activo en las unidades de rescate, al tiempo que descubrí que me gustaba tratar incendios forestales”.
Pero más allá de eso también desarrolló una gran pasión por la música. Estudiando en el liceo Miranda hizo parte de la estudiantina del plantel, hasta que se integró a la agrupación gaitera Juveniles 70, hoy conocida como La Nueva Grey. Aunque en la actualidad solo desarrolla esa faceta como un hobby no se desvincula del todo de ella, “a veces me sumo a algunos toques, nada formal; en Navidad aquí en el cuartel me entusiasmo también a gaitear porque me fascina”.
Sin embargo tras haber descubierto su verdadera vocación, a través de los voluntariados a los que había ingresado, se aventuró y presentó una prueba en los bomberos, donde quedó seleccionado. “Ese fue el inicio de mi carrera un 01 de septiembre de 1980, cuando comencé me mandaron para Cúa por dos años y allá me gradué; con eso tuve doble beneficio porque hacía lo que me gustaba al tiempo que colaboraba económicamente en mi hogar, tenía para la fecha 20 años de edad”.
Para 1993 se casó con la madre de sus dos hijos, el mayor de 22 años y la chica de 16. Hace cerca de ocho años atravesó la difícil etapa del divorcio y hoy día está retomando su vida sentimental, sin perder el norte de brindar la mejor educación a sus retoños y cumplir a cabalidad con sus funciones profesionales.
Don de liderazgo
De acuerdo a todos los escalafones que recorrió, pudimos apreciar que a pesar de su humildad nació para ser un líder. El único rango por el que no pasó fue el de Segundo Comandante, a medida de que fue tomando responsabilidades las asumió con disciplina y absoluta vocación; lo que lo llevaron a pasar de ayudante de la sección de guardia a jefe de la misma, luego jefe de estación y después de zona.
“Ahí agarré para las grandes ligas, como decimos, brinqué a jefe de personal, jefe de la división técnica y refundamos el centro de operaciones de emergencia. Fundé el departamento de materiales peligrosos, convertido hoy en división; eso surgió gracias a unos cursos que hice en EEUU, una vez que me especialicé presenté mi propuesta que fue aprobada y cristalizada”.
También fungió como jefe de estadísticas y de operaciones, luego como Inspector General, le brincaron la segunda comandancia porque hubo ciertos cambios a nivel gubernamental y le tocó un receso que aprovechó para realizar estudios universitarios en la Unefa, donde egresó como licenciado en Administración de Desastres. Transcurrido algún tiempo lo llamaron para optar a la Comandancia, concursó y desde junio de 2010 es Comandante General de los Bomberos del estado Miranda.
Aseguró firmemente convencido que la labor de salvar vidas le ha dejado indescriptibles satisfacciones. “Cuando uno se mete en esta profesión, debe aprender a hacer de tripas corazón para llevar a cabo una buena labor, porque si te dejas dominar por los sentimientos ante una situación de emergencia no la vas a atender bien; esa parte viene después de cumplir la misión que uno se sienta y reflexiona. Perder una vida nos marca, aunque tengo más salvadas afortunadamente”.
Forjador de la excelencia
Mendoza lamentó que la nueva generación no ingrese con la misma vocación con la que se llegaba durante la vieja escuela, porque muchos se dejan llevar por el factor económico y la facilidad de las guardias, que se traducen en diez mensuales. “El rendimiento es completamente distinto, no digo que sean todos, hay unos muy buenos; pero otros que no comprenden el verdadero compromiso que este oficio implica, aquí hay una doctrina con parámetros muy bien marcados que buscan formar a un verdadero profesional ”.
Más allá de todos sus aciertos en la institución que representa, también se apunta ser Instructor de la Universidad de Texas, donde cuentan con un programa de capacitación de bomberos. Generalmente acudían comandantes, pero en una oportunidad, a principios de los 90’s uno de ellos decidió llevarse a cuatro oficiales, entre ellos Mendoza, quien quiso hacer el curso de emergencias por materiales peligrosos pero culminó con el de formación de instructores, allí permaneció cinco años como auxiliar y hoy cuenta con 15 años como titular en el área de incendios.
Se vea desde donde se vea, el objetivo de este profesional es ayudar; por un lado a los civiles en situación de riesgo o a través de la capacitación de sus pares, multiplicando los conocimientos que obtiene.
“Fui director de la escuela de formación de bomberos, me gusta enseñar, disfrutaba y aún gozo de poder entrenar a los funcionarios como se debe hacer, con disciplina y objetividad. Mi misión es que se conviertan en los mejores porque si los mal enseño pongo en juego la vida de terceros y la del propio uniformado. Cuando me toque el retiro quiero impartir clases en la UNES, siempre transmito el valor de la humildad, un cargo no te hace mejor que nadie, por el contrario te compromete con la gente porque un día estás arriba y al otro puedes de pronto no estarlo”./Maribel Sánchez/lb/Foto: Alejandra Ávila/