Entre desidia, delincuencia y malas políticas gubernamentales, el populoso pueblo pierde su esplendor
San Pedro de los Altos fue fundado hace más de 400 años, el lugar es conocido por poseer zonas montañosas y lugares exóticos para el disfrute de turistas, además que sirve como vía de acceso a zonas turísticas como El Jarillo y la Colonia Tovar, igualmente de sus amplias cordilleras, donde agricultores cultivan legumbres y frutas que se distribuyen a los principales mercados de Caracas. Hoy en día el pueblo no es punto de
referencia para hacer turismo u observar todas las características antes mencionadas, tantos han sido los problemas que han atacado a la comunidad que San Pedro que ahora se hunde entre delincuencia y desidia. Secuestros y robos son los problemas que agobian a la comunidad durante los últimos meses, situación que ha llevado a sus habitantes a protestar, trancar calles y exigir tanto a la Alcaldía de Guaicaipuro como a la
Gobernación del estado Miranda, a aplicar políticas que de una vez por todas, exigen que pongan fin a la situación que los mantiene en zozobra día a día. Hace más de un mes, un grupo de vecinos trancó la vía principal que conduce al pueblo, como medida de rechazo a los secuestros y robos que se habían venido presentando los últimos días, situación a la que ni el padre de la parroquia pudo escapar. La manifestación se
desató luego de que un grupo de antisociales que despojaban de sus pertenencias a una joven, le propinaran también un disparo que ocasionó el traslado de esta al hospital. A raíz del descontento de los habitantes, autoridades locales enviaron patrullaje a la zona, no obstante, la situación se mantuvo aplacada solo por unas semanas. Actualmente, de acuerdo con información suministrada por sus habitantes, ocurren entre tres y
cinco robos semanales, mientras que en las montañas, funcionan redes delictivas que se dedican a secuestrar y extorsionar a agricultores y campesinos, sin piedad alguna. Para algunos, la situación en San Pedro es insostenible, mientras que otros, alegan que es tan grave el escenario que allí viven, que son capaces de sacrificar años de vivencias, incluyendo la renuncia irrevocable a ese linaje familiar que particularmente
caracteriza a quienes durante largos períodos han vivido allí. Muriendo en la desidia Poco a poco, la actividad económica y turística ha bajado, la crisis económica y social que afecta al país también se ha sentido en el pueblo. Agricultores ya no producen como antes, quienes asistían al casco histórico de San Pedro a comerse un helado en la plaza, a pasear por ese pequeño pueblo que parece haber sido sacado de un juego de
monopolio, ya no lo hacen. Tomar las vías que comunican hacía el Jarillo, conocida como Pozo de Rosas, es imposible, la falta de voluntad del Gobierno local por acondicionar las vías, ha ocasionado que rodar en un vehículo por ella, sea imposible. Subir a La Culebra a hacer campismo también ha sido una actividad que se ha minimizado, debido a que bandas delictivas que operan por la zona se dedican a despojar de sus
pertenencias a los turistas arriesgados que suben al lugar. La recolección de basura es irregular, situación que ha conllevado a que en cada esquina se encuentre cualquier cantidad de bolsas negras rodeadas de moscas y ratas, que atentan contra la salud de sus habitantes. Aunado a ello, está el mal mantenimiento del río San Pedro, víctima de años de construcciones y del crecimiento grotesco de la población, que ha causado estragos,
no solo en la invasión y daños de sus zonas naturales, sino también, en la contaminación del cauce que nace gota a gota entre sus montañas húmedas. Por otra parte, el cementerio, testigo único de todas esas personas que durante años han vivido en la parroquia, se hunde entre basura de exhumaciones irresponsables y deterioro de tumbas por profanaciones ilegales con fines esotéricos, cuyas urnas reposan a las afueras de aquel
camposanto olvidado, y a la vez, víctima de críticas por parte de quienes aún poseen la costumbre de llevar flores a sus difuntos. La urnas vacías reposan a las afueras del cementerio, despertando preocupación entre los habitantes, debido a que temen que se desaten enfermedades y epidemias, por
lo que piden a su actual regidor, tomar iniciativas que mejoren y no deterioren más el camposanto. Una realidad que se oculta entre la ignorancia Habitantes alegan que el deterioro al que ha llegado al pueblo, se debe a las malas gestiones de sus antiguos alcaldes, Raúl Salmerón, Alirio Mendoza y ahora Francisco Garcés, sobre quienes impacta directamente la responsabilidad de rescatar lo poco que queda de San Pedro. Son muchas las
versiones de quienes deciden contar qué ha sucedido con la parroquia, pero en algo en lo que si concuerdan, es el hecho de que las malas políticas y el quedarse cruzados ante lo que sucede, han acarreado a que el olvido y la desidia se apodere cada día más del sector./ai