La enseñanza de una
correcta alimentación desde la niñez genera hábitos alimentarios que
acompañarán al individuo durante toda la vida.
“La leche materna es el único alimento que se adapta a la necesidad individual
de cada niño, tanto en cantidad como en calidad de nutrientes, asegurando una
evolución peso y talla, además previene estados de malnutrición, por déficit o
por exceso de desnutrición u obesidad”.
Así lo señaló la nutricionista Nancy Gómez, quien agregó que “los nucleótidos, nutrientes de la leche materna presentes en todas las células vivas desempeñan funciones muy importantes, una de ellas es intervenir positivamente en el metabolismo de las grasas y función intestinal, otra es ayudar al cuerpo a defenderse contra infecciones y enfermedades”.
“Los nutrientes de la leche materna son de
fácil digestión y absorción, adaptándose de forma natural a las características
fisiológicas de cada niño”.
Explicó que la lactancia materna es el alimento más adecuado para niños con
antecedentes de alergia familiar, constituyendo el único vehículo de defensa
con que cuenta el niño, hasta ser capaz de fabricar sus propios anticuerpos.
Desde el nacimiento hasta los seis meses, la leche materna debe ser considerada
la fuente más adecuada de nutrición ya que, el tracto intestinal del niño no ha
desarrollado plenamente las defensas necesarias para manejar las proteínas
extrañas de otro tipo de leche”. EF/ct