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“Ellos están lejos, pero no ausentes”

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La partida de sus tres hijos marcó una huella en el corazón de Inés María

MIGDALIA DÍAZ

La cotidianidad de Inés María Silva de Sabino, cambió abruptamente, cuando cuatro de sus cinco hijos tomaron la decisión de migrar de Venezuela en el 2018, en la búsqueda de nuevos sueños y metas que les aseguraran un futuro promisorio, que ya no podían alcanzar en su país natal.

Inés estaba muy emocionada al hablar de sus hijos, pero a su vez su voz denotaba un nudo en la garganta, al narrar el impacto por la partida de sus retoños.

Cuenta que tiene 40 años de casada y su único hijo, Carlos Alberto de profesión chef, se encuentra en Bogotá, Colombia, donde partió junto a su esposa e hijo pequeño hace ocho años.

“Él se fue buscando una mejor vida, en ese momento el país estaba en condiciones muy críticas y eso precipitó su partida”.

Asegura que no todo comienzo es bueno, “no fue fácil para él, hoy se encuentra muy bien, me dio la oportunidad de conocer a Colombia.    En enero de este año vino al país. Es completamente independiente, tiene su local, es una persona emprendedora, ya no es  el muchachito que se fue”.

Se arruga el corazón

Al hablar de Karen Diana, 30 años, su hija más pequeña su rostro muestra preocupación, porque todavía no logra estabilizarse en Perú, donde reside hace tres años.

La joven, quien viajó con su esposo y dos niños, Sofía y Sebastián, trabaja muy duro en un negocio de comida, donde solo cuenta con un día libre, mientras que su pareja labora como delivery.

“Ella ha luchado muchísimo por la aceptación, adaptarse allá no le ha sido fácil, conseguir trabajo tampoco fue fácil. Estoy esperando que retorne pronto con nosotros. Ella es la más pequeña, ella sigue siendo la bebé a quien espero con mis brazos abiertos para apoyarla”.

Hoy  tiene un nieto de nombre Samuel, el tercer del pareja nacido en nación Inca.

Viajó al norte

Hace ocho meses vio partir a Ineskar Lailing, quien voló desde el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar a la ciudad de Florida, Estados Unidos, junto a su esposo e hijo Leopoldo de 9 años.

“Ella es mi talón de Aquiles, así como Karinés. Ella y su pareja son profesionales y están esperando su documentación, mientras tanto trabajan muy duro”.

Su mayor tranquilidad es que ingresaron a los EE.UU. legalmente y cuentan con el apoyo de familiares. “Abrigo la esperanza de irla a visitar”.

Es más cerca

Karina Geraldine, reside junto a su esposo y niño de 9 años en una localidad ubicada muy cerca de la frontera entre Colombia y Venezuela, a 40 minutos de Cúcuta.

Relata que, a diferencia de sus otros hijos, ella puede viajar a Los Teques y visitarla, cuando quiere y puede porque tiene mayor posibilidad de movilizarse.

“Ella se escapa cada vez que puede, en este momento está en mi casa, porque su hija vive conmigo y su abuelo. Ella siempre está conmigo, porque está más cerca, no la siento tan lejos de casa”.

Revela que es imposible no llorar. “Es muy difícil no aceptar que los hijos no están en el país. Karinés es mi apoyo, ella es mi paño de lágrimas y la que está conmigo, a parte de mi esposo. Estamos tristes, pero tenemos que ser muy fuertes rogando a Dios que siempre estén bien, todos están muy saludables y no han tenido malas experiencias porque están legales, ninguno se ha ido por las trochas”.

Destaca que sus hijos cambiaron de ambiente para su bienestar.  “Estoy triste, pero tranquila. Me comunico todos los días con ellos primeros.  A todos los tengo presentes en mi corazón, están lejos pero no ausentes. Gracias a la tecnología, cada vez que quiero los llamo, por eso a veces no siento la distancia, pero extraño es el contacto físico”. /rp

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