Las lluvias meten miedo a familias del callejón Arnaldo Arocha
MARIBEL SÁNCHEZ
“No tenemos paz, la tensión arterial de las personas mayores que vivimos en este callejón se dispara siempre, vivimos una sola angustia noche y día ante las fuertes lluvias, porque por un lado pasa un riachuelo frente a nuestros hogares y muchas veces se nos mete esa agua y pantanero. Por otra parte, nos aterra que tanto el Yoki como dos casas que tienen ya la orden de demolición se nos vengan encima en cualquier momento”.
Así lo manifestó a Avance Josefina Veramendi, residente del callejón Arnaldo Arocha, parte alta de Buenos Aires; al narrar con los ojos llenos de lágrimas contenidas lo amargo que suelen ser sus días y los de sus vecinos ante los fuertes palos de agua que azotan a la ciudad intermitentemente.
“El terreno de las escaleras también viene erosionando, incluso el martes cuando se desató el palo de agua a las 2:00 pm se vino abajo una parte del piso del patio; Balto, un perro que tienen ahí se asustó y aullaba. Yo solo escuché un ruido seco pero fuerte, al asomarme noté que se había caído eso. Urge que limpien ese drenaje arriba para que las lluvias desahoguen por otro lado, necesitamos que embaulen”.
Bomba de tiempo
Maribel Toro, jefa de la comunidad en la parte alta, afirmó “El agua viene desde la calle El Estanque de La Macarena que se une con el final de la calle Unión de La Mata, allí hay unas alcantarillas tapadas y como el agua de las lluvias no halla para dónde agarrar entonces baja hacia El Yoki y de ahí, dada la situación estructural del estacionamiento del edificio, se desvía el caudal hacia Buenos Aires”.
Las casas que esperan por demolición, mencionadas por la señora Veramendi, están deshabitadas y solo necesitan el ejecútese de Serviguaicaipuro en virtud de que Protección Civil dio el visto bueno para hacerlo el 28 de marzo de este año.
“Son casi cuatro meses de agonía, la mayoría de las personas que viven con alto riesgo son de la tercera edad; se nos van a morir, Dios las proteja, esperando que les quiten ese peso de encima para poder dormir tranquilas. Nosotros los vecinos pudiéramos hacer la demolición pero pudiera ser peor el remedio que la enfermedad, porque no somos ingenieros”.
Visiblemente angustiada, manifestó que la señora Josefina y la hermana de ella (Benedicta), tienen su casa una al lado de la otra y que encima tienen las que deben ser demolidas, cuyo terreno socava cada vez más y más, representando una bomba de tiempo que les roba la tranquilidad.
“Si a eso le sumamos el muro que se cayó cuando colapsó el estacionamiento del Yoki, entonces se podrán imaginar la angustia de este par de vecinas que llevan toda su vida en esta comunidad. La señora Benedicta cuenta que cuando ella llegó aquí el edificio no existía”./rp Foto: Yuliettsha Molina