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Cronistas: La memoria viva de los pueblos

CRONISTA DE SAN ANTONIO

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20/05/15.- La Asociación Nacional de Cronistas Oficiales de Venezuela (Ancov) institucionalizó el 20 de mayo como el Día Nacional del Cronista, fecha en la que nace el escritor, periodista, diplomático y quien fuera designado el 15 de enero de 1945 como el primer cronista oficial de Caracas, el valenciano Enrique Bernardo Núñez (1895-1964), autor de La Ciudad de los techos rojos.

Según expresó el profesor e historiador Jesús María Sánchez, es una profesión de suma importancia, ya que se encarga de buscar y recabar información que permite esclarecer acontecimientos sociales, políticos, históricos  y culturales de un país. “Deben ser unos estudiosos de la historia”.

Asimismo, acotó que tienen la responsabilidad de sumergirse en las profundidades de archivos, bibliotecas y hemerotecas, sin dejar de lado los asuntos orales, con la finalidad de llevar a cabo un análisis de las informaciones encontradas y divulgar lo que contribuya al esclarecimiento de los hechos.

“Es quien toma nota sobre la fundación de pueblos y ciudades, además debe dar a conocer las situaciones políticas y sociales escenificadas en la urbe que se estudia, no escapándosele los cambios que en ella ocurran”.

Indicó que la influencia de otros hombres, como Idelfonso Leal, Aníbal Villalobos y Lucas Castillo Lara, lo motivó a escribir historias sobre la ciudad capital.

Sostuvo que la visita del obispo Mariano Martí, la elevación a parroquia eclesiástica de Los Teques en 1777, el convertirse en capital del estado en 1927 y la llegada del ferrocarril en 1891 son acontecimientos que han marcado un antes y después en la evolución de la región.

 Recomendó a todos aquellos que deseen ahondar en la historia de los pueblos no dejar de estudiar, escribir e investigar. Igualmente, hizo énfasis en que debe gustarles la lectura.

 “Adoro mi trabajo y al pueblo carrizaleño”

Desde el 15 de diciembre del 2000, Ildemaro Mayo se desempeña como cronista de Carrizal, decisión que no fue propia, sino de la Cámara Municipal. “Uno no determina estas cosas, lo hacen los demás por ti. Aparentemente, reuní algunas de las condiciones que se necesitan para el cargo”.

Al preguntarle qué ha sido lo más gratificante que ha escrito, sin dudar respondió que todo, pues lo que plasma en papel se encuentra lleno de amor, cariño y pasión. Asimismo, destacó que en los últimos 15 años se le han presentado situaciones sencillas y otras no tanto, que siempre ha sabido solventar.

Aseveró que es otra persona gracias a esta profesión. “Adoro mi trabajo y al pueblo carrizaleño, aquí crié a mi hijos y tengo muchos conocidos”.

Recordó que quienes ejercen esta actividad deben reunir ciertas características culturales y educativas. “Poseer buenas intenciones y no ser influenciados, contar con una base cultural y una preparación -si es posible, a nivel universitario- y conocer la historia de su país”.

El escritor define esta labor como la descripción de la vida, obra  y evolución de los pueblos. A su juicio, se requiere mayor apoyo por parte de los distintos entes gubernamentales para ejercerla en la actualidad.

Antonio Trujillo nos habla de San Antonio de los Altos

Los esfuerzos llevados a cabo por Antonio Trujillo en la revista Trapos y Helechos, fundada en 1980, en donde se dio espacio a los descendientes de los fundadores de San Antonio, lo convirtió en el cronista oficial de este pequeño pueblo desde el 16 de noviembre de 1988. “ Esto es una pasión, una pasión por el imaginario de un lugar”.

Esta experiencia dio vida a Testimonio de la niebla, un libro que relata la historia oral de los habitantes de esta localidad mirandina, narrada por ellos mismos. Mientras que entre 1991 y 1992 presentó Crónicas de San Antonio de Los Altos, publicada por el ayuntamiento, donde profundiza aún más en estos temas.

Para el autor, lo más difícil de la profesión es enfrentar la realidad y asumir verdades que la crónica no puede ocultar y siempre le molestan a alguien. “Como la ecológica y natural de nuestro municipio, por ejemplo”.

Considera que un buen cronista es quien ama su lugar y lo defiende espiritualmente, no a través de factores económicos. “Tiene una pasión por ello y lo protege con la palabra, la única herramienta que tenemos. Somos la conciencia de una ciudad. Todos somos cronistas, ya que todos tenemos una memoria”.

Idelfonso Leal y su visión de Los Teques

Idelfonso Leal, quien ha dedicado toda su vida a escribir sobre Los Teques, relató para nuestra edición especial, que salió en octubre del año pasado, algunos detalles sobre la ciudad. A continuación se cita parte de la entrevista:

-La relación del doctor Idelfonso con Los Teques, ¿cómo es?

-Siento un gran cariño por la ciudad, no solo lo he manifestado públicamente, sino que he dedicado mi vida a reconstruir gran parte de su historia. Publiqué el libro colectivo, en dos tomos, Los Teques testimonio para su historia; después en 1993 salió el libro parroquial más antiguo, de 1767 a 1802. Luego, hice un trabajo que llamé El pueblo de los 9 faroles, porque Los Teques comenzó a iluminarse en 1853, cuando se estableció el Concejo Municipal de Guaicaipuro. Fue así que la ciudad se alumbraba con nueve faros de aceite, luego se creó la primera escuela para niñas, se organizó el primer sistema policial y el mercado.

-Como cronista, ¿algo que no pueda pasar por debajo de la mesa?

-Los Teques era de serenata y novia de ventana, porque la gente se enamoraba de esa forma. Extraño la camaradería y las retretas dominicales en las plazas.

Por:Andreina Ochoa/Fotos : Andreina Alemán

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