En los espantosos escombros de la zona cero de las torres caídas hace 20 años, la hora cero llegó: una oportunidad para empezar de nuevo.
Los asuntos mundiales se reordenaron abruptamente aquella mañana de cielos azules, cenizas negras, fuego y muerte del 2001, reseñó la agencia AP.
En Irán, cánticos de “muerte a Estados Unidos” rápidamente dieron lugar a vigilias a la luz de las velas para lamentar los muertos estadounidenses. Vladimir Putin intervino con una ayuda sustancial mientras Estados Unidos se preparaba para ir a la guerra en la zona de influencia de Rusia.
Moammar Gadhafi, de Libia, un dictador asesino con una vena poética habló del “deber humano” de estar con los estadounidenses después de “estos eventos horribles e impresionantes, que seguramente despertarán la conciencia humana”.
Desde los primeros momentos terribles, a los aliados de siempre de Estados Unidos se unieron enemigos de hacía mucho tiempo en ese instante singularmente estimulante. Ninguna nación de prestigio mundial ovacionaba a los terroristas apátridas que juraban conquistar al capitalismo y la democracia. ¿Qué tan excepcional es eso?.