El profesor Ángel Corona es un ícono universitario de la ciudad
Versatilidad, carisma, humildad y constancia son los calificativos perfectos para el reconocido profesor universitario Ángel Corona García, es un caraqueño de corazón tequeño que echó sus raíces hace 25 años en la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, formando desde entonces a una gran cantidad de profesionales.
Pero no solo se ha dedicado a ello, este polifacético personaje ha desarrollado muchísimas actividades, que de acuerdo a sus propias palabras, ha sabido combinar con su vida personal y lo ha llevado a convertirse en una especie de líder nato.
“Nací en el barrio El Carmen de Antímano, llegué a Los Teques en 1964 y después en 1985. Aunque mi familia soltó el ancla aquí yo debí viajar muchísimo para estudiar y luego desarrollarme profesionalmente, pero ellos se mantenían acá y yo venía constantemente, hasta que en cierto momento me quedé definitivamente en esta ciudad”.
Aseguró que desde muy joven, para ser exactos a los 14 años, estuvo metido en el mundo político, le apasionaban la dirigencia, la parte organizacional y de colaboración. “En el colegio la Salle aprendí a generar equipos, eso me llevó a ver en mí que tenía un cierto don de liderazgo frente a mis compañeros; poco a poco me relacionaba con los del centro de estudiantes y emprendíamos trabajos muy interesantes”.
Una vez que ingresó en 1976 a la UCV en la facultad de Agronomía en Maracay, también se desempeñó como secretario de organización por tres años de la dirigencia estudiantil. “Decidí estudiar Agronomía porque me gustó siempre la Ingeniería, formé parte del primer grupo que presentó la famosa prueba de aptitud académica del CNU, como mi padre fue contador público nos inculcó el trabajo numérico y me destaqué siempre por tener un buen rendimiento académico”.
Corona no la tuvo fácil, pues debió trabajar para costear sus estudios; su padre falleció cuando él contaba con cuatro años de edad, y como el segundo de sus cinco hermanos tuvo la responsabilidad de ayudar a su madre con su educación y la de sus hermanos.
Una cajita de pandora
Una vez que obtuvo su título universitario en 1982, recibió una propuesta que no pudo rechazar. “Me ofrecieron asimilarme al ejército para formar parte del nuevo Desarrollo de Producción Agrícola y Pecuaria de las Fuerzas Armadas, llegué como teniente y realicé una Maestría en Gerencia a través del curso de mejoramiento en el IESA, donde me encargaron el Mercadeo de los alimentos para la tropa, estuve allí hasta 1994, de donde me fui de baja con el grado de mayor”.
Más allá de eso, Corona también le mete al mundo culinario. “Estoy como profesor de gestión de restaurantes en la Academia Shef School, cuando yo estudiaba en Maracay decidí junto a un grupo de ocho compañeros alquilar una vivienda, dos de ellos eran italianos y cuando sus abuelas nos visitaban nos enseñaron a comer rico y a cocinar”.
Comentó que fue de allí que le vino esa cosquillita de desarrollarse también como cocinero profesional, cosa para la cual se está preparando porque lo que sabe es por guataca y porque alguna vez vio una materia llamada bromatología, que es la ciencia que estudia los alimentos. “Pienso que la cocina es un laboratorio que te permite desarrollar mucha creatividad”.
Vocación con corazón
Luego de irse de baja del ejército, fungió como jurado de la tesis del para entonces rector de la Unesr, núcleo Los Teques Hernán Rojas, quien tras ver su vasta experiencia curricular le ofreció hacer una suplencia de seis horas en la universidad porque el profesor titular enfermó, “acepté porque en la UCV fui Preparador y asistente de Investigación, así que tenía de alguna manera arraigado el gusanillo de la docencia”.
Refirió que para la época comenzó dictando clases de geometría y poco a poco se fue abriendo campo en el área de Mercadeo y comenzó a preparar a los estudiantes de esa carrera, paralelo a ello trabajó en el Programa de Apoyo Materno Infantil y también en el Cultca, toda esa dinámica universitaria lo llevó a apadrinar 29 promociones de licenciados.
Ángel recalcó que entre las cosas que le inculcaron está el dar sin recibir nada a cambio y eso lo ha demostrado fehacientemente con todos y cada uno de sus alumnos. “Yo comparto en todo momento mis conocimientos, siempre tengo aunque sea un minuto para atender a cualquier persona y orientarles, aunque actualmente estoy jubilado imparto clases en el área de Postgrado y me desempeño como tesorero de la Caja de Ahorros de la Simón Rodríguez”.
Un hombre rico
Con la simpatía y buena vibra que lo caracterizan comentó que la faceta que más le ha marcado ha sido la de la docencia. “Me hace feliz haber contribuido a la formación de grandes y valiosos profesionales”. Aseguró que por un lado el enriquecimiento en cuanto al conocimiento le ha servido de mucho, y por el otro lado es rico en amigos.
Señaló que “no es millonario quien tiene mucho dinero, sino quien tiene muchos amigos”, tanto que a veces se sorprende de la cantidad de alumnos activos y egresados que lo ven por la calle y lo saludan con cariño y mucho respeto dentro y fuera de nuestras fronteras.
“La mayor satisfacción de mi vida es la hermosa familia que he conformado, estoy felizmente casado desde hace 33 años con Edith Mariño, tenemos tres hijos y dos nietas que son mi vida. Ellos junto a todos mis alumnos son el resultado de lo que he sembrado y recogido”./MS/Foto: Juan Carlos Blanco