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La última palabra

Colas de personas

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Periodistas de Avance

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Seiscientos llamados al diálogo, pocos encuentros y ningún resultado. Este ha sido el saldo. Han consumido el tiempo para crucificar a una población que se debate entre la esperanza y la indigencia por la falta de recursos mínimos para vivir. Los diálogos no llegarán a nada por la sencilla razón que ninguna de las partes cede cuando llega el momento de la última palabra. Maduro no se quiere ir y Trump no lo quiere en Miraflores. Mientras tanto todo será humo y Venezuela cenizas.

De hecho la jerarquía de las necesidades humanas, según los 5 niveles de La Pirámide de Maslow, en nuestro país está roída y en ruinas como cualquier tumba egipcia, sepultada. Nuestras necesidades más básicas no solo están en déficit, en veces no existen (agua, luz, alimentos y salud). La idea básica de esta jerarquía es que las necesidades más altas, las de la autorrealización, ocupan nuestra atención sólo cuando se han satisfecho todas las inferiores, fisiológicas y primordiales de la pirámide. Si se mantienen compensadas puedes aspirar a sentirte seguro y protegido. A tener seguridad física, empleo, ingresos y propiedad privada. Cómo asimilar la oferta engañosa de una Venezuela “potencia” sin pensar en siglos de reconstrucción.

Maslow describió dos tipos de necesidades de estima. Alta y Baja. La primera concierne al debido respeto de las demás personas. Atención, aprecio, estatus, dignidad, reputación y reconocimiento. La merma de estas necesidades se refleja en una baja autoestima y el complejo de inferioridad. Nuestros migrantes soportan la ausencia de todas esas valencias porque su prioridad no busca escalonar hacia la autorrealización. Solo busca sobrevivir. Mientras los negociantes juegan con nuestro destino la espiral del silencio tendrá la última palabra.

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