Ustedes pueden con inteligencia y frialdad lograr que el país salga de esta tragedia, para lo cual el Papa Francisco ha señalado y sigue señalando el camino de la negociación justa y pacífica.

Es una negociación urgente y necesaria que surge por imperativo de las circunstancias: La oposición con el apoyo de la abrumadora mayoría del país sumados a la inmensa mayoría de los países libres del mundo, no tiene la capacidad para imponer por la fuerza su tesis de la impostura presidencial.

El Gobierno está sometido a incesantes presiones por todos los países que le rodean, impulsados un poco por la solidaridad con el sufriente pueblo venezolano y mucho por las graves implicaciones que para sus economías tiene la llegada diaria de miles de venezolanos hambrientos y enfermos, que pasan a ser una carga social que no tienen capacidad para resistir, como sí la tuvo en su momento el país rico, petrolero, que antes fuimos. Una negociación será necesaria antes o después del “derramamiento de sangre” que manifestó temer el Papa Francisco, cuando se dirigía de regreso al Vaticano luego de su visita a Panamá, el 27 de enero de 2019.

Derramamiento de sangre que no se teme a lo interno, porque se deduce que un pueblo sin armas y acosado por la escasez de comida, de transporte y de medicinas, está muy limitado en su capacidad para levantarse en contra de quienes lo condenan, por cualquier razón o sin razón, a sobrevivir en uno de los países más ricos del mundo. Hay que negociar ahora.

Es lo mejor para todos. Negociar sin complejos, como negoció Juan Manuel Santos, Premio Nobel de la Paz, con lo que antes fue las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y ahora constituye, desde agosto de 2017 y después de 52 años de sangre derramada, violaciones, voladura de oleoductos y angustia colectiva, el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.

Que Dios bendiga al economista y actual profesor de la Universidad Harvard, Santos, y tenga piedad del médico cardiólogo Rodrigo Londoño, Timochenko, actual alto dirigente político de su país. O negociar como lo hicieron los opositores chilenos con Augusto Pinochet o los españoles con el franquismo.

Llegar a acuerdos, ahora, gobierno y oposición, porque la gente está sufriendo mucho, pero lean la historia, para que en ningún caso se entienda que ese brutal sufrimiento es causa suficiente para que caiga el gobierno o para que se rindan o negocien sin condiciones. No, por favor. Similar sufrieron y sufren en Cuba desde que cayó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas el 25 de diciembre de 1991, y le cortaron el vital subsidio que le daban.

Busquen en Google, Fidel Castro siguió con su totalitarismo, porque no era él, ni su entorno, los que sufrirían las consecuencias del llamado eufemísticamente, como le gusta a los comunistas expresarse: PERÍODO ESPECIAL, y allí está sesenta años después, la monarquía Castro Ruz, mandando y oprimiendo.

Pero, señores del Gobierno, no vale la pena seguir en esta angustia, con tantas amenazas y desvelos, cuando se puede lograr una solución que evite más sufrimientos al pueblo y que permita que ustedes puedan vivir sin sobresaltos dentro o fuera de ese país.

Líderes, escuchen por favor al Papa: Pienso en particular en tantas personas carentes de las condiciones mínimas para llevar una vida digna y segura, debido a una crisis que continúa y se agrava.

Que el Señor conceda a quienes tienen responsabilidades políticas trabajar para poner fin a las injusticias sociales. Señores del Gobierno ustedes tienen la primera palabra, no con llamados vacíos al diálogo, sino con la disposición sincera a una negociación justa y creíble.

Escuchen al Papa Francisco, quien tiene una clara simpatía por el socialismo verdadero. PD.: Este editorial ha sido escrito en uso del derecho a la libre expresión democrática, pero con clara conciencia de los riesgos que podría generar.

Rómulo Herrera