Ha cosechado logros dentro y fuera del país
Annagrazia Bonsanti es una joven tequeña, que con tan solo 21 años es dueña de una extraordinaria carrera deportiva, la cual ha trascendido incluso las fronteras de nuestro país, lo que la convierte en ejemplo de perseverancia y éxito, cualidades que se hacen presentes con mayor fuerza en nuestra juventud venezolana.
“Desde muy pequeña mi madre me inculcó el amor hacia el deporte, y junto a mi padre sembraron en mí la importancia de obtener siempre muy buenas calificaciones en el aula. Esos dos puntos han sido mi norte desde entonces y se los agradezco infinitamente porque gracias a eso soy lo que soy”.
Cargada de entusiasmo, pero al mismo tiempo de nerviosismo, nos narró lo activa y afortunadamente productiva que ha sido su vida desde que tenía cuatro añitos. “Comencé con gimnasia y natación, más adelante incursioné en tenis, pero finalmente descubrí que mi pasión es nadar”.
Aseguró que más allá de la competitividad, la gran cantidad de premios y reconocimientos que ha obtenido y la satisfacción de lograr sus ideales, está el hecho de haberse convertido en el orgullo de sus padres y en el ejemplo a seguir para su hermana menor, y por supuesto para las nuevas generaciones. “Hay dos cosas que me hacen inmensamente feliz: nadar y ver contenta a mi familia”.
Explorando capacidades
Se inició como gimnasta cuando estudiaba en la Unidad Educativa Los Tricolores con la profesora Mildred Espejo, quien incentivó en ella la disciplina y constancia que hoy la caracterizan. “Ella vio en mí el potencial que me llevaría a conseguir el éxito”
Relató que aunque le iba muy bien en esa disciplina deportiva, sentía que no era lo suyo; sin embargo, le ponía empeño y dedicación porque no concebía hacerlo de otra manera, para ella es sumamente importante hacer siempre las cosas bien. “Anualmente competía con mi colegio y obtuve muy buenos resultados, destacándome por lo general entre los tres primeros lugares”.
Aseguró que disfrutaba de la gimnasia, pero le parecía muy estricta. “Cuando terminé primaria no disponía casi de tiempo para dedicarme a ella como corresponde, puedo asegurar que lo que más me gustaba eran los actos que se hacían a final de año, allí veía reflejada la preparación que nos impartían, era algo muy gratificante. No obstante, mi corazón me decía que mi rumbo era otro”.
Triunfos a granel
Contó que aprendió a nadar en la piscina del Sepinami, donde recibía clases desde muy corta edad; con el transcurrir del tiempo, a los siete años desarrolló impresionantes aptitudes competitivas que la llevaron a pertenecer a clubes de natación, y más adelante pasó a ser federada con 13 años en el club Emil Friedman, al tiempo que era integrante de la Selección Nacional de la especialidad.
“Recuerdo que en mi primera competencia nacional estando federada quedé en el tercer lugar y eso fue un boom porque nadie esperaba que una novata obtuviera ese resultado, lograrlo fue para mí un impulso para ambicionar el triunfo en más y mayores retos”.
Aunque sus entrenamientos eran en Caracas, eso no representó una traba para Anna; por el contrario, la motivaba a esforzarse por lo que quería lograr. “La primera vez que competí en los juegos escolares nacionales obtuve tres medallas de oro y dos de plata, allí fui seleccionada para mi primera competencia internacional en los Juegos Suramericanos Escolares que se realizaron en Ecuador”.
Más adelante participó en diversos campeonatos centroamericanos y panamericanos para la categoría juvenil, pero más allá de eso estuvo en un mundial de natación en 2011 el décimo quinto lugar estilo libre. “Me especializo en ese estilo por resistencia y no por velocidad, por ello he logrado sobresalir siempre en el espacio de 1.500 metros, que es la distancia máxima en la natación”.
Más allá de la piscina
“La primera vez que competí en aguas abiertas tenía 9 años, era 1 kilómetro lo que debía recorrer mar adentro en La Guaira; en esa prueba me impuse hasta por encima de los varones. Eso me abrió la posibilidad de desarrollarlo con mayor amplitud fuera de lo que ya conocía, la piscina”.
Luego asistió tres veces a Margarita para participar en competencias nacionales y allí también logró atribuirse siempre los primeros lugares en 5 y 10 kilómetros, dejando muy en alto el nombre de nuestro estado Miranda.
Posterior a ello estuvo en una gran cantidad de eventos fuera del país, donde se adjudicó en todo momento resultados imponentes. Por ejemplo, en 2012 estuvo en Canadá, para participar en un Mundial de Aguas Abiertas donde debió nadar 7,5 kilómetros en un lago, allí se hizo con un importante 18º lugar.
Detrás de un sueño
Tras conocer todo el talento que había desarrollado y confiada al 100% en sus capacidades académicas y deportivas, decidió que no quería quedarse solo con eso y tomó la iniciativa de escribir por correo a distintas universidades de los Estados Unidos, con miras a aspirar a alguna beca que la ayudara a crecer personal y profesionalmente.
“Para mí era importante trascender nuestras fronteras haciendo y estudiando lo que me gusta. Aquí en mi país siempre me fue muy bien en clases, mi promedio era de 19.85 puntos y eso me ayudó a entrar en la UCV a estudiar Nutrición, una carrera afín que complementaba mi pasión por la natación; así que escribí como a 10 universidades norteamericanas con la esperanza de que me reclutaran en algún momento”.
Gracias a su excelente desempeño y a la confianza en sí misma, lo logró. De todas obtuvo respuestas favorables, pero la que más le atrajo fue la propuesta de la Universidad de Bridgeport, donde le brindaban la oportunidad de desarrollar su deporte a la par de seguir estudiando Nutrición, todo por beca.
Así que con el apoyo incondicional de sus padres partió hacia el Norte, donde actualmente estudia y compite, obteniendo como siempre los mejores resultados, al punto de batir récords con los que impresionó a más de uno. En apróximadamente dos años culmina su carrera universitaria y con ello sus competencias en nombre de su casa de estudios./Maribel Sánchez/ac/