El agricultor Francisco Taguaripano, cuenta su experiencia
En la Miranda profunda, caracterizada por estar alejada del bullicio, la contaminación, el ritmo acelerado y estresante que viven diariamente los ciudadanos en las urbes de la entidad, se encuentra la Hacienda Taguaripano.
Es una unidad productiva cacaotera, ubicada en Curiepe, municipio Brión, estado Miranda, la cual produce al año un promedio de mil kilos de este producto, principal ingrediente para elaborar el manjar preferido de chicos y grandes: el chocolate, destaca un trabajo periodístico realizado por la Gobernación.
Sus caminos de tierra, rodeados de frondosos árboles y mucha vegetación conducen a un grupo de científicos, técnicos y sociólogos del Instituto Venezolanos de Investigaciones Científicas (IVIC), acompañados por estudiantes de la Universidad Argelia Laya, así como por representantes del Gobierno de Miranda, a aquel bosque tropical cuya extensión aproximada es de tres hectáreas.
Una vez en el lugar, los universitarios realizan una encuesta socioeconómica al propietario de la parcela, mientras que los trabajadores del IVIC se disponen a obtener muestras de tierra, hojas y fruto madurado para ser llevados a los laboratorios donde se someterán a exámenes biológicos y químicos, todo con el objetivo de que, en un corto plazo, se pueda certificar científicamente al cacao curiepeño como el mejor del mundo.
Buena producción
Bajo los árboles que dan sombra del inclemente sol, se encuentra Francisco Taguaripano, un curiepeño, propietario de la mencionada unidad productiva, la cual dispone de aproximadamente unas dos mil 500 matas.
Vestido con traje de faena, pantalón azul, camisa blanca, gorra, botas de plástico y portando un machete en mano, manifiesta con satisfacción la visita de los científicos y estudiantes universitarios, gracias a la alianza alcanzada a través del Consejo Científico, creado por la Gobernación.
“El trabajo que realiza el IVIC me parece bien porque muchas personas no sabemos lo que tenemos o producimos en nuestras haciendas y tampoco conocemos nuestras debilidades y fortalezas. Esto nos sirve para que aprendamos a desarrollar nuestros conocimientos ancestrales para seguir mejorando la calidad de nuestros productos”, comenta.
Relata con orgullo que su cacao se ha caracterizado por su excelente calidad, lo que ha llamado la atención de empresas chocolateras privadas para la compra de su producto, en especial Cacao San José.
“Esta actividad me genera ganancias económicas que me permite mantener a mi familia. Gracias a Dios que mi hacienda produce todo el año”.
Explica que la plantación tiene varios tipos de cacao; está el superior, el trinitario, pocos de porcelana, “pero el mejor de todos, por su buena fermentación y buen aroma, el es criollo, y ese es el que más se produce acá”.
“Yo prefiero vender calidad y no cantidad, para que el que me compre se lleve un producto bueno y tenga una excelente referencia de mi trabajo que hago”, destacó.