“Los rellenos se los pido al carnicero como si fuera un consumo personal. No me ha tocado hacer cola, porque el distribuidor me trae mi mercancía. A mí me llega el pollo y la carne en dos presentaciones. Todo lo compro al precio que esté, y la masa para los pastelitos la hago yo misma”, dijo Rosa Bruzzo. “Todo ha variado, así que si consigues los ingredientes elaboras el alimento para la venta, si no, ni modo. Lo sustituyes o no lo cocinas. En mi puesto de pastelitos llevo dos meses, la venta me va bien, los ofrezco a Bs. 35”.
Por su parte, Leonel Linares, comerciante, aseguró que “sí hay un problema con los alimentos, sus precios y los revendedores. Estos compran a un monto y lo prometen a otro. En mi negocio, no han faltado las provisiones para cocinar, nuestro menú sigue teniendo variedad. Siempre buscamos soluciones para resolver los platos que se venden a los comensales”.
Por: Erika Rojas
Foto: Fanny Romero