Los trastornos de la conducta alimentaria más frecuentes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno de atracones.
La psiquiatra, Katherine Duarte, señala que el peso y la figura corporal juegan un papel fundamental en su aparición, generando niveles elevados de estrés o angustia, pero sobre todo altos niveles de sufrimiento en quienes padecen el trastorno y en sus familiares cercanos.
“En algunos casos, las horas de comer lejos de ser momentos de encuentro familiar se convierten en una guerra campal repleta de explosiones afectivas, gritos peleas, amenazas, chantajes, amedrentamientos y hasta golpes, incrementando aún más los niveles de sufrimiento que el trastorno trae consigo”.
Recalcó que omitir comidas o poner excusas para no comer, alejarse de las actividades sociales normales, mirarse con frecuencia al espejo para ver los defectos que se perciben, ejercitarse en exceso, tener callosidades en los nudillos por provocarse los vómitos, expresar depresión, enojo vergüenza o culpa respecto de los hábitos de alimentación son algunas de las señales de alerta que pueden indicar la presencia de un trastorno alimenticio, tanto en jóvenes como en adultos. EF/ct