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La violencia y el olvido hunden a Los Teques

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Después de las 8:00 de la noche nadie se atreve a salir de sus hogares

Entre lápidas hechas añicos, botellas de whisky vacías y casquillos de bala, el cementerio municipal de Los Teques es un símbolo cada vez más caótico de la desidia y descomposición social que abunda en Venezuela. Un sepulturero, con más de 10 años de servicio en el cementerio y quien prefirió no identificarse, asegura que algunos visitantes han sido atracados en las tumbas más recónditas; así como también relata de las fiestas con gran cantidad de droga que hacen en los alrededores y de profanaciones nocturnas para robar huesos y usarlos en rituales.

A diario, llegan víctimas caídas en manos de la violencia, la mayoría de ellas baleadas en luchas entre bandas rivales. “La violencia ya es una moda en Venezuela. No sólo la matanza, sino también como se comportan en los entierros y alrededor de las tumbas”, aseguró el hombre, quien hace poco enterró a su propio sobrino, que fue asesinado en El Nacional. “Cada vez que viene un entierro tomamos nuestras previsiones porque llegan disparando como locos, casi siempre borrachos que ni siquiera pueden mantenerse en pie. Ya casi nadie llora en los sepelios, ahora es puro tomar alcohol y hablar sobre más violencia”, puntualizó.

A pesar de la creciente demanda por sus servicios, las funerarias de los Altos Mirandinos no están contentas. Se quejan de la falta de respeto por los muertos, que muchos deudos beben, hacen fiestas y bromean junto a los ataúdes. Los empleados fúnebres dicen que han ocurrido peleas y otros actos violentos durante los velorios.

“Hemos tenido casos en los que nos obligan a prestarle servicios a fallecidos en hechos violentos, lo que evitamos a toda costa. El hecho de que disparen cuando salen las caravanas o que quieran beber alcohol durante toda la noche dentro de las funerarias es un verdadero peligro para nuestros empleados”, destacó el encargado de una funeraria en la avenida Bicentenario.

“En algunas oportunidades, pandillas motorizadas secuestran las carrozas fúnebres que van a los cementerios, poniendo un arma en la sien de los choferes para obligarlos a dar una vuelta por el barrio con el ataúd de un amigo a modo de último adiós”, puntualiza el hombre, quien asegura que el negocio de los velatorios se ha convertido en uno de los más peligrosos a nivel nacional.

País plagado de bandas criminales

Ya sea con la tasa oficial nacional de 39 decesos por cada 100.000 habitantes registrada el año pasado, o con las cifras del grupo Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) que calculan el doble de muertes, Venezuela es una de las naciones con más homicidios del mundo, compitiendo con países plagados de pandillas como Honduras y El Salvador.

La población tiene tanto miedo al crimen, que la capital mirandina parece una ciudad fantasma a partir de las 8:00 de la noche. Los pocos vehículos en las calles suelen ignorar los semáforos para evitar que los roben, mientras amigos y parientes llaman o se mandan mensajes para confirmar que llegaron bien a casa.

Los “secuestros exprés”, en los cuales las víctimas son retenidas por unas pocas horas mientras sus familias pagan un rescate o son forzadas a retirar todo el dinero posible de cajeros automáticos, son comunes principalmente en la avenida Bermúdez, donde cabe destacar que han instalado más de 10 dispositivos de seguridad en lo que va de año, y ninguno ha logrado un saldo positivo.

“En urbanizaciones como Los Nuevos Teques o Club Hípico se registra al menos un secuestro cada dos meses, muchos vecinos han optado por emigrar y otros tantos se han mudado por temor al hampa. La situación se escapó de las manos de este Gobierno y es muy poco lo que la policía puede hacer”, destacó Camila Sánchez, vecina de la capital mirandina.

Por su parte, Scarlet Ibarra, residente de El Solar de la Quinta, destaca: “Yo creo que ya aprendimos a vivir entre delincuentes. Dejé de ir a fiestas hace mucho tiempo y evito que mis hijos adolescentes vayan por temor a que no regresen con vida. Los Teques es un pueblo sin ley”. No obstante, más afectados están las zonas populares, donde la policía muchas veces ni se anima a entrar, donde los asesinatos son rutina y las balas perdidas cobran la vida de inocentes. Los padres temen cuando sus hijos juegan en la calle o van y vienen a la escuela.

“Uno aprende a sobrevivir en el barrio, yo se cuando puedo salir o cuando no pero siempre esta el peligro de quedar atrapados en una balacera. Yo le enseñé a mis niños que hacer en caso de escuchar tiros, pero tengo que aceptar que nunca estoy tranquila hasta que toda mi familia esta en la casa”, subrayó Yamileth Castillo, habitante del sector Santa María en Guaremal.

“He perdido a tres familiares en manos del hampa, ya ni siquiera me duele. Creo que todos esos malhechores morirán en las mismas condiciones, eso sí mientras pueda trataré de cuidar a mis seres queridos, es muy difícil vivir con tanta zozobra”, relató una habitante de Colinas de El Paso, quien prefirió no identificarse.

Impunidad a la orden del día

“La impunidad en el país es tan grande que es absolutamente común que un delincuente cometa el delito y sencillamente le pague al policía si es que lo detiene, o al fiscal, o al juez, o al carcelero”, dijo Roberto Briceño León, director del OVV. Según las cifras que maneja el grupo, el índice de homicidios ha subido desde alrededor de 19 por cada 100.000 personas en 1998 a cerca de 79 por cada 100.000 personas el año pasado, o casi 25.000 en total en el 2013, sin que se produjeran arrestos en el 90% de los casos.

Mientras que el ministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, asegura que la cifra de hecho bajó en alrededor de un cuarto el año pasado a 39 asesinatos por cada 100.000 personas, desde el máximo de 52 en el 2012, gracias al plan Patria Segura. El funcionario acusó al OVV, a los medios privados y a los políticos de la oposición de intentar exacerbar la percepción de inseguridad en el país y de inacción del Gobierno./Andreina Ibarra/Foto Jesús Tovar/rrdiarioavancesucesos@gmail.com

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