De Bagdad a Basora, pasando por las calles de Diwaniya o de Nasiriyá, miles de estudiantes de todos los niveles se adhirieron el lunes al movimiento de protesta en Irak.
Desde que empezaron las manifestaciones, el 1 de octubre, más de 200 personas perdieron la vida y más de 8.000 resultaron heridas. El ejército amenazó con imponer “sanciones severas” a los funcionarios y estudiantes que no acudan a clase o al trabajo.
Pero, en la calle, los manifestantes -que reclaman más empleos para los jóvenes (que representan el 60% de la población) y un mejor funcionamiento de los servicios públicos- no bajan la guardia.
El lunes, en varias provincias del sur, funcionarios, sindicatos y estudiantes de todos los niveles se manifestaron y protagonizaron sentadas.