Periodismo de Soluciones

“Quinto Mandamiento: No matarás”

Kilber Rangel

Publicidad

Por:
Por:

Periodistas de Avance

Comparte esta noticia

Ante los continuos esfuerzos de algunos grupos por legalizar el aborto en Venezuela es necesario que los cristianos recordemos, aceptemos y promovamos la enseñanza bimilenaria de la Iglesia: «La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida» (Instr. Donum vitae, 1).

Éxodo 23,7: «No mates al inocente». Esta doctrina de la Iglesia, que brota de la Sagrada Escritura (o sea, del mismo Dios) y de la razonable y genuina custodia de la naturaleza humana, aparece ya explicitada en fuentes que datan del siglo I de nuestra era: «No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido» (Didajé, 2, 2).

El hecho de que un parlamento pueda promulgar una ley por el voto de la mayoría no significa necesariamente que esta sea conveniente para la sociedad y mucho menos si se opone frontalmente a la naturaleza humana; el bien y el mal moral no son categorías democráticas. En efecto, que una madre mate a su hijo, aunque sea en su etapa inicial de desarrollo, y que otras personas apoyen este procedimiento resulta inmediatamente repugnante a la razón y a la ética, aun si esto ha sido aprobado por una mayoría.

«Cuando una ley positiva priva a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, el Estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho […] El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos» (Instr. Donum vitae, 3).

Una moraleja: Una madre murió y llegó al cielo. En sus puertas la recibió un lindo bebé que le dijo: «Mamá, Dios puede permitir que entres porque su misericordia es infinita. Pero, por favor, antes respóndeme: ¿por qué me asesinaste?».

Ojalá que, ante todos estos intentos de legalización, promoción y facilitación del crimen abominable del aborto, se escuchara el testimonio de aquellas mujeres que hoy lloran desconsoladamente por haber caído en la práctica terrible de suprimir la vida de uno de sus hijos. Con razón el Papa Francisco señala que el aborto «es como contratar un sicario para resolver un problema».

Pbro. Kílber Rangel.
Vicario parroquial de la Catedral de Los Teques.

Noticias relacionadas