Bien reza el dicho que asegura que “el perro es el mejor amigo del hombre”, y si una persona puede dar fe de ello, esa es precisamente Beatriz Puentes.
Residenciada desde hace trece años en Los Teques, aseguró que desde pequeños a ella y a sus hermanos les inculcaron siempre el amor y respeto hacia los animales, cosa que particularmente se ha tomado muy en serio hasta el punto de trabajar en ello.
“Yo me he destacado mucho en esta labor de cuidarlos, atenderlos y quererlos, sobre todo a los que están abandonados en las calles o han sido víctimas de maltratos crueles, consideró inhumano el irrespeto hacia ellos sólo por ser callejeros”.
Confesó que se inició cuidando y curando a los perritos en las calles de la ciudad, posteriormente conoció a María Arteaga, la famosa “Negra” de Famproa, en una jornada de esterilización en la comunidad donde reside, ella a su vez la contactó con otros proteccionistas y emprendieron esa labor con todos los hierros.
Con ellos trabajó activamente por cinco años, pero tuvo que retirarse porque fue operada de la columna en dos oportunidades, así que tiempo después continuó pero a su manera, igual colaboraba con la fundación pero desde sus posibilidades y no desde el refugio.
Compromiso incondicional
Actualmente brinda apoyo a la Misión Nevado y también trabaja en conjunto con la Asociación Pro Defensa de los Animales (Aproa) desde hace tres meses, quienes le suministran ayuda para las esterilizaciones, así como capacitación en materia de eutanasia, tomar la vía en los perros, brindarles primeros auxilios con mejores técnicas, entre otras.
“Yo llegué a tener hasta setenta perros en mi casa, provenientes del refugio de Famproa, después de un tiempo tuve que acondicionar el espacio donde los tenía para alquilarlo por la situación, ahorita tengo conmigo una poodle y una callejera que están en perfecto estado y que estoy dispuesta a dar en adopción ya vacunadas, desparasitadas, esterilizadas y hasta les hago seguimiento, brindo apoyo con las vitaminas para que las mantengan bien cuidadas”.
Generalmente las medicinas y vitaminas que adquiere es con recursos propios, incluso en ocasiones presta servicio en casas de familia y con el aporte que le dan lo invierte, acción que los animalitos le compensan con amor, agradecimiento y fidelidad.
Sembrando conciencia
Beatriz es partidaria de que los niños hay que educarlos desde muy chiquitos para que sean responsables en torno a este tema, porque los perritos sean mascotas o no merecen amor y respeto. “El principal deposito de perros callejeros es el mercado municipal, la gente tiene la pésima costumbre de dejarlos abandonados allí, en algunas reuniones sostenidas con representantes del lugar hemos acordado activar una campaña de concientización a través de afiches, volantes, marchas, charlas para que las personas entren en razón y se hagan responsables, además de que comprendan que eso allí no es para ese fin”.
Otra de las labores que emprende esta admirable mujer radica en el maltrato animal, cuando conoce de un perro que está recibiendo un trato cruel acude junto a un grupo de proteccionistas a impartir charlas y concientizar a las personas de que esos animales también sienten y padecen y hasta hacen del conocimiento de ellos las ordenanzas municipales que los amparan.
Bienestar en todos los sentidos
Entre los lugares que más visita Beatriz en nuestra capital están la plaza Guaicaipuro, el mercado municipal de El Paso, la plaza Miranda y algunas comunidades, así como diversas estaciones del metro en Caracas.
A su criterio, para que una persona pueda optar a la adopción debe estar comprometida a brindarle afecto y protección al animal, así como tener un espacio acondicionado para darle calidad de vida y no para tenerlo permanentemente amarrado o encerrado.
“Son muchas las historias que podría contar después de toda una vida entregada a esta labor, la mayoría de ellas muy triste, sin embargo, la satisfacción que siento al devolverles la salud, darles afecto, alimentarlos y hasta quererlos, es algo que para mi no tiene precio”./Maribel Sánchez/gp/Foto Gabriel Ordoñez