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Tabaquismo: Un vicio que te destruye

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25/07/15 .- Gracias por fumar se titula una película en la que se expone al negocio del tabaco dentro de la sociedad y se evidencia como esta industria se ha encargado de usar tácticas cada vez más manipuladoras -con el principal apoyo de los medios de comunicación- para que las ventas de su producto se mantengan siempre en los estándares y no bajen ante las demandas de usuarios que desarrollaron cáncer por el consumo de cigarrillo.

Esta cinta, más que entretener, tiene una denuncia intrínseca, pues el vicio deteriora el organismo hasta dañarlo de manera irreversible.

Muchos fumadores están conscientes de la situación, pero no hacen un mínimo esfuerzo por dejarlo debido a que ya el cuerpo lo ha adoptado y lo necesita para calmar ansiedades y mitigar casos de estrés.

Existen muchos métodos que médicos, especialistas y pacientes califican como efectivos para dejar el vicio, mientras que a otros no les han sido útiles. Muchas personas aseguran haberlo dejado por deseo; sin complicaciones ni procesos de abstinencia.

Pero ese no es el común denominador, pues mientras más se esté enganchado al vicio y más se haya adaptado a la rutina diaria, costará en mayor medida abandonarlo.

Los daños que causa

“El cigarrillo tiene unas 4.200 sustancias sumamente tóxicas que afectan el organismo”, destacó el doctor internista Anselmo Hernández, quien resaltó que el daño es multisistémico porque produce afectaciones sobre el corazón, riñones, sistema nervioso central y aparato cardiovascular. Deteriora las arterias y hay una relación entre tabaco y cardiopatías coronarias, infartos y arritmia cardíaca.

En el riñón produce un daño en las arteriolas, pues obstruye sus vías y esto se traduce en una disfunción, lo cual no deja que el órgano depure las sustancias tóxicas propias del metabolismo. Hernández puntualizó que a nivel del sistema nervioso central, causa disfunción del endotelio vascular.

Sostuvo que incluso afecta las extremidades inferiores y en casos extremos se llega a la amputación de pies y piernas, debido a vasculitis u obstrucciones de circulación.

Además, expuso que quienes consumen tabaco lo hacen mayormente por situaciones de estrés, y esto se traduce en un menoscabo de los niveles de conciencia en el tiempo, a raíz del deterioro del endotelio vascular.

Los que mantienen el vicio

Algunas personas, pese a estar conscientes de todo esto, siguen fumando porque disfrutan de lo que hacen y no ven nada malo o extraordinario en el hecho de tomar un cigarrillo, llevarlo a la boca, encenderlo, inhalar el humo y posteriormente exhalarlo. Este ritual es algo que adoptan desde temprana edad y que mantienen por varios años.

Laura Benamu, especialista en artes culinarias, contó que se inició en el mundo del cigarrillo a los 13 años, pues le llamó la atención y le dio rienda suelta a su curiosidad. “Estaba en el liceo, me llamaba la atención el olor y lo probé. No fumaba mucho, un cigarro cada dos o tres días”.

Luego lo comenzó a hacer cada vez más y lo vio como algo relajante y desestresante en momentos de angustia. “Si estoy de fiesta fumo más y si estoy con gente que fuma también; más o menos una caja o caja y media”.

Los que lo dejan

Yetcemalí Martínez, con apenas 20 años de edad, dejó el tabaco por convicción propia, ya que está consciente del mal que le hacía a su salud y considera que vive mejor tras esta decisión.

“Para mí fue un proceso difícil, aunque para otros es más sencillo, depende del organismo, la mentalidad de cada quien y la frecuencia”. Indicó que cuando empezó a fumar, solía decir “puedo dejarlo cuando quiera”, pero no fue así. Cada vez fumaba más y por cualquier excusa, hasta que se dio cuenta de que ya era un vicio que no podía controlar.

De igual forma, destacó que a causa de frecuentes malestares, principalmente la aparición de la llamada tos seca, comenzó a preocuparse por su salud e hizo un esfuerzo. Otro factor que influyó en la decisión fue el alto y cada vez más alarmante costo de las cajas de cigarrillos.

Las mejoras se notan rápido

Martínez lleva aproximadamente seis meses sin fumar, fue un proceso progresivo. “Me siento más activa físicamente, al hacer ejercicio no me canso tan rápido, duermo mejor y mi respiración mejoró notablemente”. Expuso que no presenta ansiedad y se quitó “ese olor desagradable”.

Esto demuestra que no todos los que fuman sienten la misma afinidad por la nicotina, y aún cuando se tiene adicción, el abandonarlo definitivamente es cuestión de convicción.

Por: Paul León / Foto: Alejandra Ávila 

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