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Irse con un título debajo del brazo es vital

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Emigrar es un acto de determinación y valentía

MARIANA BERMÚDEZ

Cada 18 de diciembre se celebra el día internacional del migrante. Este día fue proclamado el 4 de diciembre del 2000, por la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas. 

A lo largo de la historia, las comunidades han migrado en busca de mejores condiciones de vida. En la actualidad la decisión de migrar es un acto de emprendimiento, determinación y valentía.

Los avances tecnológicos, en conjunto con la globalización y los medios de comunicación han motivado a personas de todos los países del mundo a buscar nuevos horizontes. 

258 millones de migrantes

Para el año 2000 la ONU informó que el número de migraciones fue de 173 millones. Para 2017 se elevó a 258 millones.

Muchos de estos migrantes, han tomado esa decisión por voluntad propia, pero hay situaciones donde la necesidad es el factor que los motiva. 

En el contexto actual, Venezuela es un ejemplo de ambos casos.

Jóvenes y adultos de distintas edades asumen el reto y reducen su vida en unas cuantas maletas, para partir a nuevos destinos, buscando mejores oportunidades.

Entre 2015 y 2017 el número de inmigrantes fue de 925 mil, principalmente a países latinoamericanos según Organización Internacional de las Migraciones.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, organismo perteneciente a la ONU, anunció el ocho de noviembre del presente año que el número de refugiados y migrantes venezolanos alcanzó los 3 millones.

La mayoría apenas empieza su vida

 El Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), la Universidad Católica del Táchira y la Universidad Simón Bolívar de Colombia, realizaron un Informe de Movilidad Humana Venezolana en mayo del año en curso. 

Se llevó a cabo en  la Oficina de Migración de Colombia, es decir por donde pasan todos los venezolanos que se trasladan a otros países. Los datos que arrojó esta investigación fue que un 73,6% de los migrantes, eran jóvenes adultos en edades entre 20 y 40 años, y el 59% de estos tienen estudios universitarios.

Lo inquietante de esto es que un 20,1% estudiaban y un 5,7% estaba culminando sus estudios antes del viaje. 14,4% tuvieron que abandonar sus estudios para emigrar.

Estos jóvenes vieron sus proyectos de vida en relación a su preparación universitaria abandonados o interrumpidos. No se fueron exactamente por falta de trabajo, ya que un 87,3% contaba con un empleo, y se fueron en las edades más productivas. 

Nuevas oportunidades

El profesor Jorge Ezenarro, de la Universidad Católica Andrés Bello, comenta que son pocos los casos de alumnos que se van y abandonan los estudios. Que al contrario esperan graduarse para irse. Señala que por lo menos un 30% de los graduandos de cada promoción al obtener el título se van.

Sin embargo,  cabe preguntarse, qué pasa con el porcentaje de estudiantes que abandonan sus carreras, obligados por la necesidad o la esperanza de algo mejor.

No terminar la carrera puede significar un limitante en el exterior, como también puede condenar a estos valientes jóvenes a una vida de oficios, porque aunque muchos esperan el título para irse y no ejercen, pero tienen la posibilidad de hacerlo en algún momento.

En la opinión del profesor de letras Rafael Venegas de la UCV, esto se está traduciendo en cosas positivas para los jóvenes, por lo menos para los profesionales ya que nuestros médicos, ingenieros entre otros, son muy valorados afuera.

Para los que se van sin terminar, señala el profesor que el hecho de ser estudiantes avanzados de universidades prestigiosas de aquí les abre puertas.

Comenta que ha visto casos de alumnos en las últimas fases de la carrera que desertan, muchas veces sin saber a dónde irán o sin tener exactamente a dónde llegar, desesperanzados. Otros cuando llegan a la fase de culminación emigran sin esperar el acto y realizan la defensa de la tesis online.

El gran contra del que habla el profesor es que queda truncada una carrera. Estos venezolanos engrosaran las filas de los trabajos no bien remunerados en otros países. 

Señala que su prioridad es el mercado laboral, estabilizarse, ahorrar para sus familias, y cuando ya logran esto pueden verse desmotivados para retomar los estudios, por lo tarde, o tal vez otros factores.

Los profesores también se van

Lamenta que el caso de los profesores no es el contrario. Dice que no solo los estudiantes han abandonado sus Alma Mater, también es cada día más común ver migrar a los docentes.

Reitera “es entendible, no condeno ni juzgo a quienes se van. Celebro y aplaudo a quienes toman la determinación de quedarse esforzarse por el país, y más que nada me mantengo optimista”.

Confirma que cree fuertemente que  al darse un giro en el destino de Venezuela, más temprano que tarde muchos de estos jóvenes volverán. 

“Esta gente que se va no se va del todo, sigue conectada, sigue viviendo nuestras angustias, expectativas y esperanzas. Además dejaron aquí a sus familias, sus sueños y algunas maletas y volverán por ellos”. /gf

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