José Cristo Rodríguez, 15 años demostrando que sí se puede
La viva imagen de un ejemplo a seguir, una muestra clara de que con perseverancia y optimismo se pueden lograr todas y cada una de las metas que se propongan. Ese es José Cristo Rodríguez, un hombre que, durante 15 años, se ha dedicado al negocio de la venta de chicha; oficio, que en todo este tiempo, le ha traído un sin fin de satisfacciones laborales como personales.
Proveniente de una familia grande, que incluía a 8 hermanos. Nació el 25 de septiembre de 1962, en un pueblito llamado Cuchilla de Agua Fría, Boconó, estado Trujillo. Expresó que creció en un entorno en el que enmarcaba la siembra de café y la agricultura, como base para subsistir en aquella época. Por eso, siempre estuvo enfocado en mantenerse bajo sus propios medios, sin depender de un sueldo.
“A los 17 años, decidí tomar mis maletas y emprender rumbo a Valencia donde estuve viviendo por un tiempo, luego me trasladé a Guanare y cuando cumplí los 20 me vine a Caracas, y desde hace 14 años me encuentro residenciado en Carrizal”.
Trabajó en una importante cadena de hoteles en Caracas donde conoció al amor de su vida, Carmen Gerarda Rojas, madre de sus 3 hijos, Karyoly Hernández, Crisneiber Rodríguez y, el menor, Cristian Rojas.
Luego de pasar por distintas empresas, y tener experiencias laborales en distintos cargos como mantenimiento, seguridad, entre otros, decidió tomar el timón de lo que sería su emprendimiento. “Trabajé en otra cadena hoteles, desde 1993 hasta el 2001, cuando tomé la decisión de retirarme y me quedé en el aire, sin embargo con mi liquidación mandé hacer un carro de chicha”.
Sin saber como prepararla ni como le iba a ir, quiso demostrarle al mundo que se puede salir adelante con optimismo. “En Capuchinos que era donde vivía, y sin saber donde me estaba metiendo, comencé a hablar con varios chicheros de la zona preguntando técnicas de preparación, hasta que un día la hice, me paré en una esquina llamada 19 de Abril e inicié las ventas”.
Con profundo esmero, expresó que al principio no fue nada fácil, puesto que las ventas se veían de poquito, pero como todo negocio el inicio tiene sus altibajos que con experiencia, constancia plena y entrega total se van llevando por el rumbo que se quiera tomar.
“Con el tiempo me fui dando cuenta que esto era lo mío, la gente comenzó a reconocer mi sabor y compré otro carro. Me fui a la avenida San Martín, pero allá no tuve mucha vida con las ventas. Al año y medio, monté una bodega en La Yaguara y dejé a una persona encargada en Capuchinos”.
Padre y abuelo honorable
Precisó que, el negocio de la bodega no lo llevó a ningún lado, por lo que, en tres meses, decidió vender su parte y seguir adelante con su negocio de chicha que de la nada se convirtió en un trabajo digno, que le ayudó a superarse como persona y como motor para darle lo necesario a sus hijos.
“Fueron muchas las dificultades por las que pasé y de las mil trabas que se me interponían tuve que trabajar de otras cosas y paralizar un poco con mi negocio, sin embargo nunca me aparté, hasta que hice lo posible para que todo fluyera de manera positiva y viento en popa”.
Este valiente caballero estuvo presente en los hechos que ocurrieron el 11 de abril de 2002, en el que estuvo involucrado el fallecido presiente Chávez. “Recuerdo que la gente me decía en reiteradas ocasiones que guardara el carro, pero seguí vendiendo hasta las 5:00 de la tarde, de ese día”.
A sus hijos, les ha demostrado que los sueños se logran y nada mejor que tener ingresos de por cuenta propia. “Siempre les he inculcado que estudien y tengan su carrera profesional, pero que también aprendan otras cosas, porque uno nunca sabe donde va parar”.
Aseguró, que hasta ahora el único que se ha involucrado, poco a poco, es el menor. “A él, con 14 años, lo he dejado encargado por unas horitas y lo ha hecho muy bien, además de que le voy explicando como se hace, no sabemos hasta cuando estaré en esto y quiero que al menos uno de mis hijos sigan con lo que yo dejé”.
Para éste hombre, el bienestar de su familia es fundamental y lo primero en todo. Cuando habla de su nieto, Alan Javier, se le ilumina su rostro, es transmitir un sentimiento incomparable, ese pequeño es su vida a plenitud. “Lo amo con locura, es mi nene, mi todo, ese niño me ve cuando estoy preparando la chicha, al parecer va aprender más rápido que mis hijos”.
Fiel a su municipio
Carrizal, para él ha sido el municipio que mejor lo ha acogido en todo este tiempo, pues considera que su gente es la mejor. “Hace 14 años, cuando decidimos mudarnos para acá, todo me quedaba lejos, pero luego me fui amoldando a la zona y hoy por hoy siento un inmenso cariño por el lugar”.
“Empecé en la venta por los alrededores de La Cascada, me daba algo de pena, pero no le prestaba atención, luego me movía y caminaba desde el matadero hasta la pasarela de Corralito. Con el tiempo fui agarrando fama y hasta ahora solo me he quedado en el pueblo de Carrizal”.
Mencionó que este negocio le ha traído muchas amistades y ser reconocido por cientos de personas de la zona. “Me he vuelto famoso por lo que hago y esa es la gratitud que me llevo, además de que mi labor la hago con mucho esmero y cariño, para que la gente deguste la calidad de mi producto”.
A pesar de la situación país, consideró que es importante una buena administración en los ingresos, debido a que todo negocio lleva consigo inversión para obtener las ganancias deseadas.
“Por la escasez, me ha tocado comprar los ingredientes muchísimos más costosos, bachaqueados, pero muevo mis contactos como sea. En todos los años que tengo en esto, nunca he parado de trabajar una semana y por falta de ingredientes mucho menos”.
Este ejemplo a seguir aconseja que estén a punto o con la intención de arrancar con un emprendimiento que lo hagan y que no se paralicen con una derrota o por miedo, el éxito va de la mano con la constancia y de las caídas también se saca provecho./RR/no/Foto: William Sánchez/