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Una llave en la vena cava ayuda a que el corazón no se desborde

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La vena cava inferior es una especie de carretera troncal por la que la sangre de los órganos inferiores, la pelvis y el abdomen regresa al corazón. A pesar de la relevancia que tiene en el organismo, no abundan investigaciones que aborden su funcionamiento. Para el cardiólogo José “Cheo” Herrera la vena cava resultó ser la pieza clave de un descubrimiento que podría cambiar la atención de pacientes cardiovasculares en todo el mundo.


La curiosidad por la evolución exitosa sin mayor tratamiento de un grupo de pacientes con insuficiencia cardíaca orientó al especialista margariteño hacia un hallazgo y a la elaboración del balón catéter regulador del flujo sanguíneo en la vena cava inferior, una especie de presa que deja pasar la sangre necesaria para el funcionamiento del corazón.

El punto de partida del camino, que ya lleva 10 años recorriendo y en el que materializó el invento por el que ganó el segundo lugar en la Conferencia Internacional de Innovaciones Cardiovasculares en Tel-Aviv, Israel, se ubica en el momento en el que observó a pacientes con insuficiencia cardíaca que mejoraban sin tratamiento clásico. Descubrió que esas personas tenían una entidad clínica que llamó estenosis dinámica de la vena cava inferior, que les permitía regular la entrada de flujo sanguíneo al corazón de una manera intermitente y eso disminuía la carga del ventrículo izquierdo. Esa entidad, que encontró que solo la poseen 5 de cada 1.000 pacientes, funciona como una presa natural que retiene la circulación al corazón y solo deja pasar una parte del torrente líquido.

El hallazgo le valió el premio a mejor investigación de la Sociedad Venezolana de Cardiología en 2009 y fue difundido en el Congreso Europeo de Insuficiencia Cardíaca.

La meta era encontrar una manera de replicar de forma artificial esa característica biológica. Dos años después de la primera observación creó el catéter balón, una válvula que se introduce a través de la piel en la vena cava inferior. El balón se infla y regula el paso de sangre al corazón.

“Los pacientes con insuficiencia cardíaca no tienen fuerza para bombear la sangre. Un corazón que ha tenido un infarto queda débil, por eso había que encontrar una forma de ayudarlo”, explica Herrera en una entrevista con El Nacional. Al estar sano, el corazón puede manejar entre 70 cc y 100 cc de sangre. Cuando hay insuficencia, entra hasta el doble del volumen y el órgano no puede manejarlo.

Harvard cautivado. Con una animación de cómo funcionaría el balón de contrapulsación caval, Herrera acudió a la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. Presentó su invento en el Massachusetts General Hospital, a través del médico venezolano Igor Palacios, jefe de Cardiología Intervencionista. “Quedaron fascinados porque tenía mucha lógica, pero aún eran escépticos por los resultados tan dramáticos”, relata médico.

Así, visitó la empresa de tecnología médica Oscor, en Florida, donde pidió un balón prototipo para hacer pruebas con animales. Le regalaron dos dispositivos para oclusión venosa que asemejaban el funcionamiento que él necesitaba. Hizo el estudio con perros y tuvo éxito su teoría.

En 2013 hizo la primera prueba en humanos en el centro cardiovascular Ascardio, en Barquisimeto. El primer caso fue una paciente de 67 años que había tenido un infarto una década antes. Tres años después la mujer de colocarse la válvula, aunque tiene una enfermedad coronaria, la mujer se siente bien, asegura Herrera. Esa experiencia fue presentada en el Congreso de Terapias con Catéteres en Washington.

Al año siguiente aplicaron el dispositivo a 5 personas más, cuatro hombres y una mujer, de 62, 46, 63, 49 y 59 años de edad cada uno. Expusieron esos logros en el mismo congreso, esta vez en San Francisco. Fue también al Congreso de Dispositivos para Insuficiencia Cardíaca en Frankfurt, Alemania, y al Hospital Sirio-Libanés de Sao Paulo en Brasil. La última parada del periplo fue en Israel el año pasado, cuando ganó el segundo lugar de la Conferencia Internacional de Innovaciones Cardiovasculares en Tel-Aviv entre 700 participantes. “Ese premio apagó definitivamente todas las dudas que había en el ámbito internacional. Ahora nos preparamos para hacer los ensayos en animales y luego en humanos en Estados Unidos con el apoyo de Harvard”.

Beneficios. La Organización Mundial de la Salud señala que 2% de la población adulta mundial padece insuficiencia cardíaca y la prevalencia aumenta a 10% en mayores de 65 años.

Este dispositivo es sencillo de implantar y muy económico. El prototipo cuesta 100 dólares, y el catéter balón definitivo costará entre 300 y 500 dólares, calcula el médico. La intervención no es invasiva y la recuperación es rápida, por lo que los costos de hospitalización disminuyen.

El balón mejora el funcionamiento del corazón, disminuye la congestión pulmonar, reduce la cantidad de medicamentos a consumir (sobre todo diuréticos), y reduce la regurgitación de la válvula mitral y los episodios de fibrilación auricular.

Fondos para continuar. Para conseguir la aprobación de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, José Herrera debe hacer pruebas en ese país con el nuevo dispositivo del balón catéter. Los estudios con 8 animales cuestan 220.000 dólares en el Mass General Hospital en Boston, con el aval de la Universidad de Harvard. Luego debería continuar con las pruebas de seguridad y eficacia con humanos. Herrera no tiene los recursos.

“Lamentablemente no he recibido apoyo oficial ni privado en Venezuela, a pesar de que se les explicó la importancia de la innovación”, lamenta el médico. También pidió auxilio económico en el exterior: Bill Gates rechazó el proyecto porque no trabaja con el área cardiovascular, Rockefeller no trabaja con latinos, y la American Heart Association y el Instituto Nacional de Higiene de EE UU le aseguraron que no pueden financiarlo por no ser norteamericano. Herrera ya registró su creación intelectual y tiene la patente del dispositivo.

 

Fuente: http://www.el-nacional.com/

 

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