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Daniel Baldi, futbolista… y escritor

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Periodistas de Avance

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Colonia del Sacramento, Uruguay. Una madre, un hijo adolescente y una conversación que todos hemos tenido en algún momento.

-¿Qué querés ser de grande?, pregunta la madre.

-Me gustan el fútbol, la literatura y la música, responde el hijo.

A la madre, lógicamente, no le convence mucho la respuesta. “Sí, eso está muy lindo, pero ¿¿¿qué pensás hacer con tu vida???”

Daniel Baldi ríe rememorando esa charla. Su voz suena jovial. Habla mucho y apasionadamente de sus dos profesiones. Porque sí, Daniel ha conseguido vivir de dos de sus pasiones: el fútbol y la literatura. Como futbolista profesional, el uruguayo fue un delantero que militó en clubes de su país como el mítico Peñarol, Cerro o Bella Vista. Jugó en el Cruz Azul mexicano y también en Argentina, Italia y hasta Arabia Saudí.

En su faceta literaria, la que ocupa casi todo su tiempo desde que colgara los botines, tampoco le ha ido mal. A sus 34 años, lleva 12 novelas publicadas con gran éxito, incluida la que escribió con tan sólo 16 años, cuando aún se debatía entre la pelota, la música o las letras.

Fútbol y estudios no son incompatibles

“¡La única de mis novelas en la que la palabra ‘fútbol’ no aparece!”, bromea en su conversación conFIFA.com. Porque las demás novelas de Daniel comparten un denominador común, aunque con matices. “No son libros de fútbol. Escribir ese tipo de libros me aburriría mucho”. El fútbol, ese mundo que tan bien conoce, le sirve para lanzar un mensaje que le obsesiona y que quiere que cale entre sus lectores, chicos jóvenes que en muchos casos quieren ser futbolistas.

“El mensaje a la sociedad es ‘no apuesten todo al fútbol y estudien, que es lo más importante’. Hay que formar al jugador”, insiste Blandi, quien pone en práctica su filofía como entrenador de juveniles en el Racing de Montevideo. “La educación afuera de la cancha es tan importante como la de adentro. Primero porque la estadística dice que, al menos en Uruguay, menos de un 1% de los chicos que juegan llegan a profesionales. Y si llegás, te encontrás de un día para otro con mucho dinero, amigos que muchas veces no son tan amigos, representantes que ven negocio en uno… Me da tristeza ver futbolistas que jugaron en equipos muy importantes y hoy no tienen plata. Si uno está formado puede mirar bien eso”.

El propio Daniel estuvo a punto de aparcar sus amados libros. “A los 16 años me llamó Peñarol. Estaba con toda mi efervescencia adolescente y convencí a mis padres para interrumpir un par de años el Liceo(NdR: la secundaria). Yo solo me di cuenta de mi error. Sólo entrenaba y sentía que malgastaba mi tiempo libre. Pasados dos años estaba desanimado. Ya no sabía si quería ser futbolista”, recuerda. Otro joven andaba en similares circunstancias: un tal Diego Lugano. “Coincidimos entrenando en el club de mi ciudad, el Plaza Colonia, y decidimos terminar los estudios juntos. Entrenábamos y luego íbamos al liceo nocturno”.

Daniel guarda grandes recuerdos de esa época. “El jugador quiere jugar, pero cuando no está jugando también quiere despejarse. Íbamos a clase y nos hablaban de filosofía, literatura… Era como ‘¡qué bueno que no me estén hablando de líneas de 4!, de marcar a éste o aquel’… Lo disfrutamos un montón. ¡Hasta tomábamos mate con los profesores!”. Amigos desde entonces, el hasta hace poco capitán de la Celeste no dudó en prologar una de las novelas más exitosas de Daniel, Mi Mundial, libro muy popular en varios países de Sudamérica.

Lugano, Tabárez y Galeano, grandes aliados
Otro gran aliado es el seleccionador uruguayo Óscar Washington Tabárez, maestro de profesión. “Es espectacular. Marcó un montón de miramientos para nuestro fútbol. Por ejemplo, el jugador de inferiores que no esté estudiando no puede jugar”. Daniel no oculta su admiración por ‘el Maestro’, con quien inició uno de sus proyectos más queridos: una red de bibliotecas en las casas club donde los jugadores matan el tiempo entre partidos y entrenos. “La primera que armé fue en el complejo de la selección. Él estaba por irse al Mundial de 2010, con todo el estrés que eso conlleva, y aun así tuvo la capacidad y sensibilidad para armar la biblioteca”.

Daniel no descuida tampoco su faceta de escritor, consciente de que muchos jóvenes esperan ansiosos las dos novelas que tiene previsto sacar este 2016. Y no sólo los jóvenes le leen. Hasta el mismísimo Eduardo Galeano, el célebre escritor uruguayo fallecido en abril de 2015, se contaba entre sus lectores.

“Al ser un tipo tan futbolero, imagino que encontró algo muy loco en eso de ‘un jugador de fútbol que escribe’, aunque no creo que se maravillara por mi forma de escribir”, dice riendo. “Nos conocimos en una entrega de premios y un día tocan el timbre de mi casa ¡¡y era él!! Me había traído unos libros suyos autografiados. No sabía ni qué hacer… Me dio consejos, me animaba a seguir escribiendo…”, en su voz se adivinan rubor y orgullo a partes iguales.

Un orgullo como el que siente al comprobar que sus libros fomentan la lectura. “El fútbol es tan masivo que incluso chicos que nunca leían se acercan a mis novelas. Y eso es muy lindo, porque más allá de lo que tratan ¡los chicos leen!”, concluye satisfecho.

Con información de http://es.fifa.com/

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