Su esencia es sinónimo de la más pura entrega
Un hombre con un corazón de oro y un enorme espíritu de trabajo, así es el simpático y bien ponderado sacerdote Ángelo Bertapelle, a quien con mucho cariño se le conoce en nuestra ciudad como el padre Ángel. A este noble personaje se le atribuye la creación de la parroquia Don Bosco, ubicada en la urbanización Simón Bolívar.
“Llegué a Venezuela en 1958 proveniente desde Italia. Hice mis estudios en Caracas, me preparé para ser Salesiano Educador y estrené mi trabajo siendo todavía seminarista mayor en el liceo San José de Los Teques en 1962. Siendo muy joven escogí ese camino porque llamaba mucho mi atención el trabajo de educar a los jóvenes, tal como lo hizo Don Bosco”.
Los primeros tres años, calificados de pasantía, los hizo en esta emblemática institución de nuestra ciudad, cuando aún funcionaba como internado y tuvo la responsabilidad de coordinar de la mano del padre Isaías Ojeda, cerca de 500 muchachos de todo el país.
Explicó que para la época no había bachillerato en el interior de la república, los que querían estudiar debían internarse y la mayoría venía a hacer lo propio aquí en nuestro liceo San José, por eso hoy día tiene cientos de exalumnos en todo el territorio nacional.
“Poco tiempo después me gradué en Filosofía y Letras en Italia, donde realicé también estudios eclesiásticos entre 1966 y 1970, año en el que me consagré como sacerdote. En seguida volví a Venezuela, trabajando sobre todo como coordinador de pastoral, a la par que dí clases de Inglés, Biología y Educación Artística; con el tiempo me mudé para Valencia, luego a Valera y después volví a Los Teques”.
Para ese entonces, la ciudad del clima ideal experimentaba un cambio radical, el número poblacional se multiplicaba rápidamente. “Cuando yo llegué la primera vez había 18 mil habitantes, para mi regreso ya eran 80 mil”.
Por esta razón los sacerdotes, entre ellos Bertapelle, comenzaron a sentir una gran preocupación ante la conformación de nuevas barriadas como El Vigía, Pan de Azúcar, El Nacional, El Chorrito, La Esperanza, mientras que también se construían los bloques de la Simón Bolívar.
“Al crecer la población, estando solo la Catedral y la parroquia El Carmen, toda esta gente nueva quedaba pastoralmente desasistida, por eso los salesianos en 1988 me llamaron para que empezara a fundar la nueva comunidad cristiana que llamamos después Parroquia Don Bosco. No me resultó difícil porque mucha gente me conocía a través del trabajo con los muchachos”.
Hombre de iniciativas
Visiblemente conmovido recordó el tiempo en que inició su acercamiento a la gente de la nueva urbanización y de las barriadas en creación, primero se dio a la tarea de construir desde allí la comunidad cristiana para dar paso al proyecto de materializar el templo de piedra. “A medida que se iban sumando los fieles de allí y de las barriadas cercanas íbamos creciendo enormemente, nos reuníamos en la iglesia del liceo San José pero llegó un momento en que la gente no quería causar molestias y decidimos emprender la labor de hacer las gestiones por nuestra propia iglesia”.
Con un admirable trabajo de hormiguita, el padre Ángel comenzó a buscar de a poquito en 1989 ayudas por todas partes para edificar en un lugar accesible para todas esas comunidades, la parroquia.
“La maqueta fue presentada el 16 de septiembre de 1990, cuando colocamos la primera piedra fundacional con la bendición del obispo auxiliar Monseñor Pío Bello. En 1991 arrancó de lleno la construcción, todo lo que allí hay es producto de la buena voluntad de la gente. Por cuatro años hicimos un pote familiar y con esos fondos fuimos financiando los gastos; el terreno fue donado por Inavi, a través de la intervención del expresidentes Jaime Lusinchi, quien fue estimulado por un exalumno mío que trabajaba con él, leyó mi carta y se la presentó”.
Entre lágrimas de alegría, nostalgia y satisfacción evocó el momento en que fue inaugurada la parroquia el 31 de enero de 1992. De los grandes colaboradores para su proyecto mencionó a los gobernadores Arnaldo Arocha y Enrique Mendoza, así como también a Raúl Pagés y Freddy Martínez.
Pero no todo quedó allí, el incansable pero muy querido sacerdote pensó de inmediato en la construcción de un centro de capacitación laboral, fue así como nació en 1994 el centro parroquial que está paralelo a la iglesia. “En los barrios no todo mundo podía estudiar ni conseguir trabajo por la falta de preparación. Empezamos con talleres femeninos, dictando clases de peluquería, cocina, cerámica, lencería y luego incorporamos herrería, mecánica, electricidad y otros más”.
Frutos invaluables
Todo estuvo tan perfectamente planificado, por la brillante mente de este proactivo sacerdote y educador, que la formación de nuevos emprendedores tenía una doble misión. En primer lugar ayudar a la gente y en segundo que con la mitad de sus ganancias ayudaran a la iglesia y al centro para mantenerse en pie, beneficiando cada vez a más y más personas, funcionaba casi como una cooperativa. A ese centro se sumó una cancha múltiple y un parque infantil, también gestionados por Bertapelle.
“Ya tenía yo once años de estar allí en la parroquia, se había pasado mi momento, porque a nosotros los sacerdotes nos rotan de acuerdo a las necesidades de la comunidad. El padre provincial me advirtió que ya debía salir de allí, su alerta me sirvió para activarme de inmediato con el proyecto escrito de la parroquia, me llevó dos años pero lo logramos entre 28 laicos y tres sacerdotes”.
Hoy día, desde marzo del ’98 se cuenta con ese proyecto que define misión, visión, objetivos, estrategias, políticas y todo lo concerniente a la coordinación y responsables de la parroquia en general. Para la fecha, desde hace 18 años está radicado en Falcón, donde ha hecho vida parroquial en distintos sectores, hoy su epicentro está en Punto Fijo, pero no deja de venir con frecuencia a su querido Los Teques donde siempre mantiene contacto con su gente de siempre./Maribel Sánchez/lb/Foto: Alejandra Ávila/