Una mujer sin miedo a lograr sus metas
Carismática, visionaria, soñadora y sobre todas las cosas trabajadora; es la esencia que define la personalidad de Jaryulis Higuera, una caraqueña criada en San Antonio de los Altos, quien ha demostrado que ante las vicisitudes del día a día “siempre se le puede ver el queso a la tostada”.
Gracias a su capacidad creativa y a la de Efraín D’Heureux, su esposo y mano derecha en todo el proyecto que ella ha decidido emprender en perfecta combinación con él; han logrado demostrar, desde hace aproximadamente cuatro meses, que de lo pequeño nace lo grande y que no hay límites a la hora de soñar y crear.
“Todo comenzó durante el segundo trimestre del año pasado, con esta situación país que nos agobia a todos, por el tema de las colas para adquirir productos básicos. Estaba en una cadena de supermercados aguardando para comprar leche en polvo y otros productos, de pronto se armó un despelote porque el resto de las personas que estaban en la fila no podrían comprar, pues se había agotado el rubro”.
Prosiguió explicando: “El punto es que como en el establecimiento ni siquiera entregaban bolsas para llevarme lo que compraba debí meter mis productos en la cartera y un señor hizo lo propio, pero en la camiseta que se tuvo que quitar, total que con el bululú y la confusión, mi bolso casi se rompe en las asas por el peso y los empujones; fue traumático”.
Con todo esa situación, Jaryulis decidió ingeniarse una bolsa grande de tela para llevarla a sus compras. La ideó resistente, reversible, cómoda de usar y llevar en la cartera sin utilizar mucho espacio. “Desde niña siempre me gustaron las manualidades, hace como tres años hice un curso básico de costura y como tenía en casa los implementos necesarios para materializar mi idea elaboré mi Mochi Bolsa, mochi por mochila y bolsa por la utilidad que tenía”.
La combinación perfecta
Poco a poco, su diseño fue gustando entre familiares y sus amigas, quienes pedían que les confeccionara alguna, señaló que para ese entonces no lo veía como un elemento comercial y prácticamente las regalaba. “Hasta que llegó el momento de ponerme pausa, en un mes las telas subieron cuatro veces de precio y me tocó comenzar a cobrar por mi trabajo”. Paralelo a ello, explicó que Efraín tuvo un papel muy importante.
“Estamos casados desde hace casi año y medio, se ha convertido en mi complemento perfecto para todo. Suelo ser muy organizada, pero todas los hilos, tijeras, telas y demás los almacenaba en bolsitas, hasta que él un día me sorprendió con un hermoso costurero que me construyó; yo le agregué mi toque personal y quedó más lindo de como estaba. Desde entonces, no falta junto a mi máquina de coser, como ayudante perfecto, para confeccionar mis Mochi Bolsas”.
Pero a medida que su idea fue calando en la preferencia de la gente, se asomaban nuevos retos y por supuesto nuevas ideas. Llegó un momento en el que pasaron a llamarse Mochi Cosas, es así como se les conoce hasta en las redes sociales con las que se maneja y es el nombre con el que pretenden registrar su marca.
“Mochi Cosas nació porque comencé a crear y crear cosas útiles para mi, que iban enganchando a las personas, yo estudié Administración de Mercadeo y me gradué como Licenciada en la Unesr, hace cuatro años. Actualmente laboro administrativamente para una empresa privada, pero el Mercadeo me permitió saber que con estas ideas podía llegar a más”.
Soluciones útiles
Sumergida en el mundo de la tecnología y las redes sociales, Jaryulis fue conociendo a más y más emprendedores, con las mismas ganas de echar pa´lante como ella. Fue así como descubrió el Jardín para Emprendedores en Valencia y que recientemente se expandió hasta Caracas.
“Dos domingos al mes nos reunimos en el Parque del Este para compartir ideas y recibir talleres muy interesantes de forma gratuita, por parte de esa fundación, donde hay muchísimas personas que creen firmemente en sus capacidades y apuestan, como yo, al 100% a las cosas buenas que podemos lograr en nuestro país”.
Cuando acudieron al primer taller, se le ocurrió a ella llevarse un organizador tipo carpeta que inventó con base a cartón kilo y tela, donde podía trasladar, de una lado a otro, sus útiles como libreta de trabajo, bolígrafos, marcadores y afines. “Era para mi uso personal porque como proyecto llevaba las Mochi Bolsas. Resulta que mi organizador encantó a todo mundo y la llamé Mochi Carpeta, que también tiene una versión mini para los chamos; entre una cosa y otra pasamos a ser, para todos, los Mochi Esposos”.
Aún y cuando solo pareciera que todo este revuelo les ha traído reconocimiento, Higuera explicó que no buscan hacerse ricos, sino que buscan posicionarse haciendo lo que les apasiona aportando soluciones y productos útiles, partiendo, muchas veces, del reciclaje; a la par de contribuir con causas importantes como lo es el caso de un niño de 7 años de edad, que padece Alzheimer Infantil.
“Aparte de conocer gente chévere, visionaria con la que se crea excelentes vínculos y por supuesto alianzas e intercambios estamos tratando de recaudar fondos para que él tenga la mejor calidad de vida posible porque su enfermedad no tiene cura, varios emprendedores del Jardín, que te comenté antes, acordamos realizar un sorteo de las cosas que elaboramos y con ello sumar, poquito a poquito, dinero para destinarlo a ese bebé”.
Exhortó a quienes estén interesados a conocer su trabajo a visitar las redes sociales manejadas por ella misma, en Instagram, Twitter y Facebook como @mochicosas. Aseguró que la clave del éxito es evitar los límites. “Me gustan los retos y por superarlos entrego todo. El cielo es el límite, aún así voy hasta el infinito y más allá. Los invito a todos a que se atrevan a soñar y cristalizar sus ideas siempre”.MS/no/Foto: Alejandra Ávila