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José Luis Bermúdez se deja llevar por sus sentidos

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Karines Sabino

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El arte no tiene límites. Esto se pone de manifiesto tras conocer la interesante historia de José Luis Bermúdez, nacido con discapacidad auditiva en el estado Guárico, pero radicado en la ciudad de Caracas desde que tenía 10 años. Trabaja en Los Teques desde hace algún tiempo realizando una importante labor, que tal vez muchos ni se imaginan.

 

La entrevista con este noble personaje resultó una experiencia maravillosa, y aunque algunos no lo crean, fue de fácil comprensión. Primero porque José Luis se comunica muy bien a través del habla, y segundo porque afortunadamente esta redactora contó con la valiosa colaboración de Luisa Bermúdez, sobrina de él y correctora de Avance, quien hizo de intérprete en algunos momentos.

 

“Nací en un pueblito llamado Tucupido, mis padres aprendieron a su manera a comunicarse conmigo, porque no sabían a cabalidad del lenguaje por señas que hoy se utiliza; sin embargo, su preocupación por mis estudios apareció porque allá no había escuelas especiales para casos como el mío, y por eso nos mudamos a Caracas”.

 

Luisa complementó esa información argumentando que José Luis es el menor de 10 hermanos, y que su condición se la atribuyen a un progresivo desgaste de matriz de la madre.

 

Tobías, noveno hermano de él, también nació sordo y María Elena, octava hermana, es asmática. “Siempre nos han dicho a todos en la familia que esa fue la razón, y que ellos tres llegaron a este mundo así por ser los últimos partos de mi abuela; nosotros los amamos a todos de la misma manera”.

 

Explicaron que sus primeras nociones de pintura las recibió en la escuela especial para niños sordos Hellen Keller, allí terminó su sexto nivel de educación y desarrolló grandes dotes en la pintura y escultura. “Mi primera referencia fue mi papá, una vez lo vi dibujando burros y caballos; así como también desde niño me gustó trabajar con plastilina y moldear, eso inspiró mi afinidad por esculpir”.

 

Más adelante, incursionó en la Escuela de Artes Cristóbal Rojas, entre 1967 y 1970 aproximadamente, donde se especializó en las artes gráficas; a la par que realizaba cursos libres de dibujo y pintura de la mano del profesor Manuel Quintana Castillo.

 

Desde 1971 y hasta 1993 trabajó en el Bloque de Armas como diagramador y montador de positivos para los diarios Meridiano y 2001. Nuestra compañera nos explicó que lo hacía de una forma rudimentaria, propia de la época, y fue muy bueno en su labor; no obstante, tras 22 años decidió retirarse de la empresa por lo agotador del trabajo nocturno.

Acciones combinadas

Por espacio de una década se dedicó a perfeccionar sus técnicas en la pintura y escultura, incluso fusionaba ambas cosas porque algunas de las obras que moldeaba también las pintaba con base en la creatividad que le caracteriza, donde lo más importante para él es su principal herramienta de trabajo: las manos y la imaginación.

 

Lluvia, siluetas o rostros de mujeres, tertulias de café, son los componentes que integran los trabajos de este talentoso artista plástico, quien a punta de tinta china, acuarela y otros materiales y técnicas pictóricas, ha labrado una vida cargada de éxitos y satisfacciones.

 

José Luis explicó que su inspiración en todos esos elementos podría deberse a una situación muy peculiar. Su hermana María Elena le contó que cuando su madre estaba embarazada de él, disfrutaba como nadie de las tardes lluviosas y que podía sentarse por horas a contemplarlas placenteramente. Esto se convirtió para él en un precedente importante que nos lleva a la siguiente ecuación: Lluvia + Madre + Mujer = Arte, traducido en la pasión que él ahora siente y transmite en sus creaciones.

 

Hombre de logros y enseñanzas

En 1984 exhibió por primera vez sus trabajos. Por su obra “Mujeres azules” recibió el premio Fuerzas Armadas. Algún tiempo después fue galardonado con mención de honor en el V Salón de Pintura de la Universidad Santa María con “Lluvia suave”.

 

“Lo más bonito de lo que hago es el disfrute de las personas con mi forma de hacer arte, no sé cuantas obras he creado, pero sí sé que afortunadamente calan en el gusto de la gente. No reproduzco retratos ni fotos, plasmo lo que veo de la forma en que lo siento”.

 

Aunado a ello, desde hace 14 años imparte clases de Artes Plásticas en el Instituto de Educación Especial Los Teques, en el que trabaja con chipilines desde preescolar hasta sexto grado, que tienen la misma condición de él.

Se trata de una escuela para niños sordos, donde encontró una excelente forma de transmitir sus conocimientos a personas que no suelen ser comprendidas, pero que él entendía perfectamente.

 

Por su parte, José Luis apuntó que “trabajar con niños me gustó mucho porque nos comunicábamos perfectamente por estar en igualdad de condiciones y les enseñaba a hacer arte tanto en pintura como en escultura, para mí una fusión interesante porque es mi aporte para las nuevas generaciones”.

 

Una cajita de sorpresas

Este talentoso y carismático señor fue descrito por Luisa como un artista inquieto. “Siempre está creando cosas, a medida que van llegando cosas a su mente, él las va manifestando a su manera. En una reunión familiar puede dibujar o pintar mientras comparte, o cuando estamos en la playa siempre está moldeando alguna interesante figura con arena”.

 

También lo definió como “un tío inigualable y un gran maestro”, pues a su juicio es una persona muy activa, que además de ser cariñoso y alegre, prepara maravillosas paellas; y no conforme con eso, baila como nadie gracias a las vibraciones que percibe.

 

Finalizaron la entrevista extendiendo un llamado a los padres de niños que nacen con discapacidad auditiva: “No se asusten ni se avergüencen de sus hijos, trátenlos igual que a todos los demás; lo más importantes es estimularlos porque la única diferencia es que no oyen, pero de resto son tan iguales como cualquier otro ser humano, es tan así que hoy día hay brillantes profesionales con esa condición”./ac

 

Foto:  (Cortesía)/ MARIBEL SÁNCHEZ

 

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