Una familia de El Nacional relata su angustia
MARIBEL SÁNCHEZ
Fue en 1993 cuando la señora Carmen Díaz llegó desde Caracas al sector Los Eucaliptos, en la comunidad de El Nacional, para brindarles un nuevo hogar y un techo “seguro” a tres pequeños hijos.
Todo marchaba en orden, cuando ella compró el inmueble estaba en buenas condiciones, con el paso de los años la realidad fue cambiando.
“Hace 30 años el techo estaba intacto, las paredes bien plantadas. Por desgracia se hizo muy cuesta arriba evitar el deterioro del zinc y las tablas, que se hizo mucho más visible cuando ya tenía entre 15 y 20 años viviendo aquí. Hoy en día, mi casa se está cayendo y ya no sabemos qué hacer o para donde agarrar”, relató.
Las constantes lluvias registradas en los últimos meses han contribuido a acelerar el proceso, oxidando cada vez más el techo que poco a poco se comenzó a desprender. Este martes, parte de la estructura se desprendió por completo ante un fuerte ventarrón que se registró en el sector a horas del mediodía.
“Nos llevamos un susto muy grande, pero sabíamos que podía ocurrir. De hecho, nos hemos estado movilizando constantemente, desde hace cuatro meses, ante diversos organismos para solicitar ayuda. No tenemos a dónde ir, aspiramos cuando menos conseguir algún beneficio de los que asignan en Misión Vivienda”, aseguró Jenny Quijije, hija de Carmen.
Tocando puertas
En marzo de este año acudieron a Protección Civil Guaicaipuro, donde de acuerdo con el escrito emitido bajo el folio DPCADMG-ITO: 0069/2023, los riesgos de origen natural y antrópico derivan en que “la solicitante canalice un refugio solidario con la finalidad de mitigar los riesgos latentes para el componente familiar”.
Ante esta recomendación decidieron emprender acciones en mayo acudiendo ante el Ministerio de Hábitat y Vivienda en Caracas, para luego hacer lo propio en junio ante las oficinas de la Alcaldía de Guaicaipuro. En ambos organismos les indicaron que las tendrían presentes entre los casos de prioridades.
Otra situación que amenaza la “estabilidad” de la vivienda es un muro que a simple vista da claras muestras de inclinación, por lo que en cualquier momento podría desplomarse y caer sobre la casa de la señora Carmen.
Medidas desesperadas
La casa está recubierta, en forma improvisada por ellas con plástico para “evitar” que el agua se siga filtrando hacia las paredes; sin embargo, por la parte baja se les mete el agua e inunda todo el lugar, por lo que siempre tienen que poner en alto los zapatos, las cestas de ropa y algunos muebles.
“No duermo de tanto pensar, cada vez que llueve lo que hago es llorar. Tengo un hijo de 17 años, con condición de autismo y lo tuve que mandar a casa de su papá en Caracas, por las crisis nerviosas que le atacaban cada vez que se nos metía el agua a la casa”, expresó visiblemente angustiada./rp
