Maiker Castro

Entre aquellos gustos que los consumidores se daban en tiempos anteriores con el salario que devengaban, destacaba la compra de prendas de vestir como franelas, pantalones, gorras, zapatos o carteras, así como también la adquisición de artefactos digitales y electrodomésticos.

A juicio de los compradores todo lo mencionado pasó de ser “un gusto cotidiano a un lujo que muy pocos pueden costear”. Javier Justo, encuestado, manifestó que actualmente todo se va en “medio comprar” alimentos, pues hay rubros como la carne que aunque fue regulada no se consigue en todos lados y si se halla, la ofertan a un precio mucho más elevado que el establecido, además resaltó que la obtención de ropa nueva es imposible y todo lo que hacen los trabajadores alcanza únicamente para sobrevivir.

Delia Figuera, consultada, comentó que los cosméticos para las mujeres montarse una pinta como el maquillaje, están inaccesibles en todos los sentidos, “las marcas que se consiguen son de mala calidad y te quieren sacar un ojo de la cara por un rímel, polvo, pintura o creyones piratas”.

Otros de los gustos que los clientes han tenido que sacrificar es el deleitar el paladar con una rica comida fuera de casa. El encuestado Andry González, vecino de Los Teques, señaló que ya perdieron la cuenta de cuándo fue la última vez que visitaron un restaurante para comer.

Por otra parte, Mariana y Yolimar Quijada, residentes de Carrizal, indicaron que los artículos de higiene personal también pasaron a un segundo plano, “lavar la ropa, comprar pañales o lavarse el cabello con champú son cosas del pasado”.

La yuca, harina de maíz, aceites comestibles, pastas y arroz, suplementos alimenticios o cualquier otro rubro considerado básico sustituyeron las salidas, compras, paseos y otra variedad de actividades para el disfrute que los ciudadanos efectuaban día a día. gf