Controlar a cientos de consumidores desesperados no es una tarea fácil
Dueños de negocios deben trabajar el doble y corren todo tipo de riesgo, cuando llegan productos regulados. Las colas no solo afectan a consumidores. “Desde que el desabastecimiento se agudizó en el país cada vez que llegan los productos regulados sufrimos de estrés. Entre controlar a la gente que viene a comprar, evitar que nos roben y tratar de vender todo, sufrimos un desgaste” resalta Manuel Olivero, comerciante.
Un encargado de negocio que no quiso revelar su identidad, explica que “ aquí tratamos de vender todo lo que llegue lo más pronto posible, antes vendíamos pocas piezas para que todo el mundo comprara, pero se volvió un dolor de cabeza, ahora si podemos vender todo en menos de dos horas es mejor”. Indica que solo los usuarios no representan un malestar cuando llegan productos regulados. “Entre los funcionarios de seguridad pública , los cuales te presionan para que les vendas a ellos primero y los consumidores que se molestan cuando ven esta situación”.
Asegura que aunque han ideado métodos para facilitar el proceso de venta, pero no deja de ser un momento incomodo cada vez que llegan estos productos. “Hemos recibido hasta amenazas de la gente que se molesta por algún coleado que se escapa a nuestra vista”. Esta situación incomoda tanto a los dueños de negocios, que hasta los comerciantes chinos de la capital mirandina, mantienen en sus negocios carteles en donde indican que no están vendiendo productos regulados.
Trabajadores sufren cuando llegan productos regulados
Un empleado de supermercado, expresa que “ es triple trabajo, los clientes se vuelven como locos y creen que no queremos vender los productos. A veces no entienden que nosotros solo recibimos ordenes”. Afirma que en varias oportunidades consumidores han intentado sobornarlo para poder sacar mayor cantidad de productos. “ Hay mucha gente que se aprovecha de la necesidad ajena y compran regulado para luego revender”.
“Muchos usuarios aprovechan los bululú que se forman y se roban enlatados o cualquier producto pequeño que puedan meter en sus bolsos. A veces te amenazan si les dices algo, es preferible quedarse callado”, precisa Anmarys López, empleada de un supermercado. / Francis Zambrano Rengifo./ Foto: Karinés Sabino