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Gustavo o la pasión por contar historias

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Periodistas de Avance

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 Altos Mirandinos una musa para la escritura

Gustavo Oliveros sabía hacia donde iba, sabía lo que quería y lo que le gustaría ser, sólo que no estaba entrenado para ponerlo en práctica a su corta edad. Ya desde su adolescencia recorría las calles de Caracas, igual que ahora, mirando, conociendo y escuchando mientras “se ganaba el pan de cada día”. Así  conformó su disco duro personal con información que al pasar de los años y con los conocimientos comunicacionales adecuados logró convertir en noticias, relatos, cuentos, novelas, crónicas o videos en cuantas páginas de periódicos, revistas  o espacio impreso y audiovisual  le diera oportunidad. 

Él sostiene que todas esas vivencias las ha podido plasmar en páginas de periódicos de libros o de guiones para audiovisuales por lo bucólico de su hogar que se encuentra escondido por allá en la zona de El Amarillo en San Antonio de los Altos. “La  tranquilidad, el clima y el canto de los pajaritos en la mañana organizan mis recuerdos y sacan a flote el material para iniciar la historia que en muchas oportunidades la logré en el silencio de la noche acompañado de mis perros. Hasta ahora he escrito cuatro novelas que comercializo por Amazon”.

Durante muchos años fue conocido en “El Amarillo” como  el “encantador de perros”, porque antes de conseguir vender su primera novela el cuidado de cachorros, de amigos y extraños, fue lo que mantuvo su inspiración y la economía de la casa.

Apasionado de la escritura

El “negrito”, como cariñosamente, lo llaman algunos colegas es de esos que no lo podías convencer o atraer con algo que no le gustase. Él simplemente decía: no gracias. La oferta podía ser tentadora y atractiva económicamente, pero igual decía: no gracias. Y al parecer esto ocurría porque él ya había descubierto  su verdadera pasión: la de contar lo que veía, escuchaba o conocía. Ya en la escuela primaria escribió su primera poesía, luego en el bachillerato intentó con guiones para obras de teatro y hasta diseñó un periódico, donde fungió de director, redactor y vendedor. 

-¿Cómo conseguiste tantas historias?

 – Al principio mientras  limpiaba zapatos, vendía  discos de acetato o periódicos en las Torres del Centro Simón Bolívar aprovechaba para conversar con mis clientes. Y después, más adiestrado me enfoque en búsqueda de información más precisa. La  pesquisa pasó de diversión  a profesión, porque entendí que lo que más me deleitaba era conocer situaciones, personajes y vidas.

-Y cómo le distes forma a ese oficio de comunicar?

– Cuando comencé simultáneamente a estudiar historia en el Instituto Pedagógico de Caracas y periodismo en la UCV. Así hallé el sentido de mi  vocación:conocer historias para contarlas. 

Definitivamente comunicador

Cuentan sus amigos que Gustavo era y sigue siendo  “buena nota” y tan conversador que creaba amistades en todas partes. Era conocido en todos los cafetines de la UCV, y fue por esa cualidad tan locuaz, que al poco tiempo de iniciar su carrera en la escuela de periodismo  consiguió trabajar como cortador de cables en la Cadena Capriles, donde escaló rápidamente a redactor de información internacional y luego a secretario de redacción.

Con su forma afable de ser,  continúo ascendiendo en los distintos medios de comunicación de Caracas y del interior. En la capital ocupó cargos en: El Nacional, Economía Hoy, El Globo, El diario de Caracas,  Así es la Noticia y en la provincia en el diario El tiempo de Puerto La cruz.

La búsqueda de noticias para periódicos la fue dejando atrás para comenzar a escudriñar vivencias, y así fue, como aparejó los datos de sus encuentros en las tascas de la Candelaria y de Sabana Grande para las primeras cuartillas de escritor. “Las tertulias en los bares con los barman, desconocidos y amigos se convirtieron en valiosas fuentes de información para mis novelas”.

-¿Sólo en la barras consigues  fábulas?

-No, que va. Han sido proveedoras pero no las únicas. En el caso de la novela “Rosamary se fue con la Lluvia”el pinchazo  me lo dio el deslave de Vargas porque yo participé en operativos de rescate junto a mi gran amigo Angel Rangel, quien coordinó la búsqueda y salvamento desde Defensa Civil. Las tascas son interesantes y en ellas me inspiré para concebir la revista “Código de barra” publicación que se convirtió en el medio de comunicación impreso de los bares de Candelaria, Sabana Grande y Chacao. La calle en sí, es una fuente de inspiración. 

En esa publicación no sólo divulgamos las exquisiteces de los bares y restaurantes también se toca el lado humano de dueños, mesoneros, bartender, cocineros o porteros. Allí todos tienen sus 5 minutos de gloria.

-¿Y por qué la llamaste Código de Barra?

-Si te fijas, en la barras existe una especie de “código, o de secreto” entre el servidor y el cliente. El primero escucha y el segundo se confiesa. Los bartender son conocedores de muchos códigos de sus clientes. Una seña o una mirada puede revelar que quiere beber,  a quien espera o si prefiere pasar desapercibido”. 

Gastronomía y turismo en los Altos

Como buen emprendedor Gustavo visualizó otro nicho de comunicación mientras hurgaba para conseguir historias para sus novelas por allá en Los Altos Mirandinos, así que mientras conversa con agricultores en sus largas caminatas hacia el pueblo,  con los dueños de tascas y restaurantes y  hasta con el párroco de la iglesia de San Antonio, se le ocurrió proponer que los espacios públicos de San Antonio de los Altos se conviertan en verdaderos vasos comunicantes a través de zonas de tertulia, cine de calle y sitio de encuentro para ferias, charlas y conversatorios, porque con ellos lograremos  la mejor comunicación entre los vecinos. “La buena y efectiva comunicación es la mejor aliada contra la inseguridad, el rescate de los valores y para alcanzar una mejor calidad de vida”.

-Y cómo visualizas esa propuesta?

– Te imaginas una feria gastronómica alrededor de la Iglesia los fines de semana, donde no sólo participen los restauranteros con sus variados platos, sino también las amas de casa con sus dulces, cremas, mermeladas, o los vendedores de flores y hortalizas. Que esto sea un sitio de encuentro no solo para disfrute sino también para el comercio. Todo bien organizado con sus mesitas y toldos, donde trabajarían en conjunto Alcaldía, comercio, empresa privada y comunidad. 

 “Estos espacios pueden convertirse en los mejores medios de comunicación para informar, planes programas de las autoridades, y así, poder interactuar con los vecinos en busca de solución a la problemática del sector”.

Al final de la entrevista uno se pregunta ¿será que la próxima novela de Gustavo se recreará en un café de las exitosas ferias de ese productivo y emprendedor pueblo de San Antonio?.

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